Desde la amarga experiencia de su país con los cárteles de la droga, un grupo de investigación de la Universidad Nacional de Colombia advierte que en México aún no se cobra plena conciencia de la dimensión del problema de seguridad que constituye El Chapo Guzmán. Según ellos y la policía colombiana, el cártel de Sinaloa ya se apoderó de las principales estructuras del narco en Latinoamérica, incluida la patria de Pablo Escobar y de ‘El Loco’ Barrera. Convertido en la cabeza de una especie de grupo empresarial que controla las operaciones locales, Guzmán Loera ya “le queda grande” al gobierno mexicano.
Por Rafael Croda/ Proceso
Bogotá— Transformó un grupo criminal en un auténtico holding, una multinacional con tentáculos en casi toda Latinoamérica. Sus emisarios, los emisarios del Cártel de Sinaloa, son auténticos gerentes de sus “franquicias”: Es El Chapo Guzmán, un delincuente que ya le quedó grande al Estado mexicano.
De acuerdo con una amplia investigación, cuyos resultados adelanta el politólogo de la Universidad Nacional (UN) de Colombia Pablo Ignacio Reyes Beltrán, en varias regiones de este país –con fuerte presencia del narcotráfico– se habla del sinaloense con admiración y temor.
“Todos los narcotraficantes colombianos quieren tener tratos con él. Lo buscan, le proponen negocios. En estos momentos El Chapo es el narcotraficante número uno. Sus socios de aquí dicen que en México es el dios de dioses y que el Cártel de Sinaloa es lo más fuerte que hay”, indica el también catedrático y especialista en relaciones socioculturales mafiosas, del Grupo de Investigación Cultura Jurídico-Política, Instituciones y Globalización de la UN.
Adelanta a Proceso que en el estudio del grupo sobre los paralelismos entre los fenómenos mafiosos en Colombia y México, cuyos resultados serán divulgados este año, se establece que Guzmán Loera es mucho más que el jefe de un cártel de la droga:
“Es un empresario mafioso que transformó al Cártel de Sinaloa en un grupo empresarial o holding, como McDonald’s, con sucursales y franquicias en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina. Tiene gente por todas partes; son los gerentes de su empresa. Él proporciona la logística, la protección, la red de complicidades y las condiciones para que se trafiquen las drogas. Eso fue en su momento Pablo Escobar Gaviria (el fallecido jefe del Cártel de Medellín), pero el mexicano lo hace a una escala hemisférica.”
Menciona que los organismos de seguridad colombianos detectaron la creciente presencia de enviados de El Chapo en las zonas donde operan Los Rastrojos y Los Urabeños, bandas criminales formadas por los remanentes de los grupos paramilitares que se han apropiado del negocio del narcotráfico en este país.
Según informes de la inteligencia colombiana, los emisarios del capo mexicano, incluido un presunto sobrino suyo, estrecharon sus contactos con sus proveedores locales de cocaína porque éstos pretenden entrar al negocio de las drogas sintéticas y requieren la protección y la logística del Cártel de Sinaloa.
En Perú, la Cuarta Fiscalía Contra el Crimen Organizado mantiene abierta una investigación sobre la presencia del Cártel de Sinaloa en la zona fronteriza de ese país con Ecuador, donde la estructura de El Chapo está integrada por delincuentes colombianos, ecuatorianos y peruanos, que protegen la producción de cocaína y mantienen el control sobre las rutas para traficarla.
En Colombia, la Defensoría del Pueblo reportó el viernes 4 que en el suroccidental puerto de Buenaventura hay un grupo de mexicanos verificando la salida de cocaína. Es el principal punto de distribución de grandes cargamentos de la droga hacia Centroamérica, México y Estados Unidos.
De acuerdo con el profesor Reyes Beltrán, “el Cártel de Sinaloa, el holding, supervisa la logística de producción y distribución de cocaína en los países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) y sus socios locales trabajan como franquicias, pero cada vez hay un mayor control de los mexicanos en los canales de producción y distribución”.
Añade: “Buenaventura es una salida estratégica. La otra es el Golfo de Urabá (en el noroccidente de Colombia), donde El Chapo puede operar con sus socios de Los Rastrojos y Los Urabeños para poner la droga en Centroamérica y en México; ahí él tiene otras estructuras para mover la droga a Estados Unidos”.
De acuerdo con el politólogo, “al Estado mexicano le ha quedado grande la tarea de acabar con El Chapo Guzmán y con toda su estructura, por esa razón: El Chapo ya es un holding, una empresa matriz multinacional, que implica una estructura mafiosa con gran poder de infiltración en las instituciones policiacas y militares de México y otros países”.
A decir de Reyes Beltrán, es “imposible” que el narcotraficante más buscado de México (desde que se fugó del penal de Puente Grande, Jalisco, el 19 de enero de 2001) haya evitado su captura durante tanto tiempo sin contar con una red de protección a cargo de funcionarios gubernamentales.
“Este esquema lo reproduce en toda la región a través de sus socios (…) Tiene un ejército, aviones y lanchas para transportar drogas; posee los mecanismos para lavar activos, el control de varias rutas desde Sudamérica hasta Estados Unidos, los canales de comercialización. Y cobra un porcentaje a sus socios, filiales y franquicias por el uso de esa estructura empresarial multinacional. Es mucho más que un cártel de la droga”, señala.
(Fragmento del reportaje principal de Proceso 1888, ya en circulación)