Por Alejandro Páez Varela
Gustavo Madero, presidente nacional del Partido Acción Nacional (PAN), quiere tanquetas de agua para desalojar a los maestros. Mariana Gómez del Campo –de quien no conozco más obra y gracia que ser pariente de Felipe Calderón– demanda a Miguel Mancera que los someta a palos. Emilio Gamboa Patrón y Manlio Fabio Beltrones, líderes de las bancadas del PRI en el Senado y en la Cámara de Diputados, advirtieron que la Ley General de Servicio Profesional Docente, que rechazan los profesores, se aprobará sin más negociación. Hasta las comisiones de derechos humanos (CNDH y CDHDF) llaman al Gobierno del Distrito Federal a que le saque brillo a toletes y escudos.
Parece que, conforme pasan los días, son más los que quieren que los maestros sean retirados por la fuerza. Parece, digo.
Como habitante de la Ciudad de México me molestan los bloqueos que realiza la CNTE. Pierdo la paciencia cuando pintan paredes y se vuelven amenazantes contra comerciantes y transeúntes. Me enojan, sobre todo si quedo atrapado en el tráfico –como ya me pasó– y llego tarde a todas partes. Pero, discúlpenme, yo no estoy con los que piden que los remuevan a palos. Puedo estar en desacuerdo con ellos, pero no exijo que les echen a la policía y que los quiten por la fuerza. No creo que esos que protestan sean mis enemigos. Creo que los enemigos de los mexicanos son otros, y a esos otros ni quien los toque con el pétalo de una rosa.
Gustavo Madero pide tanquetas para la CNTE, pero cuando su partido era gobierno usaba los votos de Elba Esther Gordillo, esa mujer corrupta que pervirtió el sistema de partidos y la educación pública en México. ¿El mensaje entonces es que más vale ser corrupto que protestar? La señora Gómez del Campo pide que metan a los maestros a la cárcel y es capaz, por ejemplo, de compartir oficinas con Carlos Romero Deschamps en el Senado, mientras que su familia (“Cocoa” Calderón, o el mismo ex Presidente) usaba los votos del SNTE. ¿El mensaje entonces es que más vale ser corrupto que protestar? ¿Robar el dinero de los mexicanos sí está permitido, entonces?
No justifico a los maestros. Pero en un país en donde un saqueador como Romero Deschamps es premiado con un asiento en el Senado, las manifestaciones de los maestros es el menor de los problemas. Es muchísimo más inmoral que Elba Esther Gordillo tenga una prisión de seda –atendida por enfermeras en vez de celadores–, a que un grupo de maestros, que cree justa su causa, realice un bloqueo a Televisa y TV Azteca.
Gustavo Madero ya no recuerda que el PAN abrió camino hacia la democracia bloqueando durante semanas los puentes internacionales (soy de Ciudad Juárez, sé de qué hablo) y las carreteras. Ahora quiere tanquetas para los maestros. Es casi tan estúpido como los que se organizan “para ir a dar clases a Oaxaca”; como si eso, dar o no dar clases en Oaxaca, resolviera el problema de la educación en México. PAN y PRI alimentaron a Gordillo durante años y años; le pagaron cirugías, mansiones, viajes y una vida de reina durante décadas. Ahora, PAN y PRI quieren agarrar a golpes a los maestros, cuando ambos partidos han mantenido ese tumor purulento llamado SNTE.
Los maestros disidentes les provocan taaanta indignación, pero pueden sentarse a unos cuantos centímetros de Romero Deschamps sin que les provoque vómito. Los profesores deben ser evaluados, sí, pero, ¿con qué cara se lo pide un sistema político corrompido, patético, inmoral? Los maestros deben abandonar las marchas, plantones y bloqueos, pero, ¿no les parece que hay algo de perverso en pedir macanazos para unos y permitir –y utilizar– la corrupción de otros?
No es signo de debilidad negociar una salida política con los maestros disidentes. No es ninguna desgracia, ni es degradante dialogar con ellos. Lo que sí es una vergüenza es aplicarles la espada.
O, bueno, pártanles la madre. Seguramente es por allí que se empieza a construir el gran país que necesitamos. Sí, anden, denles con todo: en sus códigos morales, donde caben Elba Esther y Romero Deschamps, eso es hacer Patria.
Pártanles la madre. Y luego, para que le confirmen al país lo patético que son, váyanse al Cardenal, al Champs-Élysées o a donde quiera que se junten a celebrar su “logro”, que ya no sorprenden a nadie.
Fuente: Sin Embargo