Por Olga Aragón Castillo
Miroslava Breach Velducea ha sido asesinada a mansalva; los ocho tiros disparados contra ella por un asesino profesional, en un acto calculado de violencia extrema, deja profundamente herido al mejor periodismo de Chihuahua y muestra cuán grave es la descomposición de un estado que se desangra por la impunidad con la que actúan los corruptos y los criminales desde hace años.
No es la muerte de una periodista más, es la muerte de nuestra sociedad, que poco a poco se ha estado acostumbrando a que asesinen a sus mejores personas, silenciándolas de muy diversas maneras, como dijo el escritor Carlos Lazcano al expresar su más sentido pésame: por ti, por mí, por la familia de Miroslava, por todos los que amamos la justicia y la verdad, por todos los que queremos a este país.
Fueron muchos balazos, clara la intención de enviar un mensaje escrito a sangre y fuego.
Ocho disparos, demasiados, para acribillar a una mujer que ejercía un periodismo crítico con gran pulcritud, armada sólo de su inteligencia, su ética profesional y el poder de las palabras.
Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada, colaboradora del periódico El Norte de Juárez, fue acribillada a las 7:06 de la mañana del jueves 23 de marzo, a bordo de su camioneta, cuando salía de su casa para llevar a la escuela a su hijo Carlos, de 14 años, e iniciar temprano su trabajo periodístico, como siempre.
Periodista, madre y mujer. Mujer, periodista y madre. Tres factores cuyo orden nunca alteró la calidad de su trabajo, ni la calidez de su relación con sus seres más queridos.
Queda en la memoria una imagen que la describe por completo: 1996, Miroslava en la sala de redacción de El Diario de Chihuahua , escribiendo con pasión y profesionalismo sus notas, sus crónicas, sus columnas, al tiempo que arrullaba sobre sus piernas a su entonces pequeña hijita Andrea, quien dormía en su regazo mientras ella concluía otra extenuante jornada.
Años después, vería a Miroslava levantarse casi de madrugada, atender a su hijo Carlitos y dejarlo en la escuela para convertirse de nuevo, en el siguiente minuto, en la profesionista talentosa, sagaz y experimentada que conocimos.
Miroslava podía redactar un reportaje y enviarlo de inmediato a los medios para los que trabajaba, a la vez que preparaba la comida o revisaba las tareas de sus hijos.
Chihuahua ha perdido a una formidable periodista que fue parte de esa generación formada con principios éticos y con mística en la concepción de un periodismo de profundo compromiso social.
Ella nació en Chínipas, pueblo ubicado en el corazón de la Sierra Tarahumara. Aún era una niña cuando perdió a su padre, y sólo el amor de su madre y la fraterna solidaridad entre las hermanas y su hermano, aunada a la férrea voluntad que les caracteriza, permitieron a la familia salir adelante logrando que todos los Breach Velducea realizarán estudios profesionales.
Miroslava estudió ciencias políticas en la Universidad Autónoma de Baja California Sur, estado donde inició su carrera de periodista. Cuando regresó a Chihuahua, en 1995, de inmediato fue notoria su aportación al periodismo estatal, primero en El Heraldo de Chihuahua, posteriormente en El Diario y El Norte , y desde 1997 a la fecha en la corresponsalía de La Jornada.
Sus estudios en ciencias políticas enriquecieron, sin duda, su capacidad analítica, especialmente como columnista, donde desarrolló un estilo muy personal de elegante sobriedad y sutil mordacidad, pero siempre con apego absoluto a los más altos valores del periodismo, por lo que sus textos resultaban incuestionables aun cuando escribía de temas controversiales y polémicos.
Alejandro Gutiérrez, corresponsal del semanario Proceso en España, comenta que su compañera y amiga Miroslava Breach tenía capacidad nata para la profesión; podía relacionarse con las fuentes y lograba información notable, construía hilos conductores para obtener datos esenciales, lo mismo podía ser afable que firme con sus fuentes, con algunas establecía un vínculo afectivo, pero nunca abandonaba su papel de periodista, sabía mantener esas fronteras y por su profesionalismo se ganaba el respeto de sus fuentes y de los colegas, porque sus textos aportaban información valiosa o los matices de un conflicto.
Pese a manejar gran bagaje de datos, era puntual en usar sólo aquellos que tenía comprobados y documentados, agrega Alex Gutiérrez.
Miroslava, junto a otros corresponsales de medios nacionales, fue quizá la periodista que de manera constante y sistemática realizó más trabajos de investigación sobre empresas mineras, nacionales y canadienses, que a cambio de unos cuantos dólares despojan de sus tierras a los campesinos, especialmente en la Sierra Madre, y envenenan con cianuro el suelo, el subsuelo y los mantos freáticos con sus técnicas de lixiviación para extraer oro, plata y otros metales en minas de tajo a cielo abierto.
También es notable la constancia y profundidad con que difundió la lucha de indígenas y ejidatarios en contra de talamontes frecuentemente ligados al crimen organizado, como sucedió en Coloradas de La Virgen, donde apenas el pasado 17 de enero fue asesinado el líder rarámuri Isidro Baldenegro López, galardonado en 2005 por la Fundación Goldman por su lucha en defensa del territorio indígena y los bosques.
