Sin poder salir del tercer lugar y luchando contra los malos resultados de la actual administración, José Antonio Meade, candidato de la coalición Todos por México, enfrenta ahora un problema adicional: una corriente interna del PRI le pide que cambie radicalmente su estrategia si quiere ganar la Presidencia. Y ese cambio que se le demanda implica, entre otras cosas, deshacerse de Enrique Ochoa Reza y de Aurelio Nuño, presidente del partido y coordinador de su campaña, respectivamente.
Por José Gil Olmos/ Proceso
Pese a su intensa promoción –ofreció a los medios hasta tres entrevistas diarias y realizó 76 actos en los 32 estados, durante sus dos meses de precampaña–, José Antonio Meade Kuribreña inicia la última etapa de su carrera por la Presidencia como no lo había hecho ningún otro candidato del PRI: estancado en el tercer lugar, con un partido fracturado y tratando de superar la imagen negativa que ha dejado la peor figura presidencial de los últimos 20 años.
En el arranque de campaña su equipo hace cuentas alegres: asegura que el candidato ya está en segundo lugar –según sus propias encuestas–, insiste en que ganará con 40% de la votación y que los debates serán el punto de quiebre para hacerlo remontar posiciones, porque habrán de poner en claro que Meade tiene mejores propuesta, en contraste con las “ocurrencias” de Andrés Manuel López Obrador y las inconsistencias de Ricardo Anaya.
“Vamos a empezar la campaña con muy buenas expectativas por dos razones: la primera, porque podrán decir misa, pero en las encuestas serias y las que tenemos a nuestro alcance ya estamos en segundo lugar y a una distancia de López Obrador totalmente alcanzable, si tomamos en cuenta lo que ha ocurrido en otras campañas.
“En segundo lugar, porque en los debates se va a ver que la apuesta de Meade es por la unidad nacional, con un proyecto que mira hacia adelante, contra una propuesta que plantea la división y un retroceso en todos los temas que le interesan a la gente”, sostiene en entrevista Javier Lozano, vocero de la campaña.
Sin embargo, días antes del inicio de la campaña se dio a conocer una corriente dentro del PRI, Democracia Interna, encabezada por Ulises Ruiz, exgobernador de Oaxaca, quien hizo evidente la inconformidad de diversos personajes y grupos priistas en varias partes del país, que se oponen a la dirigencia de Enrique Ochoa Reza, y a la labor de Aurelio Nuño como coordinador del equipo del candidato.
De hecho, el año pasado varios de los integrantes de Democracia Interna, entre ellos la exgobernadora yucateca Ivonne Ortega, rechazaron el “dedazo presidencial” en la elección del candidato a la Presidencia de la República y la llegada de simpatizantes a las candidaturas.
Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2161, ya en circulación