Por Vicky Peláez
La tierra no pertenece al hombre, es el hombre que pertenece a la tierra
sabiduría indígena
Hay eventos internacionales que la prensa globalizada trata de silenciar o simplemente ocultar para que no trasciendan y no perjudiquen la agenda de las transnacionales, a las que el escritor Eduardo Galeano bautizó como “el club internacional de banqueros y guerreros”. Todo esto en su empeño de controlar no solamente la vida humana sino la de la naturaleza. Así pasó desapercibida la V Cumbre Continental celebrada recientemente en el resguardo La María, en Cauca, Colombia, la tierra de la comunidad nasa, donde unos 4,000 representantes indígenas del continente americano articularon propuestas en defensa de la Madre Tierra y expresaron su rechazo al modelo económico neoliberal imperante.
Los líderes de más de 40 etnias, entre ellas embera, wayúus, guaraníes, mapuches, araucos, machiguengas exigieron un alto a la firma de Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) y Tratados de Libre Comercio (TLC) que establecen políticas de entrega de los recursos naturales y crean regulaciones que permiten el saqueo de bienes y conocimientos de los pueblos. Las comunidades indígenas están preocupadas por la decisión de cuatro países latinoamericanos: Chile, Colombia, México y Perú para firmar el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP en sus siglas en inglés) junto con Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Vietnam, Malasia, Singapur y Brunei.
El TPP, que se negocia a puerta cerrada por iniciativa del gobierno de Barack Obama, es bautizado popularmente como “el Caballo de Troya Corporativo” o “NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte: EE.UU., Canadá y México) a Base de Esteroides” pues impone los intereses de las transnacionales sobre los intereses nacionales de los países firmantes. Por supuesto que todo esto se presenta bajo la cobertura del más alto nivel del mercado libre, que sin embargo, de acuerdo a sus creadores, duplicaría las exportaciones norteamericanas, acomodaría las leyes del medio ambiente de los países firmantes a los intereses de las corporaciones y cambiaría patrones de la seguridad alimentaria.
También las multinacionales se harán cargo del Seguro Social, de Fondos de Jubilación y del Seguro Médico, limitando el uso de la medicina genérica entre muchos otros rubros, como lo muestra el ejemplo de Guatemala. Después de firmar este país el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica (CAFTA) se prohibió el uso de la medicina genérica subiendo en seguida el costo de medicamentos en 20 por ciento. Una de las causas del golpe de Estado en Honduras en 2009 fue precisamente la decisión del presidente depuesto Manuel Zelaya de firmar el convenio con Cuba para abaratar el costo de los medicamentos. Los cuatro mil representantes indígenas reunidos dieron su rotundo NO a estas prácticas y exhortaron a sus gobiernos preservar la soberanía de sus países haciendo un alto a la firma de tratados de libre comercio.
Los participantes de la Cumbre Continental rechazaron enérgicamente el uso de los cultivos transgénicos por la transnacional Monsanto en los territorios indígenas del continente y demandaron derogar la Resolución 9.70 en Colombia del TLC con Estados Unidos. Esta ley prohíbe el uso de semillas naturales por los agricultores y los obliga utilizar solamente “semillas certificadas”, es decir los 14 millones de campesinos colombianos deben usar exclusivamente las semillas transgénicas que son semillas estériles de Monsanto, Cargill, DuPont, Dow Chemical Co. y de algunas otras corporaciones. De acuerdo al gurú de la gastronomía y alimentación, Carlo Petrini, actualmente “el 80 por ciento de las semillas en el mundo pertenecen a sólo cinco multinacionales”. Según este especialista, cuando la industria tenga el control total sobre la producción ya no existirá el campesino ni agricultor.
Los indígenas latinoamericanos, igual como todos los hombres de conciencia se oponen a los intentos de las corporaciones multinacionales de convertir la naturaleza en una mercancía pues la ven desde afuera, como lo presenta Eduardo Galeano, mientras que “las culturas indígenas la ven desde adentro”, como parte inseparable de su propia existencia. Se dan perfecta cuenta que el actual sistema globalizado está creando condiciones para la destrucción del medio ambiente y como lo sustenta Carlo Petrini, produce un desperdicio que nunca antes en la historia de la humanidad se había visto, no respeta tradiciones, destruye poblaciones y roba el futuro”.
