Protagonizó un auténtico fenómeno literario a los 93 años de edad. Stéphane Hessel, el escritor francoalemán que inspiró el 15M con su obra ‘¡Indignaos!’ (‘Indignez vous’), falleció ayer en la tranquilidad de su domicilio parisino. Este pensador, testigo y artífice de mil y una resistencias, decía que ese libro había transformado su vida. «Ahora no puedo pasearme por París sin que alguien me pare en la calle para darme las gracias. Es maravilloso», aseguraba.
No es para menos. El impredecible boca a boca, que encontró en internet su gran aliado, fue el principal responsable del éxito de este ensayo político de 32 páginas. Eso, y el hastío de una sociedad cada vez más prisionera de la crisis y de sus consecuencias. Fue Indigène, una modesta editorial de Montpellier, al sur de Francia, la que se animó a imprimir los primeros 6.000 ejemplares. Con un lomo grapado y a un precio simbólico de tres euros, la empresa los colocó discretamente en algunas librerías del país. En diez semanas, alcanzó casi el millón de unidades vendidas. Tras ser traducido a una treintena de lenguas, el éxito traspasó fronteras y se replicó en un centenar de países donde se pusieron en circulación alrededor de cuatro millones de ejemplares. A pesar de todo, Hessel no se hizo de oro, ya que había renunciado a los derechos de autor.
El filósofo recogía entre sus páginas el hartazgo de toda una generación de jóvenes sin rumbo, cargaba contra la tiranía de los mercados y llamaba a la resistencia de la población, inspirando por el camino movimientos de protesta en todo el mundo, entre ellos, el de los ‘indignados’ de España, donde vendió medio millón de ejemplares. En realidad no era la primera vez que el escritor alzaba su voz contra las injusticias. Tal y como el mismo confesó a lo largo de su vida, su indignación bien podía parecerse a la que impulsó la resistencia contra el invasor nazi. Y es que las peripecias que marcaron su existencia podrían tejer los mimbres de un relato de espías.
Hijo de una pintora y un escritor judío, nació en Berlín en 1917. Con ocho años se trasladó a París. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, huyó a Londres, donde se puso las órdenes del general De Gaulle, que estaba organizando la Resistencia. Llegó a servir al contraespionaje y en 1944 regresó de incógnito a París. ¿Su misión? Contactar con los rebeldes y preparar el desembarco de Normandía. Lo delataron.La Gestapo dio con él, lo torturó y lo encerró en el campo de concentración de Buchenwald, donde fue condenado a muerte. Sin embargo, en uno de esos giros argumentales de película que a veces da la vida, Hessel consiguió cambiar su identidad por la de otro prisionero, también francés, que había muerto recientemente de tifus. El filósofo, que ahora respondía al nombre de Michel Boitel, salvó su vida y fue trasladado a otro campo de concentración, Rottleberode. Tras un intento fallido, logró escapar de los nazis. Tras la guerra se convirtió en diplomático. Fue destinado a la ONU, en donde formó parte del equipo que redactó la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.
Fuente: ElComercio.es
He aquí el Manifiesto Indignaos:
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