Mirtha Luz Pérez Robledo, madre de Nadia Vera, denunció una serie de irregularidades en torno a la investigación del crimen de su hija por parte de la PGJDF, al tiempo que unas 200 mujeres y activistas salieron a las calles para exigir justicia por las cuatro mujeres asesinadas y el fotoperiodista Rubén Espinosa.
Por Isaín Mandujano
En rueda de prensa en el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas de Tuxtla Gutiérrez, expuso que “fue a través de los medios, no de las autoridades, que nos enteramos de los trágicos hechos en que perdió la vida nuestra querida Nadia junto a otras cuatro personas”.
Nadia Dominique Vera Pérez habitaba desde febrero pasado el departamento 401 del edificio ubicado en la calle Luz Saviñón 1909, de la colonia Narvarte de la Ciudad de México, donde ocurrieron los trágicos sucesos.
La promotora cultural llegó al Distrito Federal después de vivir 12 años en Xalapa, Veracruz porque “ya no se sentía segura”, recordó Pérez Robledo.
También dijo que su hija estaba por irse a la ciudad de Cuernavaca, Morelos por una oferta de trabajo. Así lo había dado a conocer a sus amigos y familiares desde el miércoles 29 de julio. Las chicas que ahí vivían con ella estaban también por entregar el departamento, abundó.
Luego reseñó que su hija Nadia nació en Comitán el 8 de febrero de 1983. En el 2001 inició sus estudios en la Facultad de Ciencias Sociales de la Unach en San Cristóbal de las Casas, los que abandonó para continuarlos un año después en Xalapa en la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV).
Nadia era gestora, productora e impulsora de la cultura en México enfocada en las artes escénicas. Su actividad siempre estuvo ligada a la defensa de los derechos humanos, a la libertad de expresión y a los derechos de los animales. Apoyó también el movimiento #YoSoy132, el magisterial, el de defensa contra agresiones a periodistas, el del Comité Universitario de Lucha de la UV, el de la defensa del petróleo y el de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, Guerrero.
La maestra Mirtha Luz Pérez Robledo señaló que al dolor por la pérdida de Nadia, a la violencia que ella sufrió, se suma la violencia institucional cuando “constatamos la falta de pulcritud en el manejo del caso por parte de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal que, desde el principio, la información que se fue difundiendo se hizo de manera extraoficial, fragmentada y contradictoria a través de los medios de comunicación, y la Procuraduría de Justicia del DF no ha salido a pronunciarse sobre estos puntos”, acusó.
Luego enumeró las irregularidades e inconsistencias filtradas por las autoridades. Primero se dijo Nadia era novia del fotoperiodista Rubén Espinosa, lo cual es falso, pues “Nadia y Rubén eran amigos y se conocieron cuando ambos residían en Xalapa y colaboraban en el Festival 4×4”.
Después, “que habían asesinado al fotoperiodista Rubén Espinosa y a cuatro mujeres sin darnos la información completa de quiénes eran las víctimas, a pesar de que fueron encontradas en el lugar donde vivían”.
Más tarde, que una testigo declaró que las víctimas habían realizado una fiesta con sus victimarios. Y casi enseguida se desmintió tal información, para luego subrayar que los hechos sucedieron entre las 14 y 15 horas, enfatizando que Nadia y Rubén habían estado en un bar durante la madrugada.
Peor aún que las otras víctimas eran Yesenia Quiroz, de oficio maquillista; Olivia Alejandra Negrete Avilés, trabajadora doméstica, y “una ciudadana colombiana de quien confundieron su nombre y fotografía”, y fue hasta días después que se conoció su identidad, se trataba de Mile Virginia Martín. Es decir, “se enfatizó en la ocupación, nacionalidad, sexo y hábitos de las víctimas, contribuyendo a estigmatizarlas”.
Para enredar más el asunto se aseguró que las cámaras del edificio no servían pero que se apoyarían en los registros de cámaras cercanas. Sin embargo, después se dio a conocer un video de la salida de los presuntos asesinos del departamento, no así de su llegada.
