Muere el director de cine argentino Eliseo Subiela

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“Lamento informar que en la madrugada de hoy falleció nuestro colega Eliseo Subiela, un gran director de cine y un gran docente”, expresó Gabriel Arbós, directivo de la asociación de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), a la que pertenecía el cineasta.

Para sus colegas, Subiela fue uno de los primeros realizadores que introdujo en su obra la fantasía y la ciencia ficción como elementos centrales, siempre combinados con temas como el amor, la utopía y la muerte.

Su trayectoria en el cine comenzó como asistente de los cineastas argentinos Armando Bo y Leonardo Favio a mediados de los años 60.

El director de cine argentino Eliseo Subiela murió este domingo a los 71 años, informó el cineasta Gabriel Arbós, directivo de la asociación Directores Argentinos Cinematográficos y amigo personal del difunto.

El cineasta y guionista, director de Hombre mirando al sudeste (1986) y El lado oscuro del corazón (1992), había sufrido un infarto cardíaco tres meses atrás.

Entonces se había recuperado y estaba trabajando en una nueva película. No se precisaron las causas del deceso.

“El infarto es una de (…) las mejores cosas que me pasó en la vida”, había dicho Subiela tras ese episodio en una entrevista con el diario Clarín en la que dijo sentirse afortunado por haber sobrevivido.

“Es un trabajo insalubre el cine. Yo entendí la señal y cambié todo, hago actividad física…”, agregaba al tiempo que confesaba haberle perdido “el miedo a la muerte”.

Como director, sus películas Hombre mirando al sudeste (1986), Últimas imágenes del naufragio (1989) y El lado oscuro del corazón (1992) fueron los que más público convocaron y los más elogiados por la crítica local e internacional.

Por su trabajo en Hombre mirando al sudeste recibió un ofrecimiento para filmar en Hollywood, que rechazó por medio de una carta. La película obtuvo numerosos galardones internacionales, entre otros, el premio a la mejor ópera prima del Festival de San Sebastián y el premio de la crítica del Festival de Toronto, ambos en 1986.

En 1989 estrenó Últimas semanas del naufragio, con el que cosechó el premio al Mejor Guión en el Festival de Montreal y el Premio de la Crítica en el de Huelva, España, entre muchos otros galardones que recibió la cinta.

En El lado oscuro del corazón (1992) Subiela incorporó al guión poemas del escritor uruguayo Mario Benedetti y de los argentinos Oliverio Girondo y Juan Gelman. Con el protagónico del argentino Dario Grandinetti, fue una de las películas que cosechó más distinciones, entre ellas el Grand Prix des Ameriques del Festival de Montreal.

Entre sus obras también estuvieron No te mueras sin decirme adónde vas (1995), Despabílate amor (1996) y Pequeños milagros (1997), El lado oscuro del corazón 2 (2001) y No mires para abajo (2007).

Durante 2012 protagonizó una polémica con el gobierno de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), al que criticó por no poder adquirir moneda extranjera para encarar un viaje en el que tenía previsto registrar algunas imágenes.

Tiempo después, Subiela sostuvo que en respuesta a aquellos cuestionamientos había sido investigado por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), la entidad tributaria argentina.

Entre sus últimos proyectos se encontraba filmar Corte final, que tendría un elenco encabezado por Miguel Ángel Solá.

Además de su labor como cineasta, Subiela era director de la Escuela Profesional de Cine que llevaba su nombre y que había fundado en 1994 en Buenos Aires.

En Argentina fue considerado uno de los cinco mejores directores de la década 1981-1991, y en el exterior nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de la República Francesa (1990) y miembro honorario de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (1995).

En su sitio oficial web, escribió que “al principio el cine era para mí, ante todo, el lugar donde más tiempo me pasaba con los ojos cerrados”, para luego explicar que durante su adolescencia las salas de cine eran el mejor lugar para besarse con muchachas de su edad.

“Había que aprender a amar con los ojos abiertos. Después de todo, el cine es el único sueño que se tiene con los ojos abiertos. Una sala de cine es el único lugar en el que, a oscuras, vemos más. Si yo fuese arquitecto me especializaría en la construcción de cines. No ya por amor a las películas, sino porque no me parece que haya misión más poética de la arquitectura que la construcción de espacios donde la gente va a soñar”, se lee en su sitio oficial.

Fuente: La Jornada/ Agencias

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