Los grafitis en Atenas solían centrarse en el fútbol, la política o los romances adolescentes, con pintadas lo bastante tontas como para provocar risa, no ceños fruncidos.
Ahora resulta difícil encontrar un edificio, público o privado, cuyas paredes no se hayan visto marcadas de pintura negra, roja, azul (esos suelen ser los neonazis) o plateada. La mayoría parece no tener un propósito, no más que el de un animal que marca su territorio.
Pero entre ellas, ejecutadas con precisión, pueden encontrarse joyas que invitan a pensar. Algunas fueron encargadas por propietarios cansados de limpiar firmas en sus muros, que aprecian el arte, y confían en que disuada a los que garabatean su nombre.
Y en los últimos cinco años, cada vez más pintadas en los muros aluden a los problemas sociales y financieros del país.
Una de esas piezas se encuentra en Exarcheia, un distrito en el centro de la ciudad frecuentado por anarquistas e izquierdistas y donde abundan los edificios pintados. Flanqueada por las ventanas cerradas de una vieja casa abandonada, un rostro demacrado se apoya en dos manos y mira desde la pared. En el desgastado estuco debajo se ve el dibujo de un destrozado billete de 5 euros.
El artista, que emplea el nombre de Wild Drawing, dice que el mural puede verse como un reflejo de la suerte de la mayoría de los griegos durante los años de austeridad. Más abajo en esa calle ha dibujado con plantilla una falsa señal de tráfico en la que se ve un pequeño auto azul con los colores azul y blanco de Grecia, cayendo al agua desde un símbolo del euro que se desmorona. Se titula “Manténgase lejos”.
En otro muro de Exarcheia, el artista N_Grams utilizó páginas de los anuncios clasificados de empleo en un diario para formar un billete. Dice que la obra es del año pasado, cuando él mismo buscaba trabajo en los clasificados.
Un viejo cartel publicitario en la calle Pireos, que lleva del centro de la ciudad al puerto del Pireo, ahora dice:
“Europa sin Grecia es como una fiesta sin drogas”. El artista, Cacao Rocks, dice que la idea de la obra es de hace tres años. “Yo he cambiado. Ya no tomo drogas ni voy a fiestas, pero Europa no madura”, dijo.