Días después se destacó que los asesinos huyeron en un Mustang rojo, el cual fue abandonado en Coyoacán, con varias contradicciones sobre la propiedad de dicho vehículo y la probable conexión en años anteriores con actividades ilícitas.
Poco después, que todas las víctimas fueron asesinadas por proyectil de arma de fuego y que se utilizó una almohada para silenciar el ruido.
Además, se filtraron a algunos medios fotografías sobre el estado en que quedaron las víctimas, lastimando aún más su memoria y agraviando a sus familiares.
Ante todo este cúmulo de irregularidades, sesgos y contradicciones, la familia de Nadia Vera lanzó varias interrogantes a la PGJDF:
–¿Por qué se afirma que los hechos fueron a una hora (3 de la tarde) y en el parte forense se afirma que el deceso fue a las 21:00 horas?
–¿Qué declaraciones relevantes han hecho los testigos clave sobre el caso?
–¿Por qué la actividad de Nadia como activista no es contemplada como un hecho que la colocó en una situación de vulnerabilidad?
–¿Por qué no se ha tomado en cuenta el contexto de violencia e inseguridad, además de la agresión directa por parte del gobierno de Veracruz a grupos estudiantiles y activistas a los que Nadia perteneció?
–¿Cuál es la explicación de tanta saña hacia las víctimas?
–¿Qué implica que el arma utilizada en el crimen haya sido utilizada por primera vez y sea un arma con silenciador?
–¿Por qué se filtra información confidencial a los medios de comunicación si con ello se pone en peligro a los familiares de las víctimas?
–¿Por qué no se permitió rápidamente el acceso al expediente a los abogados y sí a los medios de comunicación?
–¿Por qué no se le permitía declarar a los amigos y familiares de las víctimas que querían aportar más información?
–¿Por qué se ha priorizado el móvil del robo y se han minimizado otras líneas de investigación?
–¿Por qué se le permitió recoger sus pertenencias a la testigo clave, alterando así la escena del crimen?
–¿Por qué ninguna autoridad se ha comunicado con nosotros para brindarnos información y asesoría?
Enseguida, la poetisa chiapaneca comentó que nadie le devolverá a Nadia. A las demás familias, nadie les devolverá a sus seres queridos, pero cree que conocer la verdad puede devolverles un poco de confianza en las instituciones; de lo contrario, se generará un ambiente de mayor escepticismo y, lo más grave, una impunidad galopante que deja a la sociedad en un estado de indefensión.
Además, Mirtha Luz Pérez Robledo demandó que la investigación de los hechos que realiza la PGJDF se ciña a los estándares más altos de respeto a los derechos humanos, garantizando la seguridad de los familiares de las víctimas, así como las de los activistas, defensores de derechos humanos y grupos estudiantiles.
También pidió que se permita el acceso a los avances del expediente a los representantes legales de las familias y no se realicen más filtraciones que lastimen aún más a las víctimas y a sus familiares.
Asimismo, que la investigación de los hechos se realice de manera exhaustiva sin menoscabo de ninguna línea de investigación, es decir, sin descartar aquella relacionada con las amenazas que Rubén y Nadia denunciaron en su momento.
Ante este crimen, hoy unas 200 feministas y activistas defensoras de derechos humanos marcharon por las calles de la capital del estado para exigir justicia por el crimen de Nadia Vera, del fotoperiodista Rubén Espinosa y de las otras tres mujeres que vivían en el mismo departamento de la colonia Narvarte.
Selene Domínguez y Dianne Padilla, de la red Iniciativas Feministas, convocaron a la movilización a la que las participantes acudieron con playera negra y en ella estampado el rostro de Nadia Vera. Durante la protesta, exigieron que este caso no quede impune.
También demandaron públicamente al gobernador Manuel Velasco que declare “non grato” en Chiapas al priista Javier Duarte.
Fuente: Proceso