Obama se queda con ganas de “chorizo”

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Hay dos lecturas. La Cumbre de Líderes de América del Norte en Toluca podría pasar a los anales como la del lanzamiento del sueño (energético) norteamericano. O la del chorizo.

Por Víctor Hugo Michel

Hay dos lecturas. La Cumbre de Toluca podría pasar a los anales como la del lanzamiento del sueño (energético) norteamericano. O la del legendario chorizo.

Primero lo segundo. Aunque seguramente se topó con más de un gandul mexicano en Chicago durante sus tiempos como senador por Illinois, parece que nadie nunca se encargó de mostrar la finura del albur a Barack Obama. Nadie le habló al hombre mejor informado del planeta de la picardía nacional. Del doble filo que tanto se nos da a los mexicanos. De que a veces no se debe decir lo que se dice porque uno termina clavado. Y menos en Toluca.

Eso, o es un suicida, como dicen en Tepito. O quizá sabe del fino arte de alburear más de lo que aparenta y mostró una mexicanidad sorprendente, adquirida en alguna visita a La Villita o Pilsen. El caso es que el presidente estadunidense abrió su intervención en uno de los múltiples encuentros de la Cumbre de Norteamérica con el sueño de cualquier cábula: aventándose de a pechito. Y lo hizo al lado del primer ministro de Canadá, Stephen Harper y el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto.

“Quiero agradecerles por la gran hospitalidad. Lamentablemente no estaré suficiente tiempo porque es un viaje de negocios y por ejemplo, no he probado el legendario chorizo de Toluca. Espero que la próxima vez que venga pueda comerlo”, dijo desde el Palacio de Gobierno, en el que sin duda será uno de los momentos más memorables de esta y muchas otras cumbres trinacionales, uno de los pocos en los que no imperó una acartonada seriedad.

Por supuesto, fue imposible ver la reacción de la concurrencia, compuesta por empresarios e intelectuales (algunos asistentes dicen que hubo risas contenidas). La imagen no pudo corroborarlo: las tomas del encuentro que se llevaba a cabo en el Salón del Pueblo eran fijas, cerradas en el rostro del presidente estadounidense, quien no ocultó una ligera sonrisa tras soltar su anécdota. Tampoco fue posible ver al presidente Peña Nieto. Harper, por supuesto, no hubiera entendido nada (¿a menos que departa con los mexicanos de Montreal y Toronto?).

Pero si lo que pasó adentro es una incógnita, lo que sucedió afuera fue una tormenta divertida. En cosa de minutos el tema se convirtió en trending topic en las redes sociales. “Falta de confianza…”, respondió un usuario. “¡Gracias por arreglar la ciudad, llévese el que quiera!”, replicó otro. Y así, entre otros menos publicables. Sin querer y en un tema menor, Obama sembró semillas para muchos memes, tuits y, sin duda, sátiras en los días por venir. Regaló una frase que no será olvidada por mucho tiempo. Si lo hizo a propósito o fue víctima de un resbalón propio de la comunicación en otro idioma, eso sólo él lo sabe.

Pero vaya que le dio un soplo de vida a la cumbre.

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Hay decenas de memes en internet sobre Obama y el significado de su apretón de manos. Aunque da la impresión de ser amigable, no a cualquiera le confiere el toque, lo que coloquialmente podríamos llamar the touch. Si bien no dio a Peña Nieto el choque hombre-hombro con el que saluda a los afroamericanos –lo ha hecho con basquetbolistas–, tampoco se vio reservado y frío, como con algunos personajes que no son de su agrado.

Ayer, al encontrarse con Peña Nieto en el Palacio de Gobierno, le envolvió en un abrazo y un saludo de esos de carnal, de arriba abajo, sacudiendo el brazo entero del presidente mexicano, mostrando sus enormes dientes blancos. Parecen gozar de una buena química, aunque los antecedentes (cumbre de las botas, Fox-Bush, dos vaqueros) digan que eso no necesariamente es bueno.

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Una vez más, Enrique Peña Nieto en Toluca, sentado en el Palacio de Gobierno, de donde hay quienes dicen que nunca se ha ido. El presidente mexicano no ocultó la alegría de volver a casa, al centro del poder desde que inició su ascenso a la presidencia.