No es ningún secreto, según este especialista, que “en los últimos 20 años se han usado más químicos que los que se habían utilizado en los 120 años anteriores”. Lo que les preocupa a los indígenas latinoamericanos reunidos en Colombia es el modelo depredador y de explotación irracional que “ha puesto en riesgo la vida y la vigencia de todos los seres del planeta”. Las recientes críticas del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) de Naciones Unidas (ONU) al gobierno argentino confirman las preocupaciones expresadas en la Cumbre. Resulta que los desmontes, agro tóxicos, soja transgénica y minería a cielo abierto “han forzado a los pueblos indígenas a dejar sus territorios”, además, el uso de pesticidas químicos ha afectado negativamente la salud de estas comunidades”, sostiene este informe, concluyendo que el actual modelo agropecuario atenta contra la agricultura indígena.
Todo esto es harto conocido por los pueblos indígenas que estaban advirtiendo desde hace décadas el daño irreparable que produce la explotación depredadora, que no está sujeta a ningún control, a la Madre Tierra y a toda la naturaleza. La agricultura industrial y la política económica extractivista impuestas por el neoliberalismo para obtener el máximo de las ganancias hacen gran daño al medio ambiente y debilitan la agricultura campesina. A la vez la existencia de las leyes antiterroristas en la mayoría de los países latinoamericanos, desde Honduras a Argentina permite al agro negocio y los desalojos de pueblos nativos de su tierra ancestral, lo que representa una clara violación de los derechos humanos.
Los representantes de los indígenas exigieron también la cancelación de las concesiones mineras, que actualmente abarcan numerosos territorios indígenas, en todo el Continente y poner un alto a la lotización petrolera y minera en sus territorios. En el Perú, por ejemplo, el 72 por ciento de la Amazonía ha sido lotizado para más de 30 corporaciones multinacionales de gas y petróleo, siendo la mayoría de los Estados Unidos, la Unión Europea y China, en las zonas más ricas en especies de mamíferos, aves y anfibios. Lo trágico es que 58 de las 64 lotizaciones autorizadas por los gobiernos de Alejandro Toledo (2001-2006) y de Alan García (2006-2011) se encuentran en tierras de las comunidades campesinas e indígenas. Lo mismo está pasando en Brasil, Ecuador, Colombia y Bolivia donde las exploraciones de petróleo y gas ponen en riesgo a uno de los bosques más biodiversos y prístinos del planeta.
Los proyectos de extracción de gas de esquisto en América Latina (shale), siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos y la Unión Europea, representan un nuevo peligro para la naturaleza porque contaminaría las fuentes subterráneas de agua dulce y afectarían las generaciones futuras. Ya está probado que la extracción de gas natural de las formaciones geológicas llamadas esquistos gasíferos mediante la fracturación hidráulica (FH) contamina el medio ambiente. De acuerdo a los estudios científicos, cada pozo FH requiere entre 4 a 30 millones de agua y entre 80 a 300 toneladas de químicos como benceno, tolueno, etilbenceno y xileno que son cancerígenos.
Todos estos problemas se reflejaron en la declaración final de la V Cumbre del Continente que decidió declarar el 12 de octubre Día de la Resistencia Continental “contra el capitalismo extractivista y el saqueo de los bienes naturales por la gran minería, la explotación petrolera, el gas y los megaproyectos”. A la vez exigieron a las Naciones Unidas aprobar una Declaración Universal de los Derechos de la Pachamama (Madre Tierra) para poder defender y protegerla a lo largo y ancho del Abya Yala (Continente Americano).
Reza una oración indígena maya: “Oh Gran Creador, Corazón del Cielo, Corazón de la Tierra, nuestra Madre: Danos vida, mucha vida y una existencia útil, para que nuestros pueblos encuentren la paz en todas las naciones del mundo”.
Fuente: RIA Novosti