Reino Unido celebrará en diciembre una de las elecciones parlamentarias más decisivas de su historia reciente, en las que unos 45 millones de británicos tendrán en sus manos el futuro del proceso de salida de la Unión Europea (UE).
La Cámara de los Comunes aprobó este martes una Ley para la celebración de esos comicios anticipados, después de que la oposición laborista aceptara la idea del primer ministro conservador Boris Johnson de ir a las urnas para romper el actual bloqueo legislativo. La falta de mayorías en Westminster impide ahora tomar una decisión sobre qué hacer con el Brexit, tres años y medio después de que fuera aprobado en referéndum.
Tras ese consenso, el debate se centró en la fecha de los comicios. Johnson quería que fueran el 12 de diciembre, mientras la oposición prefería el 9 de diciembre. Esos tres días son claves, piensa el líder laborista Jeremy Corbyn, para facilitar el voto de los universitarios en las ciudades donde estudian antes de regresar a sus lugares de origen.
Finalmente, los Comunes aprobaron su celebración el 12 de diciembre por 438 votos a favor y 20 en contra. Ahora, la norma debe pasar por la Cámara de los Lores.
Los grupos opositores también querían permitir que el voto se ampliase a los jóvenes de 16 y 17 años, y que se facilitara también la participación de los más de tres millones de ciudadanos de la UE que residen en Reino Unido.
Pero el vicepresidente de la Cámara, Lindsay Hole, quien el lunes estaba a cargo de la tramitación de la Ley que contempla la celebración de elecciones, impidió el debate de esas mociones.
El resultado de las elecciones será clave para el futuro del Brexit, tras la prórroga hasta el 31 de enero de 2020 concedida por la UE hace dos días. Corbyn aceptó apoyar la convocatoria al entender que este retraso elimina el riesgo de una salida caótica de Europa el 31 de octubre.
La campaña supondrá el choque entre dos planteamientos del Brexit casi opuestos. Johnson y sus conservadores quieren salir como sea de la UE en esa fecha, preferiblemente ejecutando el acuerdo pactado con la UE hace dos semanas. Buena parte de la oposición, por el contrario, aspira a convocar un referéndum en que los británicos decidan si quieren continuar o no con el divorcio.
A un lado y otro del espectro están el Partido del Brexit de Nigel Farage, que quiere una salida brusca, y los liberal-demócratas, que si ganan prometen revocar la solicitud del Brexit notificada en 2017.
Aunque las encuestas dan un clara ventaja a los conservadores, la aparición del Brexit como eje de la campaña puede provocar movimientos de votos sin precedentes. Los conservadores podrían ganar votantes pro-Brexit de los laboristas, pero a su vez perder a algunos de ese segmento ante el empuje de Farage. Los moderados pro-UE de los conservadores y de los laboristas podrían pasarse a los liberales, que incluso se sitúan como segunda fuerza en algunos sondeos.
Por regiones, Londres podría dar un espaldarazo a los liberales, mientras que los nacionalistas podrían arrasar en Escocia (áreas anti-Brexit), mientras Johnson espera robar escaños a Corbyn en áreas pro-Brexit del centro y norte de Inglaterra.
De momento, las encuestas apuntan a los laboristas como grandes perdedores de los comicios, al estar en una pinza entre las formaciones pro-Brexit y los liberales.
Según Brian Hilliard, economista de Société Générale, “las elecciones son una jugada arriesgada para Johnson. Los conservadores perderán votos ante el Partido del Brexit, los liberales y los nacionalistas escoceses.
Esto significa que Johnson no puede estar seguro de obtener una mayoría absoluta. Si no logra otros apoyos en el Parlamento, podría haber más inestabilidad política, con incluso los laboristas llamados a formar Gobierno. Para rematar todo, en Londres será de noche a las 4,32 de la tarde [lo que puede incidir en la abstención]Nada se puede dar por seguro en estas elecciones”.
La última elección celebrada en diciembre fue en 1923. Los conservadores ganaron, pero los laboristas llegaron al poder con apoyo de liberales.
Fuente: Expansión/ Agencias