Miyazaki, el adiós de un animador

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Hayao Miyazaki, considerado por muchos el Walt Disney japonés, conmovió a la comunidad cinematográfica cuando, a través de Koji Hoshino, presidente del estudio de animación Ghibli, anunció en el marco del Festival de Cine de Venecia que se retiraba de la escena cinematográfica.

Con esta noticia, el animador tokiota que se hizo acreedor en 2003 a un Premio Oscar por su cinta El viaje de Chihiro, le pone el punto final a una trayectoria de cinco décadas que le regaló al mundo proyectos como El castillo en el cielo (1986), Mi vecino Totoro (1988), Nicky, la aprendiz de bruja (1989), Porco Rosso (1992), La princesa Mononoke (1997) y El increíble castillo vagabundo (2004).

De igual manera, al  director nacido el 5 de enero de 1941 se le atribuyen proyectos televisivos como Heidi (1974) y Marco (1976), mismos en los que participó junto a su amigo y colaborador Isao Takahata. Sin duda alguna, fue gracias a Heidi que el director Hayao Miyazaki alcanzó un reconocimiento a nivel mundial y se consolidó desde la década de los setenta como uno de los directores a seguir dentro del género de la animación.

El cine de Hayao Miyazaki se caracteriza por presentar personajes femeninos muy bien delineados y de carácter fuerte, así como historias en las que, directa o indirectamente, se hace mención al tema de la aviación, la guerra y la paz.

La exaltación que ha hecho de la mujer justo en una cultura nipona bastante conservadora, se debe al homenaje que el director le hace a su mamá, una mujer que rompió moldes culturales al mostrarse siempre independiente; mientras que su amor por los aviones y la literatura bélica la plasma debido a la influencia que tuvo de su padre, un hombre que durante muchos años dirigió un negocio que fabricaba timones para aviones de guerra.

“Siempre he pensado que los animadores sólo pueden crear a partir de sus propias experiencias de vida, del dolor, del shock y desde su mundo emocional”, externó el realizador al explicar cuáles han sido sus fuentes de inspiración.

Antes de decidirse por la creación cinematográfica animada, Hayao Miyazaki estudió la carrera de Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad de Gakushuin de Tokio, pero desde joven sintió fascinación por Osamu Tezuka, considerado como el padre del manga.

Esa atracción por la animación hizo que al término de su carrera, el joven Miyazaki se enrolara en el estudio Toei Doga, donde trabajó como intercalador (encargado de dibujos entre movimientos). Fue justo ahí cuando conoció a Isao Takahata, quien años después se convertiría en su socio e íntimo amigo.

De Heidi al Oscar

Luego de trabajar en Toei Doga, Hayao Miyazaki se enroló en las filas de Nippon Animation, compañía responsable de series míticas como Heidi, Marco o Conan, el niño del futuro, misma que es considerada como la primera serie animada que dirige Miyazaki en su totalidad (1978). Un año después y bajo el cobijo de la casa productora Tokio Movie Shinsha, Miyazaki dirige su primera película Lupin III: El castillo de Cagliostro.

El realizador nipón se aventuró en la creación de distintos proyectos animados y poco a poco tuvo la necesidad de trabajar de manera independiente. Así que en junio de 1985 fundó junto a Isao Takahata, Studio Ghibli, mismo que sigue activo hoy en día y en el que la siguiente semana dará una conferencia de prensa para aclarar los motivos por los que se retirará de la escena fílmica.

Justo en este estudio fue en el que Miyazaki ideó los mejores proyectos de su filmografía, como Nausicaä del valle del viento (1984), Mi vecino Totoro (1988), Ponyo y el secreto de la sirenita (2008) y El viaje de Chihiro, reconocida hace diez años con el Oscar de Mejor Película Animada, así como con el oso de Berlín.

La más reciente producción del director japonés, titulada The Wind Rises, se acaba de exhibir en la 70 edición del Festival Internacional de Cine de Venecia sin la presencia del realizador de 72 años. La cinta, basada en la novela  del escritor Tatsuo Hori, cuenta la historia del joven ingeniero aeronáutico Jiro Horikoshi, responsable del modelo del mítico avión  Zero Sen,  utilizado por el Ejercito nipón entre 1940 y 1945.

Este filme fue leído por algunos medios como una advertencia en contra del anuncio que hizo el primer ministro nipón, Shinzo Abe, sobre una posible revisión de la Constitución pacifista de su país.

Ante el revuelo que su cinta ha generado, Miyazaki hizo pública su postura y comentó: “Sólo se puede estar horrorizado por la falta de sentido histórico y convicciones por parte de los principales líderes políticos”. Muchos especulan que debido a esta postura política se ha visto forzado a renunciar como cineasta.

Fuente: Excélsior

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