Por Sabina Berman
El problema central de los independientes es que es un movimiento de señores que coinciden en una sola meta. Ganar el poder. Y nada más. Así lo trasluce el libro de Jorge Castañeda Solo así.
Un libro que plantea estrategias indispensables para que esos señores que quieren ganar el poder por fuera de los partidos, lo ganen.
La pregunta es: ¿y qué nos importa eso a nosotros los ciudadanos? ¿Qué tienen los independientes que ofrecernos que los candidatos surgidos de la partidocracia no nos ofrezcan?
Y la respuesta es: nada.
Llegar al poder por fuera de los partidos –corrompidos sin duda– puede garantizar que una persona llegue con las manos limpias, porque no ha estado en el lugar donde ensuciárselas. Pero no garantiza que no sea corruptible.
Todavía más: ni siquiera un servidor público que en el poder fuera honesto personalmente, acaso debido a sus propias normas morales, nos serviría a los ciudadanos.
Piénsese en Fox, personalmente honesto –hasta donde se sabe–, que llegó y se fue de Los Pinos dejando el sistema igual de corrupto, excepto que además desordenado.
O considérese un ejemplo más reciente, El Bronco, que ganó la gubernatura de Nuevo León no por ser independiente, sino porque se atrevió a prometer que encarcelaría al anterior gobernador regiomontano, un hombre de fechorías que eran vox populi.
Seis meses ha sido El Bronco gobernador y no ha cumplido su promesa. Rodrigo Medina vive tranquilo en su casa de Las Lomas de la Ciudad de México, en tanto la policía y los jueces regiomontanos son los mismos que hace un año. Autoridades no fiables.
Como tampoco sirven para sanear al sistema político mexicano propuestas minimalistas como la propuesta ciudadana 3 de 3: exigir a los candidatos a puestos públicos sus declaraciones patrimoniales, fiscales y de intereses.
Siendo candidato, el presidente Peña hizo pública su declaración patrimonial, en la que constaba que había recibido en donación cuatro casas: nadie le exigió saber quién y para qué le habían donado las casas, y de mayor trascendencia: nada sucedió cuando descubrimos que la declaración ni siquiera era cierta. No incluía sus propiedades verdaderamente valiosas, la Casa Blanca para nombrar alguna.
Aspirinas para un leproso: eso es la propuesta 3 de 3. Una venta de ilusiones de mago: eso es la propuesta de los independientes.
En democracia, el único instrumento apto para limpiar la corrupción del servicio público, y mantenerlo limpio, es un sistema de justicia honesto y fuerte, que es lo que no tenemos en el país. Pero que podría crearse, ese sí desde fuera del poder político y precisamente para vigilar al poder político.
El ejemplo de Brasil viene a cuento. Hace 10 años, los brasileños presionaron desde la sociedad civil para crear un sistema de justicia autónomo: tomaron a 10 mil jóvenes e impolutos abogados y los convirtieron en jueces.
Son esos jueces, ya no tan jóvenes y sí más experimentados, los que hoy tienen en jaque a las clases política y empresarial corruptas de Brasil. Y si esa desestabilización del status quo es lo que ha puesto a la economía de Brasil en picada, es que esa es la fiebre que curará al sistema.
Desengañémonos. Un nuevo acceso al poder para unos señores de corbata ávidos de poder de nada nos sirve a los ciudadanos. Es seguro que los independientes tratarán de convencernos a base de repetirlo verbalmente de que su independencia es sinónima de fuerza moral y de capacidad operativa para limpiar al país. Pero no lo es.
Es sinónima de ganas de mandar. Nada más.
Fuente: Proceso