Medios públicos y comerciales

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Por Ernesto Villanueva

Los medios de comunicación con cargo al erario deben tener características distintas a los comerciales para justificar su existencia en un Estado democrático de derecho. Irónicamente, en la actualidad hay mejores leyes, pero persisten prácticas tan recurrentes como cuestionables. Veamos.

Primero. Tanto la Ley Federal de Telecomunicaciones como la Ley del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano dan luces formales de lo que deben ser los medios públicos. Otra cosa, por supuesto, es que las leyes no tengan una buena factura debido a su concepción o a los errores de técnica legislativa. Esto viene a cuento porque en Jalisco el Sistema Jalisciense de Radio y Televisión (SJRT) firmó un conspicuo convenio para llenar su barra programática con la empresa Radio Fórmula. No estoy en contra de los medios comerciales, pues son necesarios para que haya una diversidad y pluralidad de informaciones y opiniones. Pero cada medio debe atender a su propia naturaleza, a sus propias audiencias, a la lógica de su existencia y a su propósito.

Lo que ha hecho el SJRT es un despropósito por lo siguiente: a) La razón de que existan medios públicos es que presenten rasgos distintivos de los comerciales que justifiquen su existencia. ¿Cuál sería la racionalidad de que los medios públicos pagados con recursos de la sociedad y los comerciales sean como dos gotas de agua?; y b) los medios públicos tienen la responsabilidad de hacer de lo importante algo interesante y poner el acento en la educación y la cultura.

Segundo. La otra noticia reciente que puede ser de pronóstico reservado es el destino de Radio Educación. Es verdad que al operar una Secretaría de Cultura se ponderan de mejor manera las más amplias formas de expresión de lo que es cultural, pero también lo es que la ausencia de perfiles idóneos en la ley puede hacer de esta victoria legal una victoria pírrica. De entrada, sería bueno dejar que Rafael Tovar y de Teresa termine el ciclo de confección de esta propuesta para que haya una razonable mejora. Nadie duda de que es posible configurar mejores perfiles, pero también de que muchísimos más serían regresivos y tendrían numerosos adeptos en los tomadores de decisiones.

Radio Educación –lo he dicho ya en estas páginas– es el primer medio público de carne y hueso en el país, así como referente nacional e internacional de contenidos propios de gran valor educativo y cultural. Esto ha sido así por la naturaleza de su comunidad, que es una isla de conciencia crítica (en el mejor sentido de la expresión) en México. Los trabajadores han logrado conformar su propia sección sindical del SNTE, aunque sus tabuladores sean bajos y equívocos por una analogía absurda en el catálogo de puestos. De modo que un conductor de Radio Educación tiene una plaza inferior a la de un profesor de primaria rural. Aun así, su planta laboral es muy comprometida porque dispone de un espacio donde hace lo que le gusta, y lo que le gusta se ajusta al interés público.

Tercero. Existe la expectativa de que con la nueva Secretaría de Cultura haya más capacidad de gestión para Radio Educación, siempre restringida en lo presupuestal por la naturaleza de sus contenidos. En efecto, paradójicamente, el problema de Radio Educación ha sido su independencia editorial y el hecho de dar cabida a las más diversas expresiones sociales. Si estuviera en Suecia o en Alemania, proyectos como Radio Educación proliferarían. Pero aquí la emisora es percibida como germen de peligro para el statu quo por quienes deciden, y su condena ha sido la marginalidad. Es de esperar, por el bien de todos, que esta circunstancia sea eliminada. También sería muy pertinente y justo que se cambien las nomenclaturas de las plazas para que correspondan con las tareas y con sus respectivos tabuladores. El problema es que los días de la actual versión del sindicato de Radio Educación están contados. Evidentemente, resulta complejo pensar que se mantenga una sección sindical de la SEP en una nueva secretaría.

Lo que no debería pasar es que de­saparezca la figura sindical en Radio Educación, pues en este caso concreto la emisora ha sido una aliada de la libertad de expresión y del derecho a la información. Sé que las relaciones entre la autoridad y el sindicato no siempre se han distinguido por ser las más tersas. Pero precisamente esta existencia de pesos y contrapesos –sobre todo cuando hay inteligencia y buena voluntad, como sucede ahora– explica por qué Radio Educación es lo que es. Resulta importante para el país que la estación mantenga intacta su identidad (por cierto, actualmente la ley la obliga a ser lo que siempre ha sido).

Y estoy en contra de que a la emisora se le otorgue una concesión de FM; deben ser varias en diversos puntos del país, además del DF y la zona metropolitana, para que la alfabetización mediática, que hoy por hoy es una obligación legal, tenga sentido y pueda aprovecharse esa vocación educativa, cultural y artística de esta emblemática comunidad para bien del pueblo.

@evillanuevamx

ernestovillanueva@hushmail.com

www.ernstovillanueva.blogspot.mx

Fuente: Proceso

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