Los diez desastres naturales más costosos que han afectado a México
Por Javier Martín Vide
Los desastres naturales son recurrentes en todo el mundo y México no se escapa a las grandes tragedias ocurridas los últimos 20 años. Un breve resumen visto desde el exterior.
10.- Huracán Paulina (1997): ciclón tropical que tocó tierra en el sur de México a principios de octubre de 1997 siendo uno de los más mortíferos, destructivos y costosos. Paulina fue la decimosexta tormenta tropical, octavo huracán y el séptimo huracán mayor que se formó en la temporada de huracanes en el Pacífico de 1997. Fue el tercero más intenso de dicha temporada.
9.- Huracán Julliete (2001): una ola tropical surgió en la costa de África tras el huracán Luis el 31 de agosto y la conexión entre estos dos fenómenos creció al moverse hacia el golfo de Tehuantepec y la nubosidad se organizó suficientemente como para quedar recogida en la clasificación Dvorak el 15 de septiembre.
8.- Huracán Kenna (2002): fue un ciclón tropical de categoría 5. El más fuerte de la temporada 2002 de huracanes en el Pacífico, que afectó a México dejando cuatro muertos y cuarenta heridos. La ciudad más afectada fue Puerto Vallarta, Jalisco.
7.- Huracán Stan (2005): la decimoctava tormenta tropical y el décimo huracán de la temporada en el océano Atlántico en 2005. Stan fue la segunda tormenta “S” desde que comenzó a usarse el sistema de denominaciones de huracanes; el otro fue la tormenta tropical Sebastien de 1995. El desbordamiento de un río en Tapachula, en el estado de Chiapas, arrasó 2 mil 500 viviendas.
Los datos indican que fueron 750 las pérdidas humanas que dejó a su paso, de los cuales en nuestro país se registraron al menos 16 muertes. El número de mexicanos afectados superó los cien mil y los daños materiales ascendieron a 228 millones de dólares.
6.- Huracán Emily (2005): fue el segundo huracán mayor y el primero en alcanzar la categoría 5 en la temporada de huracanes en el Atlántico ese año. La tormenta se formó en julio en Cabo Verde, antes de pasar por las islas de Barlovento, donde causó graves daños en Granada.
Emily entonces tocó tierra sobre la península de Yucatán como una tormenta categoría 5. Primero dejó sentir su fuerza sobre la isla de Cozumel y luego justo al norte de Tulum sobre el estado de Quintana Roo. Después de cruzar la bahía de Campeche, tocó tierra en el estado de Tamaulipas en el norte de México. Cabe señalar que fue un huracán tempranero, pues llegó a mediados de julio, algo que no ocurría desde hace muchas décadas.
5.- Huracán Isidoro (2002): la depresión tropical número 10 del Atlántico se generó a partir de una onda tropical, el 14 de septiembre de 2002; su región ciclogenética fue el mar Caribe. Su centro de circulación se inició sobre la costa suroeste de la isla de Trinidad, a 2 mil 950 kilómetros al este-sudeste de las costas de Quintana Roo, con vientos máximos sostenidos de 45 km/h, rachas de 65 km/h.
Afectó la península de Yucatán, en especial a las ciudades de Cancún y Mérida.
4.- Terremoto de la Ciudad de México (1985): el epicentro fue localizado en el Océano Pacífico, frente a las costas del estado de Michoacán, muy cerca del puerto de Lázaro Cárdenas.
Se cayeron más de 100 edificios, más de 700 quedaron en ruina y otros 350 tuvieron que derribarse.
Se desconoce el número de personas que murieron entre las ruinas de los edificios y casas que se vinieron abajo. Pero se estima que fueron entre 10 mil y 20 mil. Cabe señalar la ineptitud de las autoridades para enfrentar esta tragedia.
3.- Huracán Gilberto (1997): Gilberto tocó tierra por segunda ocasión el 14 de septiembre en la península de Yucatán, en México como un huracán de categoría cinco para después internarse en Tamaulipas y Nuevo León.
2.- Inundaciones de Tabasco y Chiapas (2007): se registraron a partir de fines de octubre de ese año en Tabasco y Chiapas, a causa de crecidas históricas en los ríos que recorren ambas entidades. Las inundaciones terminaron, oficialmente, a mediados de diciembre, cuando las calles de la ciudad de Villahermosa quedaron libres de agua. Sin embargo, en muchos otros sitios de Tabasco el agua quedó estancada por varios meses más.
1.- Huracán Wilma (2005): fue el cuarto huracán de categoría 5 de la temporada que batió el récord de las temporadas pasadas de 1960 y 1961. Es el huracán más intenso registrado en el Atlántico.
Wilma tocó tierra en la península de Yucatán el 21 de octubre, con vientos por encima de las 250 millas/h. El ojo del huracán pasó primero sobre la isla de Cozumel. Antes de tener su primer contacto “oficial” sobre la península cerca de Playa del Carmen, en el turístico estado de Quintana Roo.
Por lo menos ocho muertes fueron reportadas en México. Dos ocurrieron en Playa del Carmen debido a una explosión de gas provocada por los fuertes vientos. En Cozumel se reportaron cuatro decesos y en Cancún uno, provocado por una ventana destruida por el viento. Una persona murió en el estado de Yucatán tras la caída de un árbol.
Se calcula que provocó daños por 7.5 millones de dólares tras afectar gran parte de los hoteles de la Rivera Maya.
Luego de esta breve relación nos preguntamos ¿qué más tiene que acontecer para que nos demos cuenta de que nuestro ritmo de vida, tan consumista y acelerado, está generando desequilibrios que afectan el sistema climático y sus subsistemas atmósfera, biosfera, hidrósfera, criósfera, litósfera y sin olvidar el socio-económico? Este último componente tan importante e influyente en el delicado equilibrio climático, por ser un reflejo de la actividad humana.
¿Las causas de los desastres naturales? Muchas, podríamos hablar de sobrepoblación, asentamientos humanos en sitios poco preparados para tal contingencia, deplorables métodos y materiales de construcción, demasiada pobreza, etc. Pero también arrasar con miles de hectáreas de bosques y selvas vírgenes (“en favor del crecimiento y del desarrollo”), los famosos cultivos de soya transgénica son los que a diario están dejando estériles extensas zonas agrícolas en todo el mundo. La tala indiscriminada de árboles que deja las tierras “lisas” sin capacidad de absorción de las aguas de lluvias, provocando derrumbes y desprendimientos de tierras y por supuesto casas y todo lo que encuentra a su paso. El consumo desenfrenado de energía.
* Javier Martín Vide. Catedrático de geografía física de la Universidad de Barcelona. Coautor de Apaga la luz, lectura 100% recomendable
Fuente: La Jornada Ecológica