Alberto Bailleres, Claudio X. González, Germán Larrea y Alejandro Ramírez han estado sondeando a políticos sobre la viabilidad de un partido político emergente
Por Alvaro Delgado
Impotentes ante la inminente victoria de Andrés Manuel López Obrador y ante el colapso del sistema de partidos que perfila una nueva hegemonía con Morena, según sus propias encuestas, los grandes empresarios de México traman la construcción de un nuevo partido político –el propio– para atrincherarse en la defensa de sus intereses.
Los promotores del partido de corte empresarial son los mismos magnates que están confrontados con López Obrador, encabezados por Alberto Bailleres, Claudio X. González, Germán Larrea y Alejandro Ramírez, miembros del poderoso Consejo Mexicano de Negocios.
Estos personajes han estado sondeando a políticos sobre la viabilidad de un partido político emergente e invitando a su construcción, porque consideran que el PRI y el PAN se consumirán en ajustes de cuentas tras la elección y en disputas intestinas permanentes por el poder.
Las organizaciones que estos mismos magnates patrocinan, como Mexicanos Primero y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, son sólo grupos de presión sin la relevancia política y menos legislativa que requieren para defender, por ejemplo, el régimen fiscal de privilegios de que gozan desde hace décadas.
Obviamente el problema para crear un nuevo partido no es el dinero, que les sobra a estos multimillonarios que la revista Forbes identifica como los más ricos del mundo, sino el tiempo.
Aun cuando muchos operadores políticos estarían dispuestos a crear una nueva formación política, ésta sólo podría participar con registro condicionado en la elección federal intermedia del próximo sexenio, en 2021, cuando se prevé que López Obrador haya consolidado su gobierno y por tanto a Morena.
En las valoraciones de los magnates con políticos profesionales ha surgido la propuesta de, en vez de crear un partido político nuevo, optar por fortalecer, en el corto plazo, a los que puedan ser contrapeso a López Obrador, particularmente en el Congreso, que sólo pueden ser PRI y PAN, pese a sus respectivas crisis internas.
Y la opción más viable es el PAN, el partido que más proclividad tiene con la iniciativa privada y cuyo candidato, Ricardo Anaya, es además empresario y amigo de Claudio X. González Guajardo, hijo del dueño de Kimberly Clark de México, y de Alejandro Ramírez, propietario del Grupo Cinépolis.
Los magnates no hay tomado aún la decisión de crear un nuevo partido u optar por el PAN, que además podría no ser Anaya el preferido por sus escándalos que hasta a ellos dividió, porque algunos son proclives al priista José Antonio Meade.
Los magnates tampoco han descartado apoyar el proyecto de Felipe Calderón de crear una “otra opción política” que anunció, desde 2015, y de hecho patrocinaron la candidatura “independiente”de Margarita Zavala, en particular Bailleres.
“Habrá que pensar seriamente en crear otra opción política, así sea que tome una o dos décadas para que fructifique”, declaró Calderón, en enero de ese año, un proyecto que iba tomando forma hasta que los propios magnates “bajaron” a Margarita a cambio de pagar sus deudas.
“¿Una o dos décadas para que fructifique”? No: A los ricos les urge.
Fuente: El Heraldo de México