La etiqueta #MeToo (#YoTambién) sirvió para aglutinar voces y multiplicarlas. ¿Pero puede una campaña así ser contraproducente? “Este contexto de pánico sexual difumina los límites entre la violación, la coacción sexual sin violencia y el sexo torpe y alcoholizado. El efecto es que se criminaliza el mal sexo y se trivializa la violación”, advierte Gessen en la revista The New Yorke
El aluvión de acusaciones de acoso sexual se convirtió en protagonista de la recta final de 2017. Tanto es así, que la revista estadounidense Time reconoció a “quienes rompieron el silencio” como lo más destacado del año.
Desde hace poco más de dos meses, es raro el día en que no conocemos un nuevo caso de una figura pública acusada de haber cometido abuso o acoso sexual.
En este contexto, pocos se extrañaron cuando se supo que la revista Time eligió como “persona del año” de 2017 a una multitud: mujeres y hombres que “rompieron el silencio” ante los abusos sexuales que se cometen en diversas esferas, en especial la del entretenimiento pero también en política, periodismo, el mundo empresarial o en los deportes.
“El mensaje que envía la revista Time es que las mujeres, el feminismo, son ‘la persona del año‘”, dice Dale Thomas Vaughn, cofundador de la empresa Gender Leadership Group, quien está feliz con la elección de la publicación.
Time destacó algunas de las figuras en portada y en las páginas interiores.
Pero habría sido imposible recoger todos los nombres de las personas que participaron en un movimiento que aglutinó a quienes decidieron romper el silencio y que se expresó a través de una etiqueta de redes sociales: #MeToo(#YoTambién).
Lo que empezó como una iniciativa para hacerle ver al mundo lo extendido que está el problema del acoso sexual se convirtió casi de inmediato en un fenómeno viral.
Dos meses después, tras haber visto cómo surgían etiquetas de contrapeso como por ejemplo #MeNeither (#YoTampoco) o #NotAllMen (#NoTodosLosHombres), la campaña se dirige hacia territorio desconocido.
¿Se diluirá en el tiempo o seguirá cobrando fuerza? Y en caso de que sea así, ¿existe el riesgo de que se vuelva en contra de las mujeres? Hay quienes piensan que sí.
Una revolución en redes
El estallido del escándalo por las acusaciones contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein a principios de octubre dio lugar a una bola de nieve que sigue rodando y haciéndose más grande.
La difusión en redes sociales del hashtag #MeToo a propuesta de la actriz estadounidense Alyssa Milano -aunque la idea original la concibió Tarana Burke hace diez años- le dio voz a cientos de miles de mujeres y hombres que se animaron a contar experiencias en las que fueron víctimas de abuso.
Otras personas se limitaron a compartir la etiqueta sin aportar detalles.
En cualquier caso, descubrir la colosal escala del problema fue algo revolucionario en sí mismo.
“Estamos hablando de depredadores que han cometido múltiples ofensas, no estamos hablando de hechos aislados”: Dale Thomas Vaughn, Gender Leadership Group.
Para la revista Time, “#MeToo brindó un paraguas de solidaridad para millones de personas que dieron un paso al frente y contaron sus historias”.
Sin embargo, y sin ánimo de restarle valor o importancia, también hay voces críticas que alertan sobre los peligros de dejarse arrastrar por este fenómeno.
Polarización del discurso
Basta ser testigo de la indignación que produce que alguien cuestione algún aspecto de la iniciativa #MeToo para darnos cuenta de la polarización y la tensión que existen en torno a este tema.
Y queda la sensación de que hacer una crítica significa de inmediato estar del lado de los abusadores.
“Que no haya dudas: los hombres que han acosado o abusado sexualmente deben ser señalados”, escribe al respecto la periodista de la BBC Katy Kay.
“Pero todos estamos aprendiendo en este proceso y vemos que en esto del acoso, como en casi todos los aspectos de la vida, lo que en un principio parecía una simple situación de blanco o negro, en realidad contiene toda una gama de grises”, agrega.
El pánico moral
Al hablar y escribir sobre lo que está pasando con el goteo continuo de acusaciones de acoso sexual, hay quienes dicen que corremos el peligro de caer en una situación de pánico moral.
“Causan caos y persecución y crean una sensación generalizada y exagerada de peligro”.
“En los años 80, una histeria sobre abuso satánico en guarderías puso a muchos inocentes en la cárcel”, evoca Hoff Sommers.
La periodista Masha Gessen apunta que el ambiente actual puede conducir a una situación de pánico moral o en este caso sexual.
“Este contexto de pánico sexual”, escribe Gessen en la revista The New Yorker, “difumina los límites entre la violación, la coacción sexual sin violencia y el sexo torpe y alcoholizado”.
“El efecto es que se criminaliza el mal sexo y se trivializa la violación”, añade.
Condescendencia hacia las mujeres
Gessen, que admite que compartió el hashtag #MeToo en redes porque fue violada y acosada en distintos momentos de su vida, ve otro riesgo en la tendencia a subestimar el poder de las mujeres.
“En el actual debate en Estados Unidos, a las mujeres se las trata cada vez más como niños: indefensas, incapaces de consentir, siempre al borde de ser victimizadas.
“Esto nos debe hacer reflexionar. Podemos estar regresando a una época más restrictiva sexualmente, una era en la que a las mujeres se les negaba la voluntad”.
En este sentido, la también periodista Cathy Young apunta en un artículo de opinión publicado en el diario Los Angeles Times que no se le hace ningún favor a la mujer si se le niega su autoridad para decir ‘no‘ o su derecho a decir ‘sí‘ ante los avances sexuales de un colega de trabajo.
“En el debate actual en EE.UU. a las mujeres se las trata cada vez más como niños: indefensas e incapaces de consentir”: Masha Gessen, The New Yorker.
Dale Thomas Vaughn no comparte estos recelos.
“No digo que hombres y mujeres no podamos coquetear, siempre que haya consentimiento mutuo”, señala en conversación con BBC Mundo.
“Pero no perdamos la perspectiva. De lo que estamos hablando es de depredadores que han cometido múltiples ofensas, no estamos hablando de hechos aislados”.
Para este hombre abiertamente feminista, lo que se necesita es educación, educación y más educación.
“Los hombres tenemos que ser aliados de las mujeres”.
“La regla Pence”
Sin embargo, en lugar de acercarse a las mujeres como aliados, algunos hombres pueden tender a alejarse, nerviosos ante la posibilidad de ser acusados de acoso.
“Esto se conoce como ‘la regla Pence‘, llamada así por el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, quien confesó que no se reúne ni cena a solas con colegas femeninas para evitar cualquier situación equívoca”, detalla Katy Kay.
“¿Nos cerrarán los hombres la puerta a la sala donde se toman decisiones importantes simplemente porque temen nuestra presencia? Esto puede perjudicar a mujeres profesionales al excluirlas de oportunidades laborales de las que los hombres se pueden beneficiar”.
Kay concluye con una reflexión a futuro: “Lo peor que puede suceder es que #MeToo termine volviéndose contra las propias mujeres, eso escondería el tema del acoso bajo la alfombra durante años.
“Caminemos con cuidado, actuemos con sobriedad y usemos este momento, con el voluntario respaldo de nuestros colegas masculinos, para hacer que nuestros lugares de trabajo sean más seguros y más felices”.
Fuente: BBC