Matando en el nombre de Dios

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Por Raúl Benoit

Con su deformada interpretación religiosa lo han hecho católicos, judíos, musulmanes y hasta narcotraficantes y criminales que oran antes de matar porque creen que Dios, la virgencita de Guadalupe o la virgen de los sicarios los bendicen y los protegen, sin ver que son espíritus malévolos.

Recordemos las cruzadas que fueron campañas militares contra los musulmanes, impulsadas por el papado desde Roma, las cuales se libraron por casi 200 años entre 1095 y 1291, con el propósito de “restablecer el control cristiano sobre Tierra Santa”; después vino otra persecución en España y Europa Oriental que culminó a finales del siglo 15 y luego aplicaron la “santa” inquisición.

Terrorismo, maldad y ambición han existido siempre en la historia de la humanidad. La diferencia ahora es que el terrorismo es un empresa que se exporta por el mundo y es más fácil ofertarla y camuflarla, por ejemplo, en éxodos y asilos políticos generados por la violencia que fomentan fuerzas oscuras con el fin de mantener el control del petróleo y la industria de las armas. En medio de esas ambiciones explotan el fervor religioso y el descontento social.

Hay quienes opinan que al decirles musulmanes radicales se generaliza y en parte tienen razón porque los terroristas son fundamentalistas que interpretan distinto el Corán, el libro sagrado del Islam, pero, aunque la religión se llame Islam o islamismo, la forma políticamente correcta de referirse a quienes la profesan es musulmanes.

Entiendo que al no querer que se les señale de musulmanes radicales, lo que pretenden es separar a los verdaderos creyentes de los terroristas.

Los que creen sin fanatismo en la teología islámica, se defienden diciendo que los fundamentalistas que persiguen imponer la fe a través del terrorismo desfiguran la predicación del profeta árabe Mahoma y malinterpretan el Corán.

Es indigno que en el siglo 21, cuando el mundo ha avanzado tecnológicamente (quiero creer que de cierta forma también espiritualmente), todavía hayan batallas sangrientas como la que libra el yihadismo que se hace llamar Estado Islámico para autoproclamar y justificar el califato. Las contradicciones teológicas y confusiones religiosas de estos grupos extremistas producen lástima más que miedo.

También es espantoso que ejecuten masacres como la de París donde 3 criminales mataron a 2 policías y 10 empleados de la revista humorística Charlie Hebdo, para “defender la dignidad” de Mahoma, cuyo predicado, los árabes islámicos, lo interpretan como la preexistente y perfecta palabra de Alá.

Hay que recordar que la campaña religiosa y militar de Mahoma fue cruenta, luego del año 622 después de Cristo, enfrentándose a los judíos y a los cristianos que no admitían desmitificar y borrar de la historia a Jesús. Fue una de las primeras “guerras santas” para convertir a los “infieles”. Es insólito que aquel profeta que supuestamente recibió la auténtica palabra de Dios, con la intención de corregir el rumbo espiritual de la humanidad, usara la muerte y el terror para imponer sus creencias. Más aún increíble es que él fue un ferviente continuador de la prédica de Abraham, el primero de los patriarcas del pueblo de Israel, a quien también honran Judíos, cristianos y siguen enalteciendo los musulmanes.

Para avivar la caldera algunos radicales cristianos (que los hay) dicen que Jesús advirtió en Mateo 24:11 sobre un falso profeta; afirman que era Mahoma, a quien no se le habría aparecido el Arcángel Gabriel, como cuenta el cuento, sino el propio demonio, suplantando al enviado de Dios, por lo tanto consideran el Corán como una falsa doctrina.

Habría que analizar quiénes, cuándo y con qué intenciones escribieron la Biblia que conocemos los católicos y cuál era la finalidad del Corán, que supuestamente lo iban escribiendo los seguidores de Mahoma al escucharlo es sus prédicas.

De malas interpretaciones y falsas traducciones de los libros santos está plagada la historia religiosa del mundo.

Supuestamente, basándose en el Corán, a los yihadistas que se sacrifiquen por Mahoma les prometen 72 mujeres vírgenes en el reino de Alá. Dicen los expertos que el Corán no dice eso. Pobres muchachos cuando su espíritu se reintegre a la Energía Cósmica (el paraíso), de donde venimos, porque sufrirán una gran desilusión al ver que allá no hay género sexual ni distinción. Todos somos iguales, porque el espíritu es solo energía.

La mayor parte de los terroristas musulmanes se dejan utilizar por líderes perversos que, como ya lo dije, interpretan mal el Corán; otros son mercenarios pagados por la industria de la guerra, las mafias petroleras y el supra-poder, porque las luchas religiosas en el fondo no son asuntos de fe sino de poderío y control para obtener riqueza.

Por esa razón, el mundo seguirá matando en el nombre de Dios, lo cual no es heroico; realmente albergan el demonio en sus corazones.

Fuente: El Diario

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