Por E. Eduardo Castillo/ AP
Tiene el control del producto y la capacidad de distribuirlo de una organización internacional del narcotráfico. Tiene las armas, el mando militar unificado pero también la arrogancia para desafiar a las autoridades; una mezcla letal que lo convirtió en el enemigo número uno del gobierno de México.
Su nombre: Jalisco Nueva Generación. En los reflectores de las autoridades desde hace algunos meses, la atención sobre este cartel alcanzó su punto máximo el pasado 1 de mayo cuando generó un caos enorme en la segunda ciudad más grande de México, Guadalajara, y en otras localidades del oeste del país, al ejecutar varios ataques coordinados y simultáneos en contra de policías y militares, que dejaron 17 muertos y 19 heridos, el incendio de vehículos, bancos, gasolineras, y el derribo, por primera vez, de un helicóptero con un lanzacohetes.
En sólo unos cuantos años, Jalisco Nueva Generación pasó de ser un grupo no muy conocido a convertirse en una de las organizaciones más poderosas del narcotráfico junto con el cartel de Sinaloa, de acuerdo con el Departamento del Tesoro estadounidense, cuya Oficina para el Control de Activos Extranjeros lo incluyó en su “lista negra” de grupos narcotraficantes.
Su rápido ascenso refleja un cambio en la estructura del narcotráfico en México como resultado de la estrategia del gobierno de perseguir y dar de baja a los líderes de los principales carteles. Más que cualquier otro grupo criminal, Jalisco Nueva Generación ha sido, en los últimos cinco años, prácticamente la única organización que logró fortalecerse y arrebatarle espacios a otros actores, mientras que los carteles eran debilitados por los golpes asestados por las autoridades.
“Es un cartel nuevo, de segunda generación”, dijo a la AP Guillermo Valdés, experto en seguridad y ex director de la agencia de inteligencia mexicana entre 2007 y 2011. “Es el único y el primero de esta nueva generación que tiene características de organización del narcotráfico poderosa… porque su negocio principal es la producción y la exportación de drogas”.
“Y solamente cuando entras en ese nivel de ingresos… tienes capacidad de mantener una organización de ese tamaño con esas logísticas, con ese armamento”, agregó.
Desde que el ex presidente Felipe Calderón lanzó en 2006 una ofensiva contra el narcotráfico, con una estrategia de ir por los líderes que ha continuado el presidente Enrique Peña Nieto, México ha experimentado una fragmentación de esas grandes organizaciones en varios grupos que, sin un liderazgo vertical, se disputan ahora territorios y luchan por mercados criminales de menor cuantía al del tráfico internacional de drogas.
Cuando Calderón llegó al poder, las autoridades reconocían cinco carteles. Ahora, la Procuraduría General de la República dice que hay nueve grandes grupos y 43 células en las que se han fragmentado.
Jalisco Nueva Generación tiene su origen en esa fragmentación.
Aunque había operado por años, cobró gran notoriedad con su ofensiva el 1 de mayo en Guadalajara, a más de 500 kilómetros al oeste de la ciudad de México y considerada la cuna del narcotráfico en el país.
Tras la captura de los líderes del Cartel de Guadalajara en la década de 1980, se dio el surgimiento de la que para el experto Valdés es la primera generación de grandes carteles, varios de los cuales subsisten. Pero la estrategia de Calderón comenzó su debilitamiento y fragmentación.
En poco más de un año, el actual gobierno detuvo al líder del Cartel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán; al de Los Beltrán Leyva, Héctor Beltrán Leyva; al del cartel de Juárez, Vicente Carrillo Fuentes; a Servando Gómez, “La Tuta”, líder de Los Caballeros Templarios y a Omar Treviño Morales, jefe de Los Zetas. También dijo de baja a Nazario Moreno, otro líder templario.
Jalisco Nueva Generación marca el surgimiento de una segunda ola de carteles pues estos golpes permitieron que creciera y se consolidara. Aristóteles Sandoval, gobernador de Jalisco, estado dónde se asienta Guadalajara, dijo el miércoles que había advertido al gobierno federal hace más de un año que los ataques a Los Caballeros Templarios fortalecerían a su rival, Nueva Generación, pero que la reacción de las autoridades fue insuficiente.
“En los últimos años hemos visto una tendencia creciente de erosión de los históricamente poderosos carteles, junto con el surgimiento de nuevas organizaciones de tráfico de drogas como el cartel de Jalisco Nueva Generación y sus aliados cercanos de `Los Cuinis'”, dijo recientemente John E. Smith, director interino de la Oficina para Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro estadounidense.
