“Jorge Hank Rhon no sólo destaca por sus excentricidades y excesos, sino por sus presuntas actividades criminales. El nombre del hijo del profesor Carlos Hank González –avecindado en Tijuana, donde erigió un emporio a base del juego– se menciona en una averiguación previa: Se le señala como cómplice o autor intelectual de seis homicidios. Las autoridades bajacalifornianas ya investigan el caso, que podría enterrar definitivamente las aspiraciones del mexiquense por gobernar su estado adoptivo”, de acuerdo con un reportaje de la revista Proceso.
Por José Gil Olmos
La última vez que pisó la cárcel fue el 4 de junio del año pasado, acusado de tener ilegalmente 88 armas en su casino. Diez días después Jorge Hank Rhon salió libre por falta de pruebas y declaró jocoso: “Me sirvió para bajar ocho kilos. (Soy un) suertudo; de aquí pa’trás, lo que pasó, pasó”.
Hoy que el empresario priísta aspira por segunda vez al Gobierno de Baja California se le señala como cómplice del asesinato de seis personas, según declaraciones del testigo protegido del Gobierno federal, Carlos Fernando Vázquez Figueroa, quien trabajó varios años para el magnate de los casinos.
Según las declaraciones de este hombre –conocido con la clave “Carolina”– vertidas en la averiguación previa 5640/09/206 radicada en la Agencia Ministerial Investigadora de Delitos Dolosos de Mexicali, Hank Rhon y sus ahijados, los gemelos Jorge y Jerónimo Vera Ayala (el primero, preso por narcotráfico; el segundo, prófugo), además de ocho escoltas, habrían participado en los asesinatos de dos mujeres y cuatro hombres entre 2006 y 2010.
CAROLINA
El 27 de octubre de 2012, Vázquez Figueroa fue detenido en el hotel Regis de Mexicali, luego de que una denuncia anónima alertó sobre una venta de droga que se efectuaba en una camioneta que pertenecía al grupo de casinos Caliente –propiedad de Hank–, reportada robada el 24 de junio anterior en Tijuana.
Se supo entonces que Vázquez Figueroa, ciudadano estadounidense, era testigo protegido de la entonces Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO, ahora SEIDO) con el nombre clave de “Carolina” y es pieza clave en las acusaciones de homicidio y crimen organizado contra Hank Rhon y sus ahijados Jorge y Jerónimo Vera Ayala, hijos de su ex jefe de escoltas Antonio Vera Palestina, preso en Puente Grande, Jalisco, por el asesinato del periodista Héctor “El Gato” Félix Miranda.
LAS REVELACIONES DEL INFORMADOR
Desde que llegó a Tijuana en 1985, el hijo del profesor Carlos Hank González ha mostrado su controvertida personalidad. De entonces a la fecha “Proceso” ha publicado varios reportajes donde se describen sus millonarios negocios en los casinos Caliente; los escándalos en los que se ha visto envuelto por la posesión, en su zoológico privado, de especies en riesgo de extinción; sus aspiraciones políticas; sus excentricidades (como beber un brebaje de tequila “curado” con trozos de pene de animales salvajes) y sobre todo las acusaciones de tener vínculos con el crimen organizado, las que lo han orillado a ampararse cinco veces.
Hoy este personaje está envuelto en un escándalo de mayores dimensiones.
Según la averiguación previa 5640/09/206, fechada el 17 de febrero de 2012 –de la que “Proceso” tiene copia– el empresario mexiquense está involucrado en seis asesinatos, de acuerdo con el testimonio de Vázquez Figueroa, quien desde 2009 trabajó para él como escolta en las instalaciones del hipódromo Aguacaliente, invitado por el jefe de escoltas Jorge Mario Vera Ayala.
Sin precisar la fecha, el testigo colaborador del Gobierno federal dice que en 2009 Hank lo mandó llamar junto con Vera Ayala cuando estaban en el sexto piso del hotel Pueblo Amigo para ordenarle un trabajo especial. Luego se reunieron en las oficinas del hipódromo Aguacaliente para después salir y subirse a un auto Volkswagen de colección donde recibieron la orden de matar a su nuera, Angélica María Muñoz Cervantes.
AMANTE VENGATIVO
Según las declaraciones de Vázquez Figueroa, Hank habría mandado matar a su nuera porque antes habían tenido una relación de amasiato y al romper, ella se relacionó con su vástago Sergio Hank Krauss, con el que tuvo un hijo.
El colaborador de la SEIDO asegura que su labor fue vigilar la casa de Muñoz junto con otro escolta llamado Víctor Manuel Peña, “El Chuta” y que no pudo negarse a participar porque fue amenazado de muerte por Jorge Vera.
Tras una semana de vigilancia señala que este último ordenó la ejecución al ex policía municipal y ex Gafe Leobardo Parra, apoyado por otro sujeto conocido como “El Costeño” o “La Jaiba”. En la operación participaron por lo menos siete personas comandadas por Jorge Vera, quien escogió el arma: un revólver .38 especial.
“Leobardo Parra fue el que se introdujo en el domicilio y en su recámara le disparó en la cabeza en cinco ocasiones, de las cuales solamente le pegó dos balazos a Angélica María Muñoz Cervantes”, declara el acusador. Pero el asunto se complicó porque la nuera de Hank sobrevivió unas horas, en las que fue llevada a un hospital.
