El presidente de EE UU no cuestiona el derecho de Tel Aviv a defenderse pero le pide que frene la escalada de su actividad militar en Gaza.
Por Antonio Caño
Mientras intensifica su diplomacia telefónica en busca de un acuerdo para el alto el fuego, Barack Obama pidió el domingo por primera vez contención a Israel en el conflicto que libra contra Hamás en Gaza. Esta petición, queno cuestiona el derecho de ese país a la autodefensa, se encuadra en un esfuerzo de la Administración norteamericana por evitar una escalada que, no solo tendría consecuencias dramáticas para los palestinos, sino que pondría contra las cuerdas a la política de Estados Unidos en Oriente Próximo.
“Israel tiene derecho a esperar que no se disparen misiles contra su territorio”, ha declarado Obama en Bangkok, donde inició este domingo una visita a tres países de Asia. “Si puede lograr eso sin una escalada de la actividad militar en Gaza, sería preferible. No solo es preferible para el pueblo de Gaza, sino también para los israelíes, porque si las tropas israelíes entran en Gaza, corren mucho más riesgo de muertos o heridos”, añadió.
Esta declaración se produce varios días después de los intercambios de misiles entre Hamás y el Ejército israelí, y tras varias conversaciones por teléfono mantenidas por el presidente norteamericano con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el presidente de Egipto, Mohamed Morsi, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.
Por su parte, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que acompaña a Obama en la gira por Tailandia, Burma y Camboya, ha hablado con el rey Abdullah de Jordania, el primer ministro de Qatar y los ministros de Relaciones Exteriores de Israel y Egipto.
EE UU lleva a cabo una iniciativa diplomática muy delicada para frenar el conflicto en Gaza sin defraudar a su aliado principal, Israel, y sin cerrarse las puertas con Egipto, los palestinos y los países árabes y musulmanes de cara a una futura gestión de paz de mayores horizontes. La Administración norteamericana quiere dejar claro que, antes que nada, está al lado de Israel, al que considera el país agredido, pero que también está ejerciendo su capacidad de presión sobre ese país para que actúe con la mayor prudencia posible.
Turquía y Egipto son los otros dos ángulos de ese triángulo diplomático: Turquía, como país musulmán de referencia para EE UU, y Egipto, como el antiguo gran aliado árabe en el que Washington intenta seguir depositando su confianza. Uno de los peligros de la crisis de Gaza, es el de que toda esa arquitectura de influencia en Oriente Próximo se le derrumbe a Obama si la escalada militar continúa hasta provocar una matanza de palestinos. Es muy difícil que el presidente norteamericano pudiera seguir contando con Morsi si eso llega a producirse.
Afortunadamente para él, Obama afronta este reto una vez superado el escollo de las elecciones presidenciales. Esta misma crisis, tres semanas antes, hubiera obligado al presidente a un incondicional e ilimitado apoyo a Netanyahu. No es que ese respaldo esté ahora en duda, pero Obama tiene en estos momentos un margen algo mayor para equilibrar su política.
La Casa Blanca intenta hacerlo sin poner en duda que, desde su punto de vista, Hamás es el único culpable de esta situación. “Hay que dejar claro cuál ha sido el factor precipitante: los cohetes disparados contra áreas civiles israelíes desde hace ya algún tiempo”, manifestó el domigo el consejero de Seguridad Nacional del presidente, Thomas Donilon. “Los israelíes han soportado durante demasiado tiempo la amenaza de esos cohetes, y fue eso lo que llevó a los israelíes a emprender las acciones que emprendieron en Gaza”.
Sentado ese principio, Washington ha tratado de buscar puntos de confluencia con otras naciones concernidas. “Con Egipto compartimos un interés fundamental para evitar una escalada de la situación”, declaró ayer un portavoz del Departamento de Estado. Egipto, que comparte frontera con Gaza y con Israel, se vería inmediatamente involucrado por una extensión de la guerra. El Gobierno egipcio, incluso en los tiempos de Hosni Mubarak, intentó mantener una influencia sobre Hamás. Ahora, con un Gobierno elegido en las urnas y de tendencia islámica, se siente además moralmente obligado a ayudar a los palestinos. En cuanto aTurquía, ya está su Gobierno suficientemente ocupado con la guerra de Siria como para exponerse a un nuevo conflicto que, de alguna manera, podría acabar realimentando al anterior.
Este esfuerzo coordinado con Egipto y Turquía depende, en todo caso de la capacidad de ambos para evitar que Hamás lance más misiles. De lo contrario, EE UU no podrá parar a Israel.
Fuente: El País