A tres meses de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la advertencia de los padres de familia de los jóvenes fue que “en 2015 no habrá elecciones hasta que aparezcan nuestros hijos”.
Pasada la Navidad, la voz de los familiares de los estudiantes tuvo eco al pie del Monumento de la Revolución, donde se concentraron cientos de manifestantes, con el clamor de “¡No están solos!”.
Con el rostro y voz cansados, a veces a punto de quebrarse, los padres lanzaron la advertencia al presidente Enrique Peña Nieto, en el sentido de que el próximo año será “inolvidable” para su gobierno, ya que el tono de las protestas escalará ante la indiferencia y la nula claridad en las investigaciones relacionadas con la desaparición de sus hijos.
La jornada de protesta de este viernes inició en el Ángel de la Independencia, donde se reunieron los contingentes para marchar esta tarde sobre el Paseo de la Reforma y después doblar hacia el Monumento de la Revolución.
Fue una movilización tranquila, donde los pasos de los familiares de los desaparecidos estuvieron acompañados por los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y organizaciones feministas que aprovecharon para lanzar consignas en contra de los feminicidios en el Estado de México y el país.
Además a la marcha se sumaron estudiantes del Politécnico, de la Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Autónoma Metropolitana, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, así como de normalistas.
En mantas y cartulinas se advertía: “Policías, militares y marinos de México son los principales asesinos de estudiantes y ciudadanos de México”. “¡Basta de impunidad! No te conozco, pero nos necesitamos para hacer un mundo nuevo”, “Hoy somos la libertad que nos falta, las ganas de hacer justicia, somos las cenizas de nuestros paisajes, somos uno y somos millones”.
Y en otras se solidarizaban con el dolor de los familiares de los ausentes: “No son hijos de mi vientre, pero sí de mi patria y me duele”, “El indigno trato dado a los desaparecidos y a los miles de muertos nos debe calar a los aún vivos, para indignarnos”, “¿Cuál es el futuro en un país donde el Estado mata a sus estudiantes?”… “Desde Iguala a los Pinos, ¡cárcel a los asesinos!”
El atardecer se vistió de luto con las banderas y sus colores patrios convertidos en negro y gris, con veladoras encendidas, con la figura presidencial satirizada y las consignas de “¡Fuera Peña, fuera Peña!”, con el dolor de los padres quienes, en el templete colocado en la Plaza de la República, ejemplificaron:
“Los comerciantes pierden miles de pesos por las manifestaciones, pero nosotros perdimos miles de abrazos de nuestros hijos desaparecidos”.
Emiliano, padre de unos de los normalistas, sostuvo que “daremos la vida, porque nuestros hijos valen más que cualquier miserable gobierno, ¡me hierve la sangre!”.
En tono desesperado, continuó al decir que “tiene que haber una guerra entre el gobierno y el pueblo, y que no se meta nadie”.
A doña Carmelita de plano se le cortó la voz al asegurar que su hijo está vivo, que lo tiene el gobierno, y no se cansará de esperarlo que vuelva vivo a su hogar.
Vino la noche y con ella se encendió la rabia de un padre, quien sentenció: “Tendremos una nueva forma de lucha, tenemos que forjar el espíritu, somos gente del pueblo. Si por nosotros fuera, ya le hubiéramos dado un balazo a Peña Nieto… Ojalá nuestros hijos hubieran tenido un arma para defenderse. ¡Así hay que pensar ahora!”.
Fuente: Proceso