Entender otras culturas es algo tan apasionante como complejo. Es posible que si no interiorizamos desde la cuna las sutilezas, incoherencias, usos y costumbres culturales de una región caigamos en el error de juzgarlo desde la perspectiva que nos ofrece la nuestra.
Nobuyoshi Araki ha sido capaz de contrariar a culturas propias y ajenas, con solo una fotografía de un desnudo integral de una mujer atada la sociedad japonesa se escandalizaría por la visión del aparato reproductor y, aún más, del pelo que lo cubre, la cultura occidental condenaría la visión de una mujer atada, el mundo anglosajón seguramente lo vería inmoral y la cultura musulmana condenaría a la mujer que se ha prestado a hacerse la fotografía.
La verdad es que todos estos estereotipos culturales pueden responder, o no, a los motivos que han llevado a convertir a Nobuyoshi Araki en uno de los fotógrafos más controvertidos en el mundo.
Sus inicios
Araki nació en 1940 en Tokio, concretamente en una pequeña localidad obrera en la margen Este del Río Sumida; Shitamachi. Con 23 años se graduó en fotografía y dirección de cine en la Universidad de Chiba, poco después presentó un proyecto fotográfico llamado Satchin que le hizo ganar el prestigioso premio Taiyo.
Realiza su primera exposicón personal en el edificio Shinjuku Station de Tokyo. Sus primeras fotografías no era eróticas, ni hablaban de mujeres o BDSM, se trataba en su mayoría de mendigos y gente pobre que encontraba en los alrededores de su ciudad, en barrios muy deprimidos y marginales como Minowa.
En esa primera época está interesado en contar el día a día de su entorno más cercano, a modo de crítica social y política, es sin duda su obra menos conocida.
Tras el éxito de sus primer proyecto consigue un trabajo en una prestigiosa agencia publicitaria: Dentsu, allí conoce a Yoko con quien se casará poco después y quien se convertirá en su mejor modelo, en su alma gemela, creo que no exagero si digo que es su alma mater en su trabajo y álter ego en la vida. Yoko viene con sorpresa y la familia se amplía con Chiro, un precioso gato que acompañará a la pareja en sus aventuras. Esto supone el primer punto de inflexión en su carrera y comienza su etapa más productiva.
Kinbaku, sexo y denuncias en su etapa más frenética
Yoko se convirtió en la mejor musa del fotógrafo, su inclinación sexual le abrió un mundo desconocido y apasionante que le ayudó a llegar a disparar hasta 80 carretes fotográficos por día.
“El kinbaku (hacer nudos con cuerdas) es diferente del BONDAGE. Ato a las mujeres porque sé que sus almas no pueden atarse. Sólo lo físico puede atarse. Poner una cuerda alrededor de una mujer es como rodearla con el brazo
En 1970 se auto-editó un libro, decidió darlo a conocer de la manera más pragmática: enviándolo por correo a diferentes amigos, a críticos de arte y a gente desconocida que podía estar vinculada o no al mundo del arte y la fotografía y que elegía al azar de la guía telefónica.
“SI YO NO HICIERA FOTOGRAFIA, NO TENDRIA ABSOLUTAMENTE NADA. MI VIDA ES TOTALMENTE SOBRE LA FOTOGRAFIA Y POR ESO LA VIDA ES ELLA MISMA FOTOGRAFIA”
En 1971 presentó la colección privada “Senchimentaru” (“Un viaje sentimental”) un trabajo sin mayor (ni menor) pretensión que la de contar su día a día. Con una estética sencilla que parece casual e incluso insulsa está compuesto por imágenes de su mujer, paisajes urbanos que y fotos que en realidad esconden una potente intención comunicativa que dan sentido a una de sus citas más célebres: “Quiero hacer fotos que permanezcan incompletas”
“LO QUE CAPTURO ES EL TIEMPO MÁS QUE EL ESPACIO”
Aquellos años no solo fueron fantásticos para sus imágenes, sino que también sirvieron para edificar lo que se convertirá en su legado, en 1974 colaboró activamente en la creación de la Escuela-Taller de Fotografía,en el 76 inauguró la Escuela Araki y realizó una exposición con sus estudiantes llamada “Walking through Tokyo”.
“HAY UNA ATMÓSFERA CONFUSA ALREDEDOR DEL SEXO QUE ME GUSTA”
Las fotografías de Araki son muy explícitas, son habituales las imágenes de mujeres desnudas con las piernas abiertas, colgando de cuerdas o atadas en posiciones supinas, aún así, la escasa presencia de los gentales masculinos alejan a sus imágenes de las connotaciones falocéntricas, e incluso falocráticas me atrevería a decir, que de manera casi unánime monopolizan la industria del porno. Precisamente en esta clase de género es donde Araki encontraría un notable primer gran fracaso en su carrera. En 1981 constituyó la “Sociedad Araki” y dirigió una película porno llamada High School Girl Fake Diaryque no gustó ni a los seguidores del fotógrafo ni a los amantes del cine porno.