La difusión de los feminicidios que enlutan a Juárez y a todo el estado de Chihuahua fue tema constante en los reportajes de Miros, quien se indignó con el asesinato de Marisela Escobedo, el 16 de diciembre de 2010 a las puertas del Palacio de Gobierno del estado, en una lucha incesante en la que exigió al gobierno estatal la aprehensión del homicida Rafael Barraza, asesino de su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo, de 16 años de edad.
Miroslava escribió sin descanso sobre temas lacerantes, como las ejecuciones extrajudiciales, los levantones y las decenas de mujeres y hombres víctimas de desaparición forzada en hechos que involucran, en muchos casos, a agentes policiacos o militares.
En los más de 20 años de periodismo en Chihuahua, Miroslava Breach documentó los años de horror que ha sufrido el estado a manos del crimen organizado y a causa de una guerra sin estrategia ni inteligencia alguna, como escribió la periodista, concebida por Felipe Calderón sólo como una estratagema para tratar de legitimarse en la Presidencia de la República, a la que llegó en medio de un impugnado proceso electoral.
En su más reciente nota, Miroslava informó desde su corresponsalía sobre el enfrentamiento de dos grupos de narcotraficantes y elementos policiacos, en una balacera que se inició a las tres de la tarde y concluyó casi a la media noche del domingo 19 de marzo en carreteras y poblaciones cercanas a Cuauhtémoc, a unos cien kilómetros al noroeste de la capital del estado, donde resultaron muertos ocho civiles.
La Fiscalía General del Estado, nos informó Miroslava, confirmó la muerte de César Raúl Gamboa Sosa, alias El Cabo , líder del grupo delictivo La Línea, que se enfrentó con el grupo de Carlos Arturo Quintana, El 80 , quien presuntamente controla la zona que abarca los municipios de Bachíniva, Namiquipa y Buenaventura.
No hay tema de interés para los chihuahuenses, de trascendencia para la sociedad, sobre el que no haya escrito en los más de 20 años en que ejerció el periodismo en Chihuahua, con el reconocimiento de todos los que apreciaron en ella su profesionalismo, su credibilidad y su autoridad moral.
Hemos perdido a una gran periodista, muchos perdimos a una amiga entrañable, insustituible, Andrea y Carlitos perdieron a su madre, el dolor es inmenso en toda su familia, y más vale que todos entendamos que esta muerte tiene un impacto tremendo en toda la sociedad que por mil agravios clama justicia.
El asesinato de la periodista ocurre en un contexto sumamente preocupante, con una ciudadanía enojada ante la impunidad de que sigue gozando el priísta César Duarte, a quien señalan como el gobernador más corrupto que ha tenido Chihuahua. Este crimen atroz se comete cuando el gobierno del panista Javier Corral, con menos de seis meses en el poder, empieza a generar inconformidad en la gente, aún entre quienes votaron por él, por la incapacidad manifiesta de cumplir las promesas de un cambio real y tantas expectativas generadas durante su campaña electoral.
Miroslava ha sido asesinada a escasos tres días del sangriento enfrentamiento entre dos grupos criminales que se disputan el territorio de una de las zonas más importantes que conectan la ruta del narcotráfico con la Sierra Tarahumara, hecho que tomó de sorpresa al gobernador, quien se encontraba disfrutando del puente vacacional del 17 al 21 de marzo, jugando golf en Mazatlán, porque dice estar en su derecho de practicar su deporte favorito en sus días de asueto.
Inadmisible tanta frivolidad ante la magnitud de esos crímenes.
En la conferencia de prensa que el gobernador dio el jueves a las 14:30 horas, después de que un grupo de periodistas tomó el Congreso del estado exigiendo justicia para Miroslava y la aprobación de la ley estatal de protección a los periodistas, y cuando en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados ya se había aprobado un punto de acuerdo para exigir el esclarecimiento del crimen y la necesaria protección de los periodistas, Javier Corral comentó que una de las hermanas de Miroslava Breach le dijo, apenas ese mismo día, que en efecto la corresponsal de La Jornada y colaboradora de El Norte había estado recibiendo amenazas de muerte.
El gobernador anunció entonces lo que el gremio esperaba escuchar: que la única línea de investigación sobre este crimen será el trabajo periodístico de Miroslava Breach, no sólo sus escritos más recientes, sino el seguimiento de meses y años de todo lo que investigó y fue publicado.
Esperamos que ahora sí se realice una investigación seria para que este crimen no quede impune, como ha ocurrido con otros asesinatos de periodistas, de líderes sociales y defensores de derechos humanos, dijo la periodista Dora Villalobos. Otro anuncio esperanzador fue la invitación del gobernador Corral a que se integren los periodistas que así lo decidan al grupo interinstitucional que investigará el asesinato de Miroslava.
Chihuahua es un clamor de justicia. La voz de Miroslava se multiplica en miles de voces y trasciende las fronteras. Miroslava vive en cada periodista honrado, crítico y valiente de nuestro país.
Fuente: La Jornada