El presidente francés, Emmanuel Macron, pidió ayer al primer ministro, Édouard Philippe, que se reúna con opositores y con integrantes del movimiento de los chalecos amarillos, con el fin de buscar una salida a los 16 días de crisis y protestas.
Incluso funcionarios declararon que analizan decretar estado de excepción. “Hay que analizar todas las opciones. No se puede repetir esta violencia todos los fines de semana”, dijo el portavoz del gobierno, Benjamin Griveaux.
En el mismo sentido que otros funcionarios, el ministro del Interior, Christophe Castaner, tampoco descartó el estado de excepción. “Todo lo que aporte más seguridad. No hay tabúes. Estoy dispuesto a considerarlo todo”, dijo a los medios de su país.
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De hecho, las movilizaciones ya dejaron 378 personas detenidas, de las cuales 33 son menores de edad, además de 133 lesionadas.
La Fiscalía señaló que los arrestados enfrentan penas de prisión de 3 a 7 años.
Las protestas comenzaron como reacción contra los aumentos del impuesto al combustible, en un movimiento que se hace llamar chalecos amarillos.
Sin embargo, el movimiento se ha extendido y plantea el mayor desafío hasta ahora para la presidencia de Macron, pues se exige su renuncia y expresa descontento.
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Pese a las inconformidades, el Presidente reiteró que no van a bajar las tarifas de la gasolina.
Además, el mandatario del país galo defendió su plan energético, al afirmar que es una estrategia para combatir el cambio climático.
RECORRE LA ESCENA DE LOS DISTURBIOS
Al regresar de la Cumbre del G20 en Argentina, el presidente Macron acudió al Arco de Triunfo a visitar el escenario de los violentos disturbios y se detuvo en el monumento al soldado desconocido.
En las jornadas de protestas, el monumento parisino ha sido vandalizado severamente, admitió el Centro de Monumentos Nacionales de Francia.
Además, las autoridades del país europeo evaluaron los daños.
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En total, se desataron incendios en seis edificios y más de 130 barricadas improvisadas y 112 vehículos fueron quemados, con lo que, consideraron, es la peor movilización del país en una década.
Ayer, los policías limpiaron el monumento, retiraron los vehículos incendiados y repararon las fachadas de tiendas y restaurantes.
Tras esto, Macron determinó buscar, por segunda ocasión, el acercamiento con los inconformes.
En Francia, el estado de excepción impuesto tras los atentados islamistas se levantó a fines de 2017.
Fuente: Agencias