El académico Bernardo Barranco coordinó el libro ‘El Pastor del Poder’, en el que participan Denise Dresser, Jenaro Villamil, Alberto Athié y Rodrigo Vera, entre otros
Por Héctor González/ Aristegui Noticias
El pasado 6 de junio Norberto Rivera presentó su renuncia al papa Francisco, como titular de la Arquidiócesis de México. Tras ocupar el cargo durante veintidós años, el clérigo cosechó no pocas polémicas y sembró fuertes redes de complicidad con autoridades políticas y empresariales. Por ahora corresponde al sumo pontífice valorar el tiempo en el que el funcionario deberá dejar el cargo.
Mientras eso sucede, el académico y especialista en asuntos religiosos, Bernardo Barranco convocó a intelectuales y periodistas como Denise Dresser, Jenaro Villamil, Alberto Athié y Rodrigo Vera, entre otros, a hacer un análisis de la gestión de Rivera. El resultado es Norberto Rivera. El pastor del poder (Grijalbo) un volumen crítico que traza el controvertido perfil del cardenal.
En el libro advierte que es imposible ser imparcial ante un personaje como Norberto Rivera, ¿por qué?
Él representa un polo muy combativo de la Iglesia conservadora en México y a nivel internacional. Es heredero radical de una postura antiprogresista de la Iglesia de Juan Pablo II. Una de sus primeras acciones como obispo de Tehuacán fue combatir frontalmente a la Teología de la Liberación. Norberto Rivera sembró rudezas y cosechó tormentas, al cabo de los años y más ahora con un Papa abierto y progresista. Hoy su postura resulta arcaica. Optó por los ricos, las élites y las estructuras de poder. Las estadísticas muestran como en la arquidiócesis de México hay una caída importante en el número de creyentes católicos frente a un actor que los descuida, un pastor del poder.
¿Podríamos hablar de que es reflejo de su época en la forma de hacer política? Los padrinos de Norberto Rivera fueron Prignione y Marcial Maciel.
Sí, él se inserta en la vieja cultura política del presidencialismo, del poder cooptado por un grupo. Incluso lo aplica en el episcopado. En sus más de dos décadas aspiró a ser presidente de la Conferencia Episcopal y se postuló en dos ocasiones, sin obtener los votos necesarios de los 120 obispos. Incluso en una vez recibió sólo dos votos. En cambio, creó un grupo de poder al interior de la Iglesia, el famoso Club de Roma que siguió la política tradicional del poder en México. Entre sus integrantes estaban Girolamo Prigione, una correa de transmisión con el viejo PRI; Onésimo Cepeda; personajes poderosísimos como Marcial Maciel. En realidad debió llamarse el Cártel de Roma, dado que todos tuvieron problemas con la justicia mexicana. En el libro se leen las gestiones que hizo en Nicaragua para sacar de la cárcel a Óscar Espinoza Villarreal y los vínculos con el grupo Atlacomulco, llegó a decir que Carlos Hank González era un gran administrador y sabía multiplicar panes, en clara comparación con Jesucristo.
Incluso tuvo cercanía con los líderes de la izquierda, entre ellos Andrés Manuel López Obrador.
Sin duda, es un tipo hábil y político. Durante los años de la alternancia tomó partido por Francisco Labastida, quien lo llamó “Mi cardenal”. Cuando ganó Vicente Fox hizo un reacomodo a partir de Martha Sahagún, para negociar la nulidad de los matrimonios. En 2006, después de que parecía cercano a López Obrador, organizó una cargada en favor de Calderón.
Tras su renuncia corresponde al Papa decir hasta qué momento se mantendrá en el cargo. ¿Qué escenarios ve en este sentido?
Es obvio que Norberto Rivera no es un personaje de la simpatía de Francisco. Cuando el Papa vino a México se vio que representan posturas encontradas. Su gran reproche es el tema de la pederastia. Norberto Rivera se sitúa como un gran protector institucional de los pederastas en México. Sabiendo los ilícitos guarda silencio y eso marca diferencia con la nueva imagen que quiere plantear Francisco. Pero los tiempos políticos son muy diferentes a los tiempos eclesiásticos. La Iglesia plantea con mucha prudencia los cambios y más Francisco, como buen jesuita. Los jesuitas son blandos no rudos. Además no hay que olvidar que Norberto Rivera es un elector, ya estando en edad de retiro todavía es un elector papal y es aliado de los principales enemigos que tiene Francisco en Roma.
¿Lo dejará hasta después de las elecciones del próximo año?
Mi hipótesis es que aguantará a Norberto Rivera hasta después del proceso electoral. Ojalá me equivoque. Sin embargo, es un personaje que se presenta ante el Vaticano como el actor más eficiente a la hora de proteger la agenda eclesiástica frente a los grandes cambios que vienen en 2018. El nuncio es todavía reciente y apenas está entendiendo la realidad mexicana, los otros cardenales no tienen la fuerza ni el liderazgo de Rivera, quien además presume una relación muy fuerte con Margarita Zavala, Miguel Ángel Mancera y Andrés Manuel López Obrador. Es decir, hay elementos para pensar que Francisco no tendrá mucha prisa aunque el cambio es inevitable. Supongo que tendrá a alguien en la chistera porque no veo alguno que tenga el perfil, a no ser que lo saque de una pequeña diócesis, como surgió el propio Norberto Rivera, quien venía de Teotihuacán.
Rivera venía de una arquidiócesis pequeña, pero bien apadrinado.
Claro, lo apadrinaba López Aviña, obispo poderoso y cristero del norte; Marcial Maciel, un empresario y pederasta; y Prignione, el priista al interior de la Iglesia.
De cara a la crisis en que quedará la Iglesia mexicana con la salida de Norberto Rivera, ¿qué perfil sería necesario para el puesto?
El ciclo de Norberto Rivera está concluido. Viene un relevo generacional importante. No es solamente nombrar al arzobispo, en los próximos años veremos recambios en más de veinte sedes episcopales del país. Si Francisco es congruente con lo que él mismo predica, veremos un relevo de gente, con otra sensibilidad pastoral y social. Se requieren actores con mayor capacidad de diálogo social, no actores que impongan modelos de vida.
Un tema alterno del libro es el fuero religioso, no sólo en México sino en el mundo.
Sin duda, lamentablemente en el tema de la pederastia el fuero religioso ha privado en nuestro país y ahí no es solamente responsabilidad de la Iglesia, sino también de las autoridades cómplices. Es lamentable que sigamos siendo testigos de la manera en que los actores religiosos son solapados y no solamente por cuestiones de abuso sexual. Recordemos al obispo de Córdoba, Eduardo Patiño Leal, quien manejando bajo los efectos del alcohol atropelló a una anciana. Al gobierno local y estatal solo le faltó pedirle perdón clérigo. Este tipo de actitudes promueven la idea de una Iglesia intocable y con capacidad para burlar las leyes eclesiásticas y civiles. Gran parte de la crisis que vivimos de violencia e inseguridad nos lleva a replantearnos cosas y Norberto Rivera con su actitud mundana, ha politizado la función religiosa.
¿Cómo será recordado Norberto Rivera?
Como un actor tradicionalista, conservador. Conforme pase el tiempo su discurso misógino y triunfalista quedó en una dimensión arcaica. Su sensibilidad está muy alejada de la gente.
Fuente: Aristegui Noticias