Muere en prisión dictador Videla

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Buenos Aires— El dictador Jorge Rafael Videla murió este viernes a las 6.30 de la mañana, a los 87 años, en lacárcel bonaerense de Marcos Paz donde cumplía varias condenas a prisión perpetua por secuestros, torturas, asesinatos y apropiación de bebés. Fue el rostro del terrorismo de Estado y se creyó partícipe de una cruzada. Nunca dejó de reivindicar lo que hizo.

Videla era el jefe del Ejército cuando las Fuerzas Armadas derrocaron a Isabel Martínez de Perón, el 24 de marzo de 1976, dando inicio a la era más sangrienta de la Argentina moderna.

En 1977, en momentos que arreciaban las denuncias internacionales contra la dictadura, Videla viajó a Venezuela. En Caracas dijo frase “los desaparecidos no están vivos ni muertos”.

Treinta y cinco años más tarde abandonó las metáforas y dio su versión de la actuación castrense. “Para no provocar protestas dentro y fuera del país, sobre la marcha se llegó a la decisión de que esa gente desapareciera; cada desaparición puede ser entendida como el enmascaramiento, el disimulo de una muerte”, dijo dos años atrás sobre las “siete u ocho mil personas” que perdieron la vida entre 1976 y 1983 por la represión de las Fuerzas Armadas.

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Reacción de las Abuelas de la Plaza de Mayo

“Un ser despreciable ha dejado este mundo”, dijo Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, la organización que busca a los niños desaparecidos, al enterarse de la noticia. “La historia seguramente considerará el genocidio que hemos sufrido los argentinos, el oprobio de una dictadura cívico-militar como la que él encabezó, de la que no se arrepintió y de la que, incluso, hizo declaraciones tardías para reivindicar todos sus delitos”, añadió.

Videla siempre trató de dar la imagen de un hombre profundamente religioso y taciturno. Pero, en la cárcel, abandonó el bajo perfil e hizo declaraciones filosóficas y provocadoras. El dictador dejó su testamento político al periodista Ceferino Reato, autor del libro “Disposición Final. La confesión de Videla sobre los desaparecidos”.

A lo largo de esas páginas, el general destituido en virtud de los crímenes cometidos se mostró despechado con los sectores económicos que en su momento sostuvieron a los militares en el poder, y luego le dieron la espalda cuando empezaron los procesos judiciales. “Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más.”, dijo Videla que les decían, aunque sin hacer referencias explícitas. “Se lavaron las manos. Nos dijeron: `Hagan lo que tengan que hacer¿ y luego nos dieron con todo”, se quejó frente a Reato.

“Sacar de servicio una cosa inservible”

No lo ha perturbado un ápice la semejanza de la frase “Disposición final”, alusiva a los prisioneros que desaparecerían, con la “Solución final” del nazismo.”Disposición Final”, dijo, “fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a disposición final”.

Videla fue la figura predominante de la Junta Militar y ejerció la presidencia de facto hasta 1981, cuando fue reemplazado por otro general del Ejército, Roberto Viola. A la distancia consideró que el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 “fue un error” porque era innecesario “desde el punto de vista estrictamente militar”.

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 “Disciplinar a la sociedad”’

“Las desapariciones se dan después de los decretos del presidente interino Italo Luder (1975), que nos dan licencia para matar. Desde el punto de vista estrictamente militar no necesitábamos el golpe”. Y añadió: “No podíamos pedir más ni necesitábamos más”. Reato le preguntó entonces porque destituyeron a Isabel Perón. Y Videla le dijo: “Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”.

Cuando el país recuperó las instituciones, Videla, al igual que los integrantes de las juntas de Gobierno que se mantuvieron en el poder hasta 1983, fueron llevados a los tribunales. Esa había sido una de las promesas realizadas por Raúl Alfonsín durante la campaña electoral. A Videla, al igual que el almirante Emilio Eduardo Massera, lo sentenciaron a prisión perpetua a fines de 1985.

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Aministiado por Menem

El presidente Carlos Menem lo anmistió en 1991, invocando la dudosa bandera de la “reconciliación nacional”. Videla salió a la calle y se dejaba ver en las iglesias, siempre en hora de misa.

Pero siete años más tarde fue procesado nuevamente por el robo de niños nacidos en cautiverio durante el régimen militar. Videla cumplió, a partir de ese momento, arresto domiciliario. Recién pudo ser condenado por diversos crímenes de lesa humanidad cuando el Tribunal Supremo declaró inconstitucionales todas las leyes que impedían condenar a los represores.

Combatir contra Kirchner

Fue de esta manera que Videla recibió dos sentencias a 50 años de prisión. En los últimos años, el dictador rompió su silencio y salió a defender su actuación y la de las Fuerzas Armadas. Despojado de su tono confesional, llegó a pedir a los militares que se rebelasen contra la presidenta Cristina Kirchner. Desde la cárcel de Marcos Paz, donde cumplía sus condenas, arengó a sus excompañeros de las Fuerzas Armadas “de 58 a 68 años que aún estén en aptitud física de combatir” a “la presidente Cristina y sus secuaces”.

Fuente: El Periódico

 

 

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