“Bienvenido a mi entidad natal”, le dijo a Obama. “Thanks for having us in your hometown”, respondió éste.

Hay una lectura adicional al espectáculo de ayer. Una pregunta más bien. Nunca nadie había elegido Toluca para una cumbre de alto nivel.

Carlos Salinas prefería Agualeguas cuando le visitaba George H. Bush. Vicente Fox llevó a Bush junior su rancho, Ernesto Zedillo recibió a William Clinton en la Ciudad de México, Felipe Calderón a Bush y Obama en Cancún, Los Cabos, Mérida o cualquier lugar aislado, lejos del peligro. Lo más cercano que el Estado de México había estado de ser sede de una visita presidencial foránea fue cuando John F.

Kennedy estivo en Ciudad Satélite y de eso ya medio siglo.

¿Por qué Toluca? Además del ánimo de jugar de local, sólo puede explicarse como un autoelogio del grupo mexiquense, hoy en el poder.

Como decirse: esta es nuestra tierra y hasta el líder del mundo libre traemos. ¿Cómo más entender que no sólo las vías primarias que utilizarían las comitivas fueron tapizadas con letreros de bienvenida y banderas mexicanas, canadienses y estadounidenses? ¿Y que se pintó toda la ciudad, llevando a muchos a opinar que Obama es el político que más ha hecho por Toluca en la historia?

La avenida Pino Suárez de Metepec, a 10 kilómetros del Palacio de Gobierno y por donde no pasaría ningún diplomático, amaneció tapizada con mensajes en inglés, francés y español: Welcome, Bienvenue, Bienvenidos. En el centro de Toluca, funcionarios municipales recorrieron negocio por negocio en los últimos días para entregar cartelones con la palabra Cumbre en gran tipografía. Les fue solicitado, atentamente, colocarlos en sus fachadas.

Había cartelones anunciando la cumbre en las taquerías. En los puestos de tortas, junto a los chorizos y en las carnicerías. También en la farmacia independencia, en donde cobran a 10 pesos la inyección y en el puesto de boleros cerrado por motivos de seguridad. La alcaldía no escatimó gastos. Tampoco el gobierno estatal, que como ya se ha documentado en días previos, transformó áreas enteras de Toluca, pintando fachadas que por años habían estado abandonadas, repletas de grafiti.

Una fotografía que circuló en redes sociales documentó el cambio. Es de una calle abandonada, con cristales rotos y pintas en las bardas. Esta semana, la magia: pintura fresca y detalles vívidos. Un encantador conjunto de casitas multicolores, muy tropical, muy lindo.

Los mexiquenses gobernantes hablándose a sí mismos.

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Ahora a lo primero. La sustancia. La cumbre. En cuanto al tema petrolero-reformista, estaba en la agenda de las delegaciones de los tres países y desde un día antes había sido delineado por Harper, durante su reunión bilateral con Peña Nieto: (“Usted está reformando de manera increíble su país (incluida) la política energética”, soltó la víspera).

Obama se sumó al coro. “Quiero congratularme con el presidente Peña Nieto por los extraordinarios esfuerzos que ha hecho durante este año en una amplia gama de reformas que prometen hacer a México más competitivo”, dijo.

En su cierre, el presidente Peña Nieto optó por la cautela y simplemente se refirió a que la meta es llevar a Norteamérica a un nuevo nivel de competitividad. La idea, sostuvo, “es impulsar una prosperidad compartida e incluyente” (desde el Yukón hasta Chiapas).

Un comunicado dado a conocer por la embajada estadunidense redondeó el día: se convocará en los próximos meses una Reunión Norteamericana de Ministros de Energía “para definir las áreas de gran cooperación trilateral en torno a la energía”.

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Irónicamente. Accidental o deliberado, pero justo en el día en el que la tan temida y satanizada potencia yanqui (y su socio menor canadiense) vinieron a México a hablar de energía, el centro de Toluca se quedó en las tinieblas: sufrió una serie de apagones extraños que duraron algunos minutos, casi al mismo tiempo que los tres mandatarios leían las conclusiones finales del encuentro.

Fuente: Milenio

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