El venezolano Miguel Cabrera es el primer hispano en ganar la Triple Corona de beisbol de las Grandes Ligas: .330 de promedio de bateo, 44 cuadrangulares y 139 carreras impulsadas. Es el primero en hacerlo en 45 años. Este reportaje de El Nuevo Herald narra la historia del jugados estrella de los Tigres de Detroit.
Miguel Cabrera padre siempre supo que su hijo tenía un talento enorme para jugar al béisbol, pero la confirmación de que el muchacho estaba hecho de una madera especial le vino de una voz autorizada.
Cuando Camilo Pascual vio a Miguel Cabrera batear por primera vez con sólo 16 años, contuvo el aliento y tragó en seco, como el que está ante un descubrimiento que puede cambiar el curso de algo importante. Sin quitarle los ojos de encima al prospecto, el ex lanzador cubano de las Grandes Ligas le dijo una frase al padre que nunca olvidará hasta el final de sus días.
“Don Miguel’’, dijo el ex lanzador cubano de Grandes Ligas, “todo niño viene a este mundo con un pan bajo el brazo. El suyo lo hizo con un bate’’.
Y ahora, con un Cabrera consagrado, ganador de la Triple Corona, un premio que nadie alcanzaba en las Mayores desde Carl Yastrzemski en 1967, Pascual recuerda aquel momento en que observó al que entonces era apenas una promesa, la más grande que había visto en todos sus años de evaluador de talento para los Dodgers de Los Angeles en Venezuela.
Conocido como “El Tigre’’, Cabrera redondeó su magnifica contienda con .330 de promedio ofensivo, 44 jonrones y 139 impulsadas para conquistar el elusivo premio que tantos desvelos ha provocado entre los mejores bateadores de todos los tiempos.
El venezolano superó a sus más cercanos perseguidores, Mike Trout, Curtis Granderson y Josh Hamilton.
“Desde el batazo inicial supe que tenía enfrente a un prodigio, a un fuera de serie, y nunca dudé que, con el tiempo, sería un grande entre grandes’’, comentó Pascual, quien aún viaja dos semanas todos los meses al país sudamericano en busca de prospectos para los Dodgers. “Nunca olvidaré que llamé al momento a mis superiores y les dije que había que firmar a Cabrera, que no había nada igual en su generación. En principio accedieron a darle un bono de $1.8 millones, pero como no quisieron firmar a un primo suyo llamado Frank Torres por muchísimo menos dinero, finalmente el pacto no se dio’’.
Suerte para los Marlins que lograron atraer a Cabrera gracias a su capacidad —forzada por las circunstancias económicas y la naturaleza frugal de los dueños— para ascender con relativa facilidad a los jóvenes con talento dentro de sus sistema de granja, lo cual se cumplió al pie de la letra con el chico de Maracay, quien desde el mismo día de su debut, el 20 de junio del 2003, dejó una huella al decidir el partido con un cuadrangular.
Sería la primera de muchas, como cuando le conectó un jonrón a Roger Clemens en el 4to. juego de la Serie Mundial, o cuando en el 2005 se convirtió en el pelotero más joven con dos temporadas consecutivas de 30 o más vuelacercas, o el tercero más joven, en el 2007, con 500 impulsadas. Todo eso lo logró con los peces, que no pudieron o no quisieron recompensar a su joven slugger con un contrato digno de su talento.
Los Tigres lo hicieron.
“El es de esos peloteros que vienen uno cada mil años’’, expresó a los medios de prensa el gerente general de Detroit, Dave Dombrowski, quien durante años trabajó en la oficina central de los peces y orquestó el canje que llevó al venezolano a los Tigres, además del acuerdo de $185.3 millones que lo ató a la franquicia por ocho temporadas. “Más allá del premio de la Triple Corona, él siempre ha mantenido al equipo por delante’’.