Por Álvaro Delgado
El muy católico espía y represor Eduardo Medina Mora Icaza será ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SJCN), a partir de este martes 10, por una sencilla razón: Porque a los mafiosos de cuello blanco de México les da la gana.
“Sí, ¿y qué?” Esta es la divisa de esta élite prepotente de la que Medina Mora ha sido un eficaz operador y que hoy compensa su servidumbre con 15 años como ministro, lapso en el que será en realidad un esbirro de esos intereses desde el máximo tribunal de la nación.
Oscuro abogado corporativo antes del año 2000, ligado a Televisa a través de su amigo Bernardo Gómez, Medina Mora cobró poder cuando Vicente Fox lo designó director general del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), supuestamente escogido por los míticos “head hunters”.
Adolfo Aguilar Zínser, consejero de seguridad nacional de Fox explicó así su aparición en el gabinete, a las órdenes de Santiago Creel:
“Fue reclutado con el mismo procedimiento que muchos otros miembros del gabinete. Ciertamente no tiene experiencia en seguridad, pero definimos que el perfil no debía ser necesariamente alguien que tuviera experiencia, porque ¿cómo podríamos tener la certeza de que íbamos a poder confiar en alguien que ya había estado en actividades relacionadas con el aparato de inteligencia del Estado mexicano?”
En septiembre de 2005, Medina Mora sustituyó como secretario de Seguridad Pública a Ramón Martín Huerta, fallecido en accidente aéreo jamás aclarado, y cobró mayor poder hacia la elección federal de 2006.
Y aunque ya había trabajado como gestor de Televisa para obtener prebendas del gobierno de Fox a cambio de apoyo para Creel, que resultó un fiasco, es en 2006 cuando Medina Mora une los intereses que ahora explican que Enrique Peña Nieto lo haya propuesto como ministro.
En efecto, en marzo de ese año, es clave su intervención para que el Partido Acción Nacional (PAN) y Felipe Calderón, su candidato, avalen la Ley Televisa que, aunque ya había sido aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados, los senadores y el CEN estaban en contra, porque era “contraria a los principios democráticos” de ese partido.
Tuvo que intervenir Calderón: instruyó a Manuel Espino, presidente del PAN, y a su coordinadora de campaña, Josefina Vázquez Mota, a presionar a los legisladores para avalar la Ley Televisa a cambio de apoyo para ganarle a Andrés Manuel López Obrador.
En la casa de Medina Mora, se reunieron Vázquez Mota y Espino con Bernardo Gómez, vicepresidente ejecutivo de Televisa, para pactar lo que éste pidió –“no cambiarle ni una coma” a la Ley Televisa– a cambio de darle todo el apoyo a Calderón.
¿Qué apoyo? Estrategias para aumentar el puntaje de Calderón en las encuestas, diferir los pagos del PAN por concepto de spots y presionar que hubiera por lo menos dos debates entre los candidatos a la Presidencia, como ocurrió.
Y hubo más: Miles de spots gratis transmitidos por los canales de Televisa tanto del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) como de membretes de la organización ultraderechista El Yunque, que compara a López Obrador con Hugo Chávez.
A partir de ese arreglo, el secretario de Seguridad Pública Medina Mora inició una orgía de sangre: En abril, cientos de elementos de la policía federal disolvieron a toletazos y balazos a mineros en Lázaro Cárdenas, Michoacán, dos de los cuales fallecieron, y en mayo encabezó la violenta represión en San Salvador Atenco, con Peña como gobernador del Estado de México.
Medina Mora no sólo fue el operador de estas acciones de represión, sino que se le atribuye el diseño de la campaña para asociar los conflictos sociales con López Obrador, incluidos los de Oaxaca, sofocados también por miles de elementos federales a finales de 2006.
Por si alguna duda hay de que Medina Mora tiene el rostro de Calderón y el de Peña, uno de los sicarios de éste, Javier Lozano, declaró públicamente:
“Medina Mora ha dicho que no forma parte de ningún partido, pero él ha dicho que se siente más afín a la ideología panista que a otra. Sí lo ha dicho, a nosotros nos lo dijo. Difícilmente se puede decir que es panista, pero sí es un hombre con ciertos valores que lo hacen un poco más afín al PAN, aunque lo veo trabajando también muy cómodamente con el gobierno de Peña Nieto”.
Puros sirvientes de la élite, de la delincuencia de cuello blanco…
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Fuente: Proceso