En un esfuerzo por educar en el arte del Kinbaku y alejarlo de la concepción occidental del Bondage, crea un libro titulado “Kinbaku-bi”, una colección de tres libros que, como no podía ser de otra manera, se presentan (en la edición de Taschen) atados.
“TODAS LAS MUJERES QUE ME RODEAN, TODAS LAS QUE SE PONEN FRENTE A MI CÁMARA… SON DIOSAS”
La rotundidad de sus imágenes le llevó a varias denuncias, en una ocasión en 1992, fue condenado a pagar 30.000 yenes por misoginia y conducta desordenada. Cuesta entender que un país que permite la matanza masiva de delfines, que ha diezmado la población de atunes rojos o que celebra la fertilidad en su Kanamara Matsuri haciendo verdadera apología al pene, condene con tamaño gesto el Kinbaku que, al igual que el Sumo, es una disciplina tradicional que practican dos personas adultas de manera consentida.
Esta etapa le consolidó como autor y le aupó al Olimpo de los grandes maestros de la fotografía. Su obra no dejaba indiferente a nadie.
La muerte de Yoko
Cuando a Yoko le diagnosticaron un cáncer de ovarios Araki decidió centrarse en ella. Los siguientes seis meses los dedicaría casi en exclusiva al que fue el amor de su vida, su musa, su compañera. En este tiempo realizó el que, para mí, es sin duda su trabajo más íntimo. Sin dobleces ni dobles lenguajes, sin posibilidad de dobles interpretaciones “Winter Journey” retrata la evolución de la enfermedad en su mujer. Su cámara se convierte en el altavoz que amplifica su grito en un sordo lamento que desgarra y golpea.
En una especie de resumen vital editó un libro que mezcla las dos etapas de su vida, con las fotos hechas cuando empezaron a conocerse, cuando se casaron y se fueron a vivir juntos y las imágenes de esta lenta y agónica despedida.
Nobuyoshi Araki – A Sentimental Journey, Winter Journey from Photobook Club onVimeo.
Genio y figura
¿Quisiera hoy preguntarle acerca de sus fotografías?
Mira, si quieres saber de mis fotos lee un libro o lo que sea. Los escritores siempre me estáis haciendo las mismas putas preguntas una y otra vez. ¿Qué es exactamente lo que quieres saber?
¿Por qué no empieza contándome la primera vez que agarró una cámara?
¡No, no, no! ¡Olvídalo! Vamos a olvidarnos de todo esto. Me marcho. ¿Por qué no te vas a ver la televisión o algo así? Haz el favor de no molestarme. No pienso hacer esto ni una puta vez más. Ya deberías saber toda esa mierda. Vaya una lata. Ni siquiera me preguntas sobre mis proyectos actuales. La primera vez que hice una foto… ¡no me jodas! Es patético. No tengo ninguna necesidad de que escribas un artículo para que lo lean el resto de ignorantes que tampoco me conocen, ¿vale? No me importa un carajo. No estoy interesado ni en el dinero ni en la fama. Ya no estoy interesado en eso.
Bueno, ¿puedo entonces preguntarle sobre los libros de fotografía que ha publicado?
Vamos a ver, esa es una pregunta idiota. ¿De cual quieres hablar? tengo 450 libros!
Así empieza la entrevista que Tomo Kosuga tuvo el valor de hacerle a Araki para la revista VICE. Esta entrevista choca mucho con la imagen que dan de el en eldocumental “Arakimentari” sobre la vida y obra del fotógrafo, rodado por Travis Klose
Arakimentari (2004) from Rodrigo Morales on Vimeo.
Obra de Nobuyoshi Araki
Pues sí, 450 libros que en 2012 pudieron verse en una exposición celebrada en el IZU PHOTO MUSEUM de Japón. Posiblemente se trata del fotógrafo con más libros publicados en la historia de la fotografía.
Actualmente
La familia de Araki fue su mundo, vio morir a su mujer Yoko. Su gato Chiro, que a veces esperaba a Yoko acurrucado a los pies de la cama, le acompañó en el duelo. Pero poco después Chiro también murió, de nuevo Araki escribió, de la única manera que sabe, un Réquiem. Igual que hizo con su mujer, retrató los últimos días con su amigo.
En 2001 conoce a Kaori, una joven bailarina que le trajo de nuevo la inspiración en forma de musa vestida con kimono estampado.
Me gustaría creer en el destino para poder decir aquello de “por caprichos del destino”, ya que parece obra de algún arquitecto caprichoso el hecho de que si a Yoko le diagnosticaron cáncer de útero a Araki se lo descubran de próstata. Sabedor de que puede correr el mismo destino y consciente que no hay nadie para retratarlo ha hecho como Mozart y ha escrito su propio Réquiem en un trabajo que ha titulado “Tokyo Radiation”
Actualmente artistas como Björk o Lady Gaga han manifestado públicamente su admiración por el maestro japonés y han posado para él.
BONUS
La fotografía que inicia este artículo Araki la considera premonitoria. Tras una noche de sexo desenfrenado fueron a pasear en barca, Yoko esta tan cansada que se quedó dormida, en posición fetal. Es una de las imágenes más conocidas de Araki y que, desgraciadamente, tiene una triste lectura.