“Fallaste tocayito. Ojalá se muera pronto porque si no, me va a salir más caro el hospital que mantenerla”, le habría dicho Hank a Vera, según la declaración del testigo vertida en la averiguación previa en la que se indica que por orden del dueño del hipódromo, su jefe de escoltas mandó destruir el revólver que fue cortado en tres partes por Parra y Juan Enrique Sifuentes Sánchez, “El Mohicano”, las cuales fueron enterradas en un pequeño canal de aguas negras a un costado del lienzo charro y de la zona del club hípico, el cual fue posteriormente tapado para continuar con una terracería.
Ese mismo 2009, según el testigo, Hank mandó matar a otro personaje: Andrés Florencio Ibarra Luna, “El CJ”, por haberse salido del grupo “sin autorización” y porque se temía que sacara información “sobre las actividades delictivas”.
Durante un año “El CJ” había huido, hasta que lo localizaron cuando fue a buscar a uno de sus compinches a quien le ofreció una carga de precursores para drogas duras.
Lo localizaron porque “El CJ” “le ofreció al “Verde” (Jesús Salvador Gastélum Soto) a venta tres o cuatro cubetas de efedrina, siendo que en esa ocasión Jorge Vera Ayala le dijo al “Verde” que se comunicara con “El CJ” para comprarle las cubetas de efedrina, quedándose de ver en la noche en las inmediaciones del hipódromo de Aguacaliente; pero como a las ocho de la noche aproximadamente “El CJ” se comunicó con “El Verde” y le dijo que estaba en el estacionamiento de Bancomer.
Hasta ahí llegó Vera Ayala, acompañado de “El Verde”, Víctor Manuel Pañuelas, “El Chuta”; Leobardo Parra, otro conocido como “El Travieso” y “El Informante”.
“Al llegar al lugar de los hechos, el apodado ‘El Verde’ se baja del auto y abraza al apodado ‘El CJ’ que se baja de un auto al parecer Rodeo Isuzu de cuatro puertas color blanco, (quien) se hacía acompañar de una mujer (…) le realiza cuatro disparos en el pecho, en ese momento se da cuenta que alguien se movía dentro del auto…percatándose que era una mujer, por lo cual no la ejecuta y le perdona la vida”.
CASTIGO A LA DESOBEDIENCIA
En 2010 el testigo protegido reporta tres asesinatos más. Dos de ellos son los de Leobardo Parra y su esposa Estela Martínez.
Parra había participado en el asesinato de Angélica María Muñoz Cervantes y según el testigo protegido Jorge Vera lo engañó para sacarlo del hipódromo y asesinarlo por la espalda de cuatro balazos mientras subía a una camioneta. Posteriormente el jefe de escoltas fue al cuarto donde estaba la esposa de Parra y la ejecutó.
El otro asesinato fue el de Carlos Antonio Hernández Galindo, “El Paisa”, el 8 de mayo de 2010. La falta que cometió fue la desobediencia.
“Yo me encontraba en las instalaciones del hipódromo Aguacaliente cuando vi llegar al de apodo ‘El Paisa’ de nombre Carlos Antonio Hernández Galindo, que también ya había sido señalado que debían de matarlo por desobediencia, ya que se había alejado del grupo sin pedir permiso por un tiempo de cuatro meses y además se había robado dos armas de fuego”.
El castigo lo propinó directamente Jorge Vera, quien al llegar “El Paisa” pidió que lo entretuvieran y luego lo maniataran.
“Llegamos al lugar Jerónimo Vera Ayala, Jorge Vera Ayala y yo. Ya tenían amarrado de pies y manos al ‘Paisa’ y lo estaban golpeando entre los (siete) que estaban en la cuadra. Posteriormente, Jorge Vera le puso sobre el cuello una cuerda de nylon amarilla, de las de tendedero, y empezó a girarla. Mientras los demás lo agarraban del cuerpo, Jorge Vera le estaba diciendo a su hermano Jerónimo y al de apodo ‘El Negro’ que se fijaran bien para que aprendieran cómo se hacía el torniquete”.
EL ÚLTIMO CASO
Luego, cita en su narración el testigo protegido, quemaron el cuerpo.
El último caso narrado por Vázquez Figueroa data de 2006, cuando Hank aún era alcalde de Tijuana. Según la declaración ministerial el jefe policiaco Felipe Antonio Cabada Cueva fue asesinado por órdenes de Hank, quien estaba molesto porque se le habían salido de control los secuestros en la ciudad, “por lo que ordenó a Jorge Vera Ayala que mataran a todos los policías municipales que tuvieran nexos con Teodoro García Simental, “El Teo” o “El Tres Letras”.
Cabada era compadre del “Teo”, jefe del Cártel de Tijuana detenido hace dos años y a quien hasta 2008 se le atribuían más de 300 ejecuciones en las que utilizaba métodos como la decapitación, incineración y mutilación, en las cuales colaboraba Santiago Meza López, “El Pozolero”, detenido el 25 de enero de 2009.
Fuente: Proceso