Al menos 68 reclusos murieron en un nuevo baño de sangre en la penitenciaria ecuatoriana de Guayaquil, tomada por bandas del narcotráfico que ya habían protagonizado una de las peores masacres carcelarias de Latinoamérica con más de cien fallecidos.
Por varias horas los internos se trenzaron en una pelea con armas y explosivos, pese al estado de emergencia que rige en el anarquizado sistema carcelario.
Los nuevos choques estallaron la noche del viernes, cuando uno de los grupos invadió un pabellón para dar muerte con “salvajismo” a miembros del bando contrario, describió Pablo Arosemena, gobernador de Guayas, en cuya jurisdicción está Guayaquil (suroeste).
Este sábado la comandante de la Policía ecuatoriana, general Tannya Varela, informó en rueda de prensa sobre el trágico resultado de las disputas que han sumido al país en un caos carcelario sin precedentes.
En un primer reporte habló de “58 privados de la libertad que perdieron sus vidas”, pero luego la fiscalía, en un tuit, elevó a 68 el número de víctimas mortales. También informó sobre 25 heridos.
En una transmisión en vivo desde Facebook, un preso suplica ayuda. “Hay muchos heridos y hay muertos en la parte de abajo, no sabemos cuántos”, dice el hombre antes de alertar que los agresores están traspasando los muros a través de “huecos” abiertos con explosivos.
En la mañana, policías con pasamontañas bajaban un cuerpo por los muros ensangrentados, según observó un fotógrafo de la AFP. En una de sus imágenes se ve el cadáver de un hombre en uniforme naranja en la parte alta del penal.
Fuente: AFP