Por Michael Weissenstein
Por lo general, los días comienzan mucho antes del amanecer en La Pintada, donde hombres y las mujeres sin niños salen de sus hogares antes de las 6:00 a.m. para trabajar en los campos cafetaleros alrededor del pequeño pueblo incrustado en las escarpadas montañas del sur de México.
Pero el lunes fue feriado y la lluvia cayó todo el día porque la tormenta tropical Manuel azotaba la costa y más gente de lo normal se quedó en casa, durmiendo bajo mantas calientes o cocinando para la celebración del Día de la Independencia en la pequeña plaza de adoquín de La Pintada.
Las familias chismorreaban. Los niños jugaban descalzos. De pronto, el suelo se estremeció.
Por una fracción de segundo, todos pensaron que era uno de los acostumbrados sismos de la región. Pero entonces una oleada de lodo, rocas y árboles explotaron fuera de la colina sobre el pueblo, arrasando a su paso hasta el centro del poblado, sepultando familias en sus casas y arrastrando chozas de madera hacia el crecido río que pasa por La Pintada y desemboca en el Pacífico.
“El que pudo correr se fue a las huertas. (El derrumbe) tapó casas y las mandó al río. La mitad de las casas fueron tapadas y sepultadas. Cada quien buscó refugio”, dijo Marta Alvarez, ama de casa de 22 años, quien estaba cocinando en su casa el lunes junto con su hijo de dos años, dos hermanos y sus padres, cuando ocurrió el deslave.
Hasta el viernes, 68 personas seguían desaparecidos en La Pintada, donde habitaban unos 800, y la mayoría de ellos se presumen muertos. Esto convierte al poblado en el lugar de la mayor tragedia en el trayecto de destrucción que dejaron la tormenta tropical Manuel y el huracán Ingrid, los cuales golpearon al mismo tiempo las costas de México el fin de semana, causando enormes inundaciones y deslaves en cientos de kilómetros (millas) de áreas costeras y tierra adentro.
La tormenta Manuel que azotó el estado de Guerrero, donde se encuentra La Pintada, se regeneró y transformó en un huracán que el jueves tocó tierra por segunda ocasión, ahora en costas del estado norteño de Sinaloa en el Pacífico. Por la tarde se debilitó y en la noche, cuando estaba sobre la Sierra Madre, ya era un sistema de baja presión, informó el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.
La cifra de muertos por las tormentas del fin de semana se situaba en 97, pero es posible que aumente ya que no incluye a los desaparecidos en La Pintada. Autoridades de Sinaloa dijeron que un pescador se ahogó en las aguas agitadas y un hombre y un niño de cinco años desaparecieron en los cañones inundados.
En La Pintada, los socorristas trataban de evacuar a los últimos supervivientes y excavaban entre los escombros en busca de cuerpos. La mayoría de los casi 400 sobrevivientes descansaban el jueves en colchonetas colocadas en el piso del centro de convenciones de Acapulco, que se encuentra a varias horas de distancia en vehículo desde su pueblo. Los niños dormían la siesta o jugaban mientras sus padres trataban de entender cómo decenas de personas que veían todos los días de pronto desaparecieron de sus vidas.
Amelia Saldaña, una madre soltera de 43 años perdió a sus cuatro hijos -unos gemelos de 5, uno de 7 y otro de 17 años- en el alud de La Pintada.
Saldaña había acudido a la plaza de la comunidad para una celebración del Día de la Independencia. Dijo que debido a que llovía les pidió a sus hijos que se quedaran en casa mientras ella iba a conseguir un poco del preparado de maíz que regalarían.
Entonces escuchó el alud, un sonido sordo que otros habitantes lo describen como un terremoto. Cuando corrió de vuelta a su casa, simplemente ya no existía.
“Traté de acercarme a mis niños, pero no pude”, dijo Saldaña a la AP entre lágrimas. “Siento feo porque perdí todo”.
El secretario de Gobernación (Interior), Miguel Angel Osorio Chong informó el jueves que los soldados recuperaron dos cuerpos en La Pintada y que seguían excavando. Agregó que el trabajo era difícil porque el agua sigue corriendo por las colinas de la zona y hay riesgo de más derrumbes.
Todas las arterias principales que llevan a Acapulco seguían cerradas el jueves, incluyendo la Autopista del Sol, una importante carretera de cuatro carriles que une al turístico puerto con la capital del país. El presidente Enrique Peña Nieto anunció la cancelación de un viaje a Nueva York para la Asamblea General de la ONU debido a la emergencia.
En los barrios más pobres de la ciudad y en una base aérea en las afueras de Acapulco, cientos de turistas varados seguían formados por tercer día esperando conseguir asientos en aviones militares para poder salir del balneario.
Autoridades mexicanas informaron que más 15.237 personas habían logrado salir por aire en más de 100 vuelos el jueves por la noche, de los 40.000 a 60.000 turistas que se calcula siguen varados en este lugar.
El secretario el Transporte prometió en conferencia de prensa con Peña Nieto que la autopista hacia de Acapulco reabriría el viernes al mediodía.