Por Carlos Murillo González
Al capitalismo no se le discute, se le destruye.
Buenaventura Durruti
El Estado mexicano gobernado por el PRI neoliberal y en contubernio con periódicos de derecha, han encontrado un “nuevo” enemigo en quien depositar y alimentar miedos, odios y amenazas a la “democracia” mexicana en la figura encapuchada de un “anarquista” anónimo, agresivo y peligroso que, curiosamente, aparece puntualmente en cada marcha y mitin desde el primero de diciembre del 2012 (¿?)
¿Por qué el miedo a la anarquía?
Parafraseando a Erich Fromm en su libro El miedo a la libertad (1941) donde describe psicológicamente el tránsito de la sociedad alemana al nacional socialismo después de la Primera Guerra Mundial, en estos momentos el miedo a la anarquía es comparable, pues la sociedad mexicana tiende al autoritarismo manipulada no por una figura autoritaria y carismática como Hitler, sino por el retorno del partido de Estado (PRI) como partido fuerte y omnipresente, ahora en su fase neoliberal, entreguista, traidor y condimentado con fuerte tufo persignado católico.
Al igual que el primero de enero de 1994, cuando irrumpe en la escena nacional e internacional el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) primera guerrilla posmoderna anarquista, el trato del Estado y su prensa afín es prácticamente la misma de hoy: descalificación, manipulación y desinformación para presentar a los subversivos como enemigos del pueblo, como “sediciosos” a los que hay que eliminar no sin antes haber desprestigiado sus causas de origen e ideológicas. El Estado mexicano, o mejor dicho, la plutocracia cleptómana que gobierna el país apoyada en la partidocracia y la curia católica, todos de derecha, al sentirse amenazados en su modus vivendi, reaccionan de manera virulenta hacia quienes consideran sus enemigos, haciéndolos pasar por enemigos del pueblo.
La anarquía en la prensa negra
Un verdadero insulto a la memoria de los hermanos Flores Magón es la campaña de desinformación de periódicos como el Reforma, El Universal o El Diario de Ciudad Juárez, en contra del amplio y heterogéneo movimiento anarquista, que no nació hace diez meses, sino hace siglos. Aparte de asumirse anarquistas, los Flores Magón ejercían el periodismo libre y comprometido con el pueblo, algo difícil de encontrar hoy en sus colegas de estos días, pues exige no sólo veracidad, sino valentía y por lo tanto, peligros. Hoy a periódicos de izquierda como La Jornada, periódicos como los antes mencionados los descalifican como “poco serios” por que según ellos, no pueden ser imparciales al declarar abiertamente su postura política, ¿acaso el lucro capitalista detrás de sus ganancias y editoriales carece de ideología?, ¿qué seriedad acusan los amarillistas El Gráfico o el P.M.?; ¿los periódicos de derecha no tienen ideología?
La cuestión es que existe una campaña de criminalización social y de la protesta social en contra de algunas variables del anarquismo, como las y los jóvenes punks, en quienes desviar la atención y hacer olvidar así que quien verdaderamente es violento y abusa de su poder es el Estado y no al revés. Caso interesante es el de El Diario, pues ya ha demostrado en sus noticias y reportajes su mentalidad fascistoide en el desprecio a ciertos actores sociales que no son de su agrado, como los artistas urbanos o quienes viven de la limosna, pero por otro lado no tocan ni critican a verdaderas amenazas a la sociedad como los ruteros, menos aún al narco o a los jefes policiales, a quienes temen, no se diga a los gobiernos de quienes maman.
Ignorancia y malicia
Es obvio el interés cupular por confundir a la ya de por sí despolitizada sociedad al presentar a todos y todas las anarquistas como violentos y desalmados. Para crear miedos mintiendo, el PRI es un especialista: compra prensa, infiltra manifestaciones, encarcela a inocentes, asesina a activistas o firma tratados internacionales que no cumple, por ejemplo, en DDHH o de protección a las mujeres. Jamás la derecha ni ningún Estado autoritario (que lo son todos por patriarcales) te va decir por qué surge la anarquía o el socialismo, pues significaría asumir su corrupta responsabilidad, pero sí te contagiarán de sus miedos.
La malicia antes descrita destapa la ignorancia (real o pretendida) de temas que no conviene divulgar. Así por ejemplo un (a) anarquista según el Estado y sus medios, será un vándalo destructor de la paz y no un agente de cambio, haciéndoles ver ante el público como anómico, caótico y como pretexto para la represión. Cierto que existen dentro del movimiento anárquico actores y acciones violentas, pero, esa violencia es incomparable con la del Estado o del neoliberalismo; no todos los anarquistas optamos por la violencia como método o bien existen aberraciones tipo los anarcocapitalistas, defensores de la propiedad privada (sic).
Internet, el quinto poder
Para el siglo XXI la lucha por la libertad de expresión se abre en el ciberespacio. A pesar del espionaje; a pesar de los intentos de censura y a pesar del lucro económico, el internet brinda la posibilidad de subir, buscar o contrastar la información. De esta manera no sólo encuentras el famoso anónimo “Manual del anarquista” sino también su historia de dudosa procedencia. Le buscas un poco más y te encuentras el software libre o los copyfree y copyleft; a autores interesantes como Fernando Gil Villa, autor anarko (como él se asume) de la Universidad de Salamanca o a los ahora célebres Wikileaks de Julian Assange; las y los internacionalistas Anonymous o al peligrosísimo crítico del stablishment, Noam Chomsky y no se diga, los testimonios gráficos y literarios de reporteros activistas, no necesariamente anárquicos.
No se crea todo lo que dicen los grandes periódicos y medios de comunicación ligados al Estado. Alto a la campaña mediática anti anarquista. Prensa libre para Chihuahua, ¡ya!