El Departamento del Tesoro dice que Nueva Generación y Los Cuinis, son poderosos por dedicarse al tráfico de cocaína y metanfetaminas, tener presencia en al menos ocho de los 31 estados del país y contar con conexiones en Estados Unidos, América Latina, África, Europa y Asia para contrabandear internacionalmente.
Autoridades estadounidenses acusaron en 2013 a Nemesio Oseguera, líder de Jalisco Nueva Generación, y a su cuñado, Abigael González Valencia, líder de Los Cuinis, de traficar múltiples toneladas de cocaína desde Sudamérica a México y luego “facilitar” su transporte a Estados Unidos. La acusación, señala que los líderes ganan, por lo menos, diez millones de dólares al año.
Ambos son acusados de manejar una organización criminal y conspirar para distribuir cocaína y metanfetamina.
Nueva Generación tiene su origen en la fractura de una organización ya desaparecida, el cartel del Milenio, y luego operó como una facción de Ignacio “Nacho” Coronel, uno de los líderes del cartel de Sinaloa, que era el responsable de la división de las metanfetaminas.
El capo murió en julio de 2010 en una operación federal y, entonces, Nueva Generación quedó como una organización fragmentada que, sin embargo, logró crecer.
Una de las hipótesis de cómo Nueva Generación logró evolucionar hacia el poderoso cartel de hoy es que su líder Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”, pudo haber heredado los contactos que tenía “Nacho” Coronel, al tiempo que mantuvo una buena relación con el cartel de Sinaloa. Otros creen que fueron capaces de aprovechar la red de proveedores y distribuidores que por décadas han trabajado en la zona.
Lo que ese grupo logró en sólo cinco años no se ha visto en ninguno de las otras organizaciones recientemente fragmentadas de otros carteles. Por el contrario, en otros lugares del país hay una lucha entre grupúsculos, algunos que se consideran asociados al mismo cartel.
En el estado sureño de Guerrero, un importante productor de amapola y goma de opio, grupos fragmentados del cartel de Los Beltrán Leyva se disputan territorios. Algunas células del cartel de Sinaloa se pelean el estado norteño de Baja California Sur y partes de Sonora, al noroeste.
En Tamaulipas, frontera con Texas, se han desatado batallas entre diversas organizaciones alineadas al cartel del Golfo.
Oseguera mantuvo la cohesión de su organización, algo que no se ha visto en otros grupos, que ya sin líderes que controlen todas las etapas del tráfico, actúan por sí mismos.
“¿Para qué quieren jefes si ellos son los operadores?”, dijo a la AP un funcionario del estado de Tamaulipas sobre las disputas que se viven entre las células. “Los mismos soldados decidieron ser generales sin permiso de nadie”, añadió esta persona que pidió no ser identificado por cuestiones de seguridad.
La fragmentación es vista por algunos como un fenómeno natural.
“Si miras como se han desarrollado los mercados en Colombia, Venezuela, Honduras o Guatemala, Brasil… en la mayoría de los casos verás una atomización al paso del tiempo”, dijo Samuel Logan, director de la firma de análisis de seguridad Southern Pulse.
Antonio Mazzitelli, representante en México de la Oficina contra las Drogas y el Delito de las Naciones Unidas, comentó que la fragmentación hace que los grupos divididos generen violencia para mantener el control de los territorios en los que operan y dominar las actividades ilegales en esas zonas, como el secuestro y la extorsión.
En el largo plazo, sin embargo, los carteles mejor estructurados y menos expuestos continuarán en el negocio del tráfico internacional de drogas, consideró.
“El principio para una organización de tráfico de drogas es la minimización del riesgo, es usar la violencia de manera muy escondida, operar a través de la corrupción”, dijo.
Lo que también ha llamado la atención de Nueva Generación es que decidió emprender una ofensiva contra las autoridades, a pesar de que eso hace prever una respuesta directa del gobierno, lo cual para algunos es un reflejo de los nuevos líderes del mundo del narcotráfico mexicano les gusta mostrar su poderío, más que actuar con cierta discreción.
Para Valdés, la ofensiva del 1 de mayo puede ser el principio del fin de Nueva Generación.
“El negocio del narcotráfico no va a desaparecer mientras tengamos una demanda tan grande en Estados Unidos, pero eso no le da certificado de inmortalidad a las organizaciones en particular”, dijo. Y el Cartel Jalisco Nueva Generación, añadió, “compró el boleto de ser el enemigo número uno”.
* A este reportaje contribuyó la jefe del buró de México y Centroamérica de The Associated Press, Katherine Corcoran, desde ciudad de México y el periodista Alfredo Peña, desde Ciudad Victoria, México.
Fuente: Associated Press