Se definen como ‘el lobby más pobre de Washington’. Pero la esencia de su trabajo es la misma: presionar al Gobierno para que revele todo lo que sabe del fenómeno extraterrestre
Por Argemino Barro
Lo llaman la Edad Heroica. Los años de posguerra en que Estados Unidos multiplicaba su clase media y su modelo conquistaba el mundo. Población y economía salían disparadas, sostenidas en el optimismo, los jeans, la Coca Cola, el rock, las latas de conservas y el acelerón tecnológico de la guerra fría. El país despegaba, literalmente, hacia el espacio, y también su imaginación. La ciencia ficción trazó un paisaje donde la humanidad compartía el universo con civilizaciones alienígenas, una idea que se nutría del contexto geopolítico y los experimentos secretos del Gobierno. Los avistamientos de objetos volantes no identificados comenzaron en 1947, cundo el empresario Kenneth Arnold aseguró haber visto nueve objetos con la forma de “platillos volantes” sobre el Monte Rainier, en el estado de Washington.
Desde entonces, el interés no ha dejado de crecer entre la población. Hoy en díacasi la mitad de los estadounidenses cree que hay naves alienígenas observando nuestro planeta, según una encuesta de YouGov y The Huffington Post. Un sondeo de National Geographic refleja que el 77% “creen que hay signos de que los aliens han visitado la Tierra” y el 55% que el Gobiernoamenaza a quienes digan que los han visto. Las teorías conspirativas, popularizadas en la literatura y en series de televisión como ‘Expediente X’, flotan como platillos volantes sobre la mismísima campaña presidencial.
El Confidencial ha hablado con el único ‘lobby extraterrestre’ registrado en el Capitolio de Estados Unidos. Stephen Bassett, de 64 años, lleva 20 dedicado a presionar al Gobierno para que acabe con lo que él llama el “embargo a la verdad”: una supuesta conspiración del aparato de seguridad nacional para tapar la existencia de los contactos del Gobierno con civilizaciones alienígenas.
“Los fenómenos extraterrestres han sido presenciados por millones de personas en todo el mundo”, dice Bassett, director de Paradigm Research Group. “El hecho fundamental no es un secreto. Simplemente hay un embargo, como con Cuba. Todo el mundo sabe que allí abajo hay una isla, pero está embargada. Es exactamente la misma situación con la cuestión extraterrestre”.
El Gobierno empezó a investigar estos fenómenos en 1948, a través de varios proyectos. Los paneles de científicos y militares llegaron a conclusiones parecidas: la inmensa mayoría de los casos se podían explicar con la meteorología, la astronomía, pájaros o artefactos aéreos diseñados por el hombre. Entre 1952 y 1969, las autoridades documentaron 12.000 avistamientos, 6% de los cuales no pudieron ser explicados. La Casa Blanca decidió que no representaban amenaza alguna para la seguridad nacional, ni probaban que hubiese vida extraterrestre, y dio carpetazo.
Algunos de los científicos implicados en las investigaciones no se dieron por vencidos, como el astrónomo J. Allen Hynek, profesor de la Northwestern University. Hynek fundó el Centro para el Estudio de los ovnis (CUFOS, por sus siglas en inglés) y desarrolló una clasificación de “encuentros cercanos” con extraterrestres, desde el avistamiento, por la noche, de luces no identificadas, hasta el “encuentro cercano del tercer tipo”: el cara a cara con un alienígena. El que, según algunos, ya se ha producido.
La ‘gran revelación’ abortada de Clinton
Bassett confía en ver al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, revelar al mundo este año la verdad sobre los contactos alienígenas. Su teoría es la siguiente: Estamos en 1993 y Bill Clinton acaba de llegar al despacho oval. Un amigo suyo, el industrial Lawrence Rockefeller, se le habría aproximado con una pila de documentación acerca de encuentros con extraterrestres. El millonario tendría el apoyo de Hillary Clinton y de John Podesta, la mano derecha del presidente. El grupo habría pasado tres años preparando la “gran revelación”, pero la reelección y los conflictos de interés con el sector militar hicieron que el presidente, según Bassett, lo descartase. El lobista dice que hay más de mil documentos desclasificados al respecto.
“Han pasado 22 años y nunca se ha vuelto a hablar de ello”, continúa Bassett. “Intentamos resaltar el tema en 2007, cuando se acercaban las elecciones, pero no hubo éxito. Esta vez es diferente. Esta vez tenemos a los medios políticos comprometidos con el tema, sustancialmente. Y el tema de la presencia extraterrestre y la conexión Clinton está subiendo en el escalafón mediático”.
‘The Washington Post’ y la CNN han dedicado espacio al asunto, y el lobista quiere acelerar el proceso: que los medios pregunten, la cuestión entre en campaña y Barack Obama acabe dando el paso. “Se desencadenaría rápidamente una tormenta mediática. A esto se llamaría el Acontecimiento de la Revelación, con mayúsculas. Acabar con el embargo a la verdad impuesto en los años 50”.
