Con su vida y la de su hermano David recién salvadas al descubrirse un presunto plan para asesinarlos, el diputado Ricardo Monreal evita especular sobre la autoría intelectual del fallido atentado. En entrevista con Proceso apunta que México, debido a las erráticas estrategias para combatir al crimen organizado, está entrando a una espiral de violencia similar a la que azotó a Colombia hace tres décadas. Y añade que si las cosas no cambian, el enojo social podría estallar: “Se está cocinando algo grave”, advierte.
Por Jesusa Cervantes/ Proceso
Con muestras de fatiga, apenas manteniéndose entero tras las horas de zozobra que le provocó el saberse tan vulnerable, Ricardo Monreal Ávila resume el frustrado plan de asesinato en contra suya y de su hermano David como una extensión de la degradación social y decadencia política que vive el país; un lugar donde “el enojo” y “la crispación social” de hoy generan esa sensación de que “algo grave está por ocurrir”.
La confirmación de que cuatro sicarios se prepararon para ejecutar a dos integrantes de uno de los tres Poderes de la Unión hicieron al diputado federal remitirse a la Colombia de los ochenta: “El asesinato de políticos, porque ya estamos a ese nivel”, dice preocupado a Proceso.
La madrugada del viernes 5, cuatro hombres fueron detenidos por agentes de la Procuraduría General de la República (PGR); estaban hospedados en un hotel a pocos metros de las oficinas privadas de Ricardo Monreal, legislador de oposición conocido por la contundencia y solidez de sus denuncias contra los últimos tres gobiernos federales (dos del PAN y uno del PRI).
A sus oficinas suele acudir su hermano, el senador David Monreal, el otro objetivo del grupo de sicarios, según la PGR, instancia que junto con los equipos de inteligencia de la Secretaría de Gobernación descubrió el presunto plan para ejecutar a los dos legisladores, a quienes alertó del riesgo la noche del martes 2.
En un país como México, donde el sexenio pasado dejó unas cien mil personas asesinadas o desaparecidas por el crimen organizado y un nuevo gobierno que arroja en sus cuatro primeros meses una cuenta aproximada de cuatro mil muertes, Ricardo Monreal insiste en lo errático de la política anticrimen que se sigue y en la aplastante forma de ejercer el poder, imponiendo cambios al Legislativo. Cambios que, dice, ya generan enojo social.
Ricardo Monreal, quien acusó al PRI de recurrir al dinero negro para encumbrar a Enrique Peña Nieto en la Presidencia, es uno de los responsables de que el Instituto Federal Electoral mantenga abierto el expediente de los gastos de campaña del actual presidente.
En entrevista con Proceso el diputado federal cuestiona no sólo la errática estrategia contra el crimen organizado sino también la forma de gobernar del priismo, que desde el Ejecutivo le ha impuesto al Legislativo reformas constitucionales. Algo que, dice, puede desembocar en una crisis de gobierno, en un enojo social que ya se siente y puede llevar a inevitables conflictos, como ya se ve en la ira del magisterio y sus tomas de carreteras.
Es un momento difícil “porque los gobiernos dictatoriales lo primero que hacen es desprestigiar al Congreso. Lo deterioran porque es el único que puede ser contrapeso y equilibrio. Cuando no hay contrapesos, hay un solo poder”.
“Ser oposición en un país como México te hace vulnerable”, sostiene. Pero descarta que el presunto intento de asesinato en contra suya y de su hermano sea un amago del gobierno para alinear y atemorizar a quienes lo cuestionan. “Fue real”, dice aliviado por saberse vivo. Reconoce también la labor de inteligencia de la administración federal.
Opositores en riesgo
A fines de los noventa Ricardo Monreal abandonó las filas del PRI y se cobijó en el PRD, que lo llevó a la gubernatura de Zacatecas. Como gobernador de un partido distinto al que ostentaba el gobierno federal, Monreal adquirió mayor presencia y se convirtió en un polémico opositor que aglutinaba a otros mandatarios. Pero también se hizo de enemigos políticos en el sol azteca; la principal: Amalia García, quien lo sucedió en el Ejecutivo estatal.
Para la elección de 2010, cuando García iba a dejar el cargo, Ricardo apoyó la candidatura de su hermano David.
Pero el gobierno federal panista filtró al diario Reforma la incautación de 14.5 toneladas de mariguana en una bodega propiedad de Cándido y de David Monreal, que no logró llegar al gobierno zacatecano.
Hoy se le pregunta si el frustrado atentado tendría que ver con el crimen organizado o incluso con las diferencias políticas que tuvo con Amalia García.
“Se demostró jurídicamente que no existió ningún vínculo con el crimen organizado; pero como dice el dicho, calumnia que algo queda… hace inevitable que gente de mala fe refiera este asunto”.
“Lo ocurrido en la bodega de mis hermanos Cándido y David fue una embestida del gobierno federal, no sólo de la PGR sino también de Gobernación… fuimos sometidos a una presión del gobierno federal y finalmente se demostró que no se tenía ningún vínculo con el narcotráfico”.
Durante la campaña presidencial de 2006 y en los siguientes seis años, como senador, Ricardo Monreal se destacó por su cada vez mayor cercanía con Andrés Manuel López Obrador y por ser un severo crítico del gobierno de Felipe Calderón.
En la campaña de 2012 fue el operador político de López Obrador y figura principal en las indagaciones y denuncias públicas –sostenidas con pruebas documentales– de la presunta presencia de dinero ilegal en la campaña de Peña Nieto. Fue él quien destapó la triangulación financiera ilícita del llamadoMonexgate. Una vez que Peña Nieto asumió el poder, el IFE aceptó que sí hubo “movimientos irregulares” de dinero en su campaña, aunque no los calificó de ilegales.
Hoy Monreal prefiere no especular con este tema como posible detonante del frustrado atentando. En la Cámara de Diputados destaca ahora por ser un acérrimo crítico de las acciones del gobierno federal y de la falta de análisis y discusión de las reformas constitucionales, contra las cuales ha votado.
(Fragmento de la entrevista que se publica en Proceso 1901, ya en circulación)