Un termo explosivo, una olla con una bomba escondida debajo de las salchichas y un artefacto dentro de una lata de aceite de automóvil.
Son algunas de las ingeniosas bombas trampa que los nazis diseñaron durante la Segunda Guerra Mundial para hundir barcos británicos.
Las muestran unos dibujos realizados por un joven artista por encargo en aquel momento de la unidad de contraespionaje del MI5, el servicio de seguridad británico, que quería tener registro de los artefactos que iba descubriendo.
Tras estar perdidos durante 70 años, los dibujos aparecieron recientemente en una casa en un pueblo de Inglaterra.
Entre ellos hay una bomba lapa magnética para el casco de un barco que explota cuando se separa.
Y luego hay artilugios temporizadores, de los más complejos a los más simples, como un tubo de laboratorio lleno de guisantes secos que se expande a medida que absorbe agua para que los cables hagan contacto.
Todas fueron armas ideadas por expertos alemanes en sabotaje para extender el caos entre sus enemigos británicos.
Un rumor dice que la barra de chocolate explosiva tenía como objetivo el intento de asesinato de Winston Churchill, aunque no se sabe cómo se suponía que iba a llegar hasta él ni cómo los alemanes iban a asegurarse de que era el propio Churchill el que la iba a abrir, en lugar de alguien de su familia o sus empleados.
Los 25 dibujos, ejemplos exquisitos de delineado en la década de 1940, fueron encargados a Laurence Fish por Victor Rothschild.
Rothschild y su secretaria, que luego se convirtió en su esposa, constituían dos tercios de la minúscula unidad de contraespionaje del M15.
El tercer miembro era un detective inspector de policía, Donald Fish.
Cuando Rothschild estaba buscando a alguien para documentar las bombas cazabobos que iba descubriendo, Fish sugirió a su hijo, un delineante autodidacta que había aprendido el oficio antes de la guerra cuando trabajaba para la marca de autos Alvis.
Hundir barcos
La idea era que los dibujos sirvieran como una especie de manual para cualquiera que tuviera que desactivar artilugios similares. Y había muchos.
“Los alemanes tenían como uno de sus principales objetivos destruir los barcos británicos con las cargas que llevaban dentro“, explica el historiador Nigel West, que ha escrito varios libros sobre espionaje.
“La idea era matar de hambre al Reino Unido para forzar la rendición. Y crearon artilugios muy ingeniosos que podían introducirse en barcos y guardarse en las bodegas con temporizadores: querían que los barcos se incendiaran o se hundieran mientras estaban en el mar”.
Rothschild era un personaje muy interesante, un científico y autoproclamado experto en muchas cosas, que como cuarto barón Rothschild se convirtió luego en director de un pionero gabinete estratégico (apodado el Think-Tank) creado por el primer ministro Edward Heath.
También era valiente. Ganó la Medalla George al mérito civil por desactivar una bomba cazabobos escondida por los alemanes en un cargamento de cebollasque había llegado por barco desde España a Gibraltar.
Un lugarteniente de la Armada Real había perdido un brazo y un ojo con un artilugio similar.
Rothschild iba explicando continuadamente lo que hacía por teléfono, de forma que su secretaria pudiera tomar notas y mantener un registro de cada paso que daba, por si algo fallaba.
“Secreto”
“Rothschild era inmensamente generoso con el dinero de su familia”, dice Nigel West.
“No recibía un salario, casi seguro que fue el mismo quien pagó a Fish por las ilustraciones, ponía su casa a disposición de los oficiales del MI5 cuyas casas eran bombardeadas en el centro de Londres”.
Lea también: El cajero que resultó ser un superespía de la Segunda Guerra Mundial
“Y cuando el MI5 necesitó una oficina en París tras la liberación, Victor simplemente abrió una de sus mansiones”.
Rothschild, que era teniente coronel, encargó las kilustraciones a Laurence Fish a través de cartas que llevaban la leyenda de “Secreto”. Las cartas muestran una relación de trabajo cercana.
“Se llevaban tan bien”, dice la viuda de Fish, Jean Bray.
“Eran una combinación increíble”.
“Rothschild sentía mucho respeto por Laurence…No sé por qué, pero funcionaban”.
Fish guardó las cartas. Pero los dibujos se desvanecieron. Rothschild enmarcó su favorito y lo colgó en la pared de su estudio. Un par de otros dos se conocen a través de las fotografías. Pero sobre el resto, nada.
Pero hace unas semanas, miembros de la familia Rothschild estaban limpiando su casa en Suffolk cuando descubrieron un fajo de dibujos guardados en una cómoda.
La hija de Rothschild, Victoria, se dio cuenta de qué eran y se puso en contacto con Jean.
Disco rotatorio
A partir de la década de 1950, Laurence se convirtió en un exitoso artista, diseñador gráfico y pintor de paisajes.
“Era un trabajo interesante, obviamente”, me dijo Jean, “y debió hacerlo en un gran estado de concentración, pero no iba a ganar dinero con él así que en cuanto la guerra terminó, se puso a hacer algo que le permitiera vivir”.
En el viejo estudio de su marido, en el último piso de su casa en un pueblo inglés, Jean me enseñó la pila de dibujos, envueltos con cuidado en papel marrón, cartulina y papel de seda, que Victoria Rothschild Gray le había enviado.
La barra de chocolate explosiva puede ser la más famosa, pero el favorito personal de Jean es un temporizador excepcionalmente complejo que contiene un disco rotatorio.
En la parte de arriba dice en letras negras “No desenrosques aquí”. En la parte de abajo, en negritas también, dice “Desenrosca aquí primero”.
Ahora Jean espera que un museo o archivo acepte los dibujos, hechos con precisión a mano mucho antes de que existiera el diseño por computadora, y un registro fascinante de la endiablada ingenuidad de los tiempos de guerra.
Fuente: BBC