Bassett y otros abogados de la “gran revelación” son conocidos como ‘truthers’ o ‘believers’, “creyentes”, por su búsqueda incansable de una supuesta verdad arropada en conspiraciones armadas en detalle. El embargo habría empezado por motivos de seguridad: después del asunto de Roswell, donde supuestamente se habría escondido el hallazgo de un cadáver alienígena. El aparato militar y de inteligencia habría usado todo su poder para evitar filtraciones, por ejemplo de científicos, pilotos o astronautas. La URSS y China se habrían unido al embargo por miedo a minar la autoridad de sus regímenes. Hoy el embargo seguiría vigente por pura inercia; otros jefes de Estado no lo levantan para no irritar a EEUU, que sería el responsable de tirar de la manta.
Con la cantidad de móviles con cámara que hay hoy en día, ¿cómo es que no hayvídeos de avistamientos? Los hay, pero la contaminación lumínica, a veces, dificulta verlos. ¿Y por qué no aterrizan, digamos, en el jardín de la Casa Blanca o en el centro de Nueva York, donde miles de periodistas se presentarían en minutos? “Eso es algo que toca responder a los alienígenas”.
En los archivos de Bassett hay declaraciones llamativas de Hillary Clinton. “Do you believe?” (¿usted cree?), le preguntaron hace dos semanas en un programa de radio neoyorquino. “No lo sé”, respondió. “Quiero ver qué enseña la información [clasificada]. Pero hay suficientes historias ahí fuera y no creo que la gente esté sentada en su cocina inventándoselas. Qué ven, no lo sé, pero tenemos que intentar dar información a la gente. Creo en eso”.
El “creyente” Podesta
John Podesta, jefe de la campaña presidencial de Hillary y antiguo jefe de gabinete de Bill Clinton, fue mucho más claro. Podesta lleva años presionando al Gobierno, desde dentro y desde fuera, para que desclasifique los archivos de los ovnis. Ha liderado investigaciones, ha dado discursos y lo reiteró en Twitter el año pasado, después de dejar su cargo de consejero del presidente Obama: “Finalmente, mi mayor fracaso de 2014: una vez más no asegurar la desclasificación de los archivos OVNI”. “El pueblo americano puede encajar la verdad”, repitió este mes en la CNN.
Al otro lado del espectro está Seth Shostak, astrónomo, investigador y director de Search for Extraterrestrial Intelligence, un centro científico dedicado abuscar vida inteligente en otros sistemas, financiado parcialmente por la NASA. Shostak es autor del libro ‘Confessions of an Alien Hunter’ [“Confesiones de un cazador de alienígenas”] y presenta un programa de radio semanal dedicado a cuestionar y desmontar, entre otras cosas, las teorías de los ‘creyentes’.
“No investigamos ovnis”, dice Shostak a El Confidencial. “El SETI busca vida en el espacio; particularmente, nuestros experimentos buscan vida inteligente. Pero no creemos que estén aquí; las evidencias no parecen buenas, al menos para mí. Hay muchas historias, pero el testimonio es quizás el peor tipo de evidencia. Hay gente que dice ver cosas y que cree que hay visitantes alienígenas, pero eso nunca convencerá a un científico”.
La pregunta más común que le hacen a Shostak en sus seminarios y conferencias es cuál sería la reacción si encontrásemos una señal, y también por la “paradoja de Fermi”: Si hay más vida inteligente en el universo, por qué no la vemos.
“Es muy conveniente decir que hay evidencias de visitas alienígenas pero que el Gobierno lo ha tapado. ¡Entonces no tienes que ofrecer ninguna prueba real! Solo decir que el Gobierno lo está tapando, y es el Gobierno americano”, continúa Shostak. “Si los aliens realmente visitasen la tierra, no crees que, no sé, ¿el Gobierno español no tendría evidencia, o el portugués, o el de Brasil? Y si están aquí, ¿qué hacen? ¡Nada! Nunca he tenido un vuelo con retraso por un ovni; no solucionan los problemas del mundo, no están forzando al Reino Unido a seguir en la UE… ¡No hacen nada!”.
La CIA también responde a los “creyentes” en su página web, donde deja a su disposición documentos desclasificados desde hace décadas y ofrece una ‘guía‘ para estudiar de forma rigurosa un avistamiento. “La verdad está ahí fuera; haz clic en los enlaces para encontrarla”.
Stephen Bassett reconoce que nunca ha tenido un avistamiento, sino que se interesa como activista: alguien que se opone a la política de EEUU en la cuestión extraterrestre y que espera ver, pronto, el anuncio. “El acontecimiento más interesante de tu vida y probablemente de la historia”.
Fuente: El Confidencial