Su experiencia en habitar túneles ayudó al “Chapo” Guzmán a escapar de manera subterránea de las autoridades… pero ahora lo hizo desde un penal de máxima seguridad.
Para construir el túnel de kilómetro y medio de largo, 80 centímetros de ancho y 1.70 metro de altura se requirió extraer, según especialistas de la construcción, un volumen de 2 mil 652 metros cúbicos de tierra, suficiente para llenar 379 camiones con capacidad para 7 metros cúbicos.
Joaquín “El Chapo” Guzmán, preso hasta ayer en el penal de alta seguridad del Altiplano, antes Almoloya, pudo con sus cómplices hacerlo en tiempo récord de seis meses.
El personal que excavó debió haber usado taladros y una retroexcavadora, que habrían sido perceptibles tanto en movimiento de material como por el ruido.
Pero, ni desde la cárcel máxima ni en sus alrededores, ninguna autoridad vio siquiera un puño de tierra, no obstante que el personal penitenciario está capacitado y obligado a realizar periódicamente estudios de Radar de Penetración Terrestre y Tomografía Eléctrica de Resistividad para localizar elementos anómalos a profundidad, tales como túneles.
Los vecinos algo vieron. Uno de ellos, dijo que fue en agosto del año pasado cuando cinco albañiles oriundos de una localidad vecina iniciaron la construcción de la casa por donde huyó el capo. Alrededor sólo había llano y zonas de cultivo.
Una construcción del Sistema Cutzamala en las inmediaciones de la cárcel favoreció a confundir los ruidos de maquinarias.
La última vez que se le vio a “El Chapo” Guzmán fue a las 20:52 horas del sábado, cuando entró a la zona de regadera de su celda, ubicada en el Área de Tratamientos Especiales del penal. Y ahí se esfumó por un hueco rectangular de escasos 50 centímetros.
El capo caminó a otro ducto vertical, habilitado con una escalera, que descendía 10 metros más y se fue por un túnel hasta una construcción en obra negra, a unos cientos de metros de un cuartel militar.
Debían vigilar el subsuelo
Los cómplices de Joaquín “El Chapo” Guzmán cavaron un túnel de 1.5 kilómetros de longitud a pesar de que el personal del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (Oadprs) estaba capacitado para monitorear el subsuelo.
De acuerdo con una respuesta emitida por el Oadprs a una solicitud de transparencia, personal de seguridad recibió entrenamiento por parte de personal de la UNAM para utilizar la tecnología de Radar de Penetración Terrestre (GPR), así como de Tomografía Eléctrica de Resistividad (TRE).
El subsuelo era un área que preocupaba al Órgano al menos desde abril de 2012, por lo que le encargó a la UNAM que capacitara a su personal en esos aspectos.
También, la UNAM llevó a cabo un monitoreo sísmico en este Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) No. 1.
En diciembre pasado, en respuesta a una solicitud de información, el Oadprs confirmó la capacitación impartida y el estudio realizado.
Carlos Mendoza, quien es consultor en temas de seguridad pública, dijo que como parte de los protocolos de seguridad de una instalación como un penal de máxima seguridad se debe monitorear el subsuelo para que no ocurra lo que pasó, que se cave un túnel que permita la fuga de internos.
“Ahí está clarísimo que sí disponían del equipo, que capacitaron a las personas porque contaban con el instrumento y entonces no hay razón para que no hicieran el trabajo recurrente”, señaló.
El trabajo que implica construir un túnel de estas características requiere tareas que difícilmente pasan desapercibidas, resaltó Mendoza.
“Seguramente hubo corrupción, este tipo de acciones son difíciles de ocultar, el ruido que emite una excavación, el tener que estar sacando estas cantidades industriales de tierra y de escombros, no pueden hacerse sin que pase desapercibido, entonces forzosamente hubo corrupción, hubo conocimiento y hubo tolerancia de funcionarios gubernamentales”, consideró.
Fuente: Reforma