Por Xavier Caño Tamayo*
Seis hombres se prendieron fuego en Bulgaria y otro lo intentó en las últimas semanas. Cuatro fallecieron, dos quedaron gravemente heridos y otro se salvó porque la policía impidió que se quemara. Por pura desesperación y por los sufrimientos e incertidumbres que la crisis y sus falsas soluciones causan a la población. Esos días, docenas de miles de personas salieron a la calle manifestándose contra la pobreza y la corrupción. Y derribaron al Gobierno.
A pesar de que el déficit es inferior al 2% del PIB, en Bulgaria se aplica férreamente la implacable austeridad que impone la Unión Europea. Una austeridad que ha desintegrado el sector público, recortado la atención hospitalaria, congelado salarios y pensiones y reducido ayudas al desempleo mientras el paro aumenta aceleradamente. El resultado es que, según Eurostat, el 49% de búlgaros vive en la pobreza.
2010 fue elegido por la Unión Europea como año límite para erradicar la pobreza del continente. Pero ese año había 80 millones de personas que vivían por debajo del umbral de pobreza. Peor aún, en 2012 ya eran 120 millones los europeos pobres con severas privaciones materiales.
Según el estudio de Eurostat, con Bulgaria, sufren considerable pobreza Rumanía y Letonia con un 40% de población empobrecida; Lituania 33%; Grecia y Hungría 31%, y España y Grecia casi 22%. Docenas de millones de personas solo sobreviven en Europa. Sobrevivir, que no es vivir. Incluso en Alemania se nota la pobreza. Una pobreza nada casual.
Un informe de 2011 sobre derechos sociales y económicos en Alemania, elaborado por veinte ONG (entre ellas Amnistía Internacional), muestra que el país se ha degradado. La Agenda 2010, definida por el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung como la mayor amputación de derechos sociales en Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial, impuso los recortes y la austeridad que causó el retroceso.
Las cifras oficiales dicen que hay unos 3 millones de parados. Cifra no escandalosa, pero más de 5 millones de personas con empleo necesitan ayuda social para vivir porque los sueldos no alcanzan para hacerlo con la dignidad mínima exigible. La precariedad laboral establecida ha creado una nueva categoría: pobre a pesar de tener trabajo.
Cruz Roja y Media Luna Roja han informado de que esos pobres nuevos aumentan en Europa. Más de 26 millones de personas no tienen empleo en esta Unión Europea en recesión y millones de personas sufren por falta de alimentos y de asistencia médica, pueden ser desahuciados o ya perdieron sus casas.
Oficialmente, ser pobre es disponer de menos del 60% del salario medio de un país. En el caso español, el umbral de pobreza para un adulto que viva solo está en 6.278 euros anuales. Y para una familia de padres y un hijo menor, el umbral de pobreza es 11.300 € anuales. Treinta euros diarios para pagar vivienda, luz, agua, calefacción, alimentarse, vestirse… Es decir, ser pobre.
La austeridad como respuesta falaz a la crisis ha conseguido que millones de europeos que antes vivían sin sobresaltos, ahora lo hagan de forma complicada y precaria. Tener trabajo y estar en riesgo de exclusión social ya no es un absurdo en Europa. Rebajas salariales, subidas de precios, pérdida de poder adquisitivo, disminución y empeoramiento de servicios públicos más aumento de inestabilidad laboral han aumentado el número de personas que, aún con empleo, roza la pobreza. En España, por ejemplo, la tasa de esa pobreza laboral pasó del 10,7% en 2007 al 12,7% en 2012, según un estudio de la Fundación Alternativas.
La impuesta austeridad que ha generado toda esa pobreza en Europa consiste en quitar dinero a la ciudadanía para rescatar bancos, financiar la crisis bancaria con deuda pública, aprobar reformas laborales para abaratar el despido, sustituir impuestos directos por indirectos, tolerar de hecho un fraude fiscal enorme, privatizar lo público… La austeridad es el medio de transferir rentas de las clases trabajadoras a la minoría rica dominante.
El resultado de la austeridad impuesta desde 2010 en Europa para afrontar la crisis es un innegable fracaso. Dos años después, los mercados no se han calmado, no hay crédito, no hay recuperación económica, hay recesión, no disminuye el déficit, crece la deuda pública, la privada es impagable, disminuye el consumo, se cierran empresas y aumenta aceleradamente el desempleo. Un descalabro. Esa pretendida austeridad despilfarra bienestar, destruye empleo y dinamita la actividad económica presente y futura. Eso es dilapidar, eso es derroche.
* Xavier Caño Tamayo. Periodista y escritor
Twitter: @xcanotamayo