Cuando el sábado 8 de diciembre el presidente Hugo Chávez anunció a Venezuela que su cáncer había vuelto a resurgir y que tendría que operarse de nuevo, a su izquierda, en la mesa desde la que hablaba, conmovido y fiel como siempre, le acompañaba su canciller y vicepresidente Nicolás Maduro, a quien pidió elegir en caso de que él falte. El siguiente es el perfil de Maduro.
Pasando por encima de otros posibles herederos –como el ex vicepresidente y sociólogo Elías Jaua y el presidente de la Asamblea Nacional, ex militar e ingeniero Diosdado Cabello— Chávez designó a Maduro, un exchofer de autobús y dirigente sindical sin ninguna educación universitaria formal, como su sucesor en caso de que quede “inhabilitado” para gobernar.
Maduro, de 49 años, había sido nombrado tras la reelección de Chávez el pasado 7 de octubre como vicepresidente y ratificado al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores donde se desempeña desde 2006. “Miren dónde va Nicolás, el autobusero Nicolás. Era chófer de autobús en el metro, y cómo se han burlado de él”, dijo Chávez al nombrarlo en el nuevo cargo.
Fue Maduro quien anunció que el presidente había sido operado de un “absceso pélvico”, y luego lo visitó frecuentemente en La Habana durante sus tratamientos médicos.
Fue Maduro, quien sustituyó a Chávez en todas las cumbres y reuniones internacionales a las que el presidente no pudo asistir por estar convaleciente.
El viernes, cuando Chávez volvió de La Habana, donde se sometió a un tratamiento de oxigenación hiperbárica y a nuevos exámenes médicos, lo hizo acompañado de Maduro, que apareció bajando las escalinatas del avión tras el mandatario, un gesto que algunos analistas leyeron en clave sucesoria.
Maduro es considerado del ala moderada del círculo más próximo al presidente venezolano, a diferencia de otros estrechos colaboradores como Diosdado Cabello, un exmilitar que participó en el fallido golpe de Estado que Chávez encabezó en 1992.
El politólogo Ricardo Sucre destaca las cualidades de Maduro: “No es ruidoso verbalmente” y “pareciera ser una persona, con la naturaleza de canciller, dispuesta al diálogo”.
No es esa la impresión que dejó Maduro a los presentes en la Asamblea Extraordinaria de la OEA, en Washington, en 2009, cuando se acordó la expulsión de Honduras de ese organismo, tras el golpe de estado que sacó del poder al aliado e imitador de Chávez, Manuel Zelaya.
En esa ocasión, el “suave” canciller tuvo una intervención desafortunada en la que pareció no estar a la altura de las circunstancias y gritó como un energúmeno, a pesar de que estaban presentes presidentes, cancilleres y embajadores.
Algo parecido sucedió en julio pasado en Paraguay, donde Maduro fue acusado por el gobierno guaraní de “injerencia”, por haber arengado supuestamente a los comandantes militares paraguayos para evitar la destitución del presidente Fernando Lugo en un juicio político en el Congreso.
Pero como señala adicionalmente Sucre, Maduro, por alguna razón, “es la opción de los (líderes cubanos Fidel y Raúl) Castro”.
Como canciller, Maduro adoptó al pie de la letra el discurso “antiimperialista” del presidente, hostil a Estados Unidos, así como la defensa de los regímenes de Siria o del fallecido líder libio Muamar Gadafi.
A la vez, participó en los procesos de integración regional impulsados por Venezuela en los últimos años, como la CELAC, así como en las negociaciones con los nuevos socios político-económicos de Venezuela, China y Rusia a la cabeza.
Y por si todo eso no fuera razón suficiente para que Maduro se convierta en el sucesor de Chávez, queda el vehemente pedido del mandatario, casi a manera de último deseo.
“En ese escenario que obligaría a convocar, como manda la Constitución, de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente… Yo se los pido desde mi corazón”, dijo Chávez.
La Constitución estipula que cuando se produzca la “falta absoluta” del presidente electo antes de tomar posesión, “se procederá a una nueva elección” dentro de los “treinta días consecutivos siguientes”, y que mientras se elige y toma posesión el nuevo presidente, “se encargará” a “el presidente de la Asamblea Nacional” como responsable del Ejecutivo.
Henrique Capriles, ex candidato presidencial y actual candidato a la gobernación del Estado Miranda fue tajante para aclarar las interrogantes que plantea la situación de Chávez para Venezuela.
“Mire, cualquier interrogante, la Constitución tiene la respuesta”, dijo. “En Venezuela no hay sucesión, eso es importante decirlo, en nuestro país la Constitución es clarita, aquí la sucesión, aquí las interrogantes siempre las resolverá nuestro pueblo”.
Así que falta que ver lo que decidan los venezolanos.
Fuente: Voz de América