Los israelíes acudían el martes a votar en una elección en la que se espera que el primer ministro Benjamin Netanyahu consiga un tercer mandato, llevando al estado judío más a la derecha, lejos de la paz con los palestinos y hacia la confrontación con Irán.
Pero el partido Likud de Netanyahu, que ha forjado un pacto electoral con el grupo ultranacionalista Yisrael Beitenu, obtendría menos bancas en el Parlamento que en los comicios anteriores, y las encuestas muestran un ascenso en el respaldo al partido de extrema derecha Casa Judía.
Fuentes políticas indicaron que Netanyahu, preocupado por su aparente caída en popularidad, se acercaría a los partidos de centro-izquierda luego de la votación en un esfuerzo por ampliar su coalición y presentar un aspecto más moderado a Washington y a otros aliados que observan atentos los desarrollos en el país.
“Queremos que Israel tenga éxito, votamos a Likud-Beitenu (…) Cuanto más grande sea, más éxito tendrá Israel”, dijo Netanyahu después de depositar su voto junto a su mujer y sus dos hijos.
Unos 5.66 millones de israelíes están llamados a las urnas, y los centros electorales estarán abiertos hasta las 10 p.m. (2000 GMT). Los resultados completos se conocerán el miércoles por la mañana, abriendo el camino para conversaciones sobre la conformación de la coalición que podrían tardar varias semanas.
La poco brillante campaña electoral no logró focalizarse en ningún tema puntual y con la victoria de Netanyahu prevista por todos los sondeos de opinión, los dos bloques políticos más importantes parecieron dedicarse más a resolver cuestiones internas que a confrontar uno con otro.
“Hay un rey sentando en el trono en Israel y yo quiero destronarlo, pero parece que eso no pasará”, dijo Yehudit Shimshi, un docente retirado que votó en el centro de Israel, en una mañana cálida de mitad del invierno boreal.
Ningún partido israelí ha conseguido nunca una mayoría absoluta, lo que significa que Netanyahu, que dice que lidiar con las ambiciones nucleares de Irán es su máxima prioridad, tendrá que hacerse con varios aliados para controlar el Knesset de 120 bancas.
El ex militar ha buscado respaldo tradicionalmente en los partidos conservadores y religiosos y se espera que tienda la mano hacia quien ha sido la estrella sorpresa de la campaña, el millonario Naftali Bennett, que dirige el partido de extrema derecha Casa Judía.
Fuente: Reuters