El mandatario estadounidense ofreció nuevamente sentarse a negociar con los republicanos “sobre cualquier tema del presupuesto”, una vez que el cierre sea revertido
Con la sensación de que millones se deslizan sin remedio hacia el precipicio, Estados Unidos se adentró ayer lunes en su segunda semana de cierre de Gobierno con un cúmulo de advertencias que han obligado al partido demócrata a mover pieza desde el Senado.
Además, en un nuevo llamado para evitar una crisis difícil de revertir, el presidente Barack Obama volvió a urgir al líder de la mayoría republicana, John Boehner, a someter a voto una iniciativa “limpia” para terminar con un “cierre de Gobierno fabricado” que no beneficia a nadie y perjudica a millones.
A pesar de que Boehner, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, cuenta con los votos suficientes para sacar adelante una iniciativa presupuestaria –limpia de “píldoras envenenadas” que buscan descarrilar la ley de salud–, para evitar el desastre, el temor a ser derrocado por la facción del “Tea Party” lo tiene paralizado.
Tras uno de los más venales asaltos contra la ley de salud, el ejército del “Tea Party” y sus poderosos aliados en el sector corporativo se han propuesto colocar al borde del precipicio a la nación.
El plan es acorralar a tal punto al presidente que, en medio del reclamo generalizado y la histeria colectiva por el resquebrajamiento de Wall Street, Obama no tenga más remedio que capitular ante ese grupo de renegados de su presidencia.
Pero, a juzgar por lo descabellado del plan, todo parece indicar que los radicales tienen una causa, pero no una estrategia de salida. Además, por primera vez en mucho tiempo, Obama tiene el sartén por el mango y el tiempo corre a su favor.
A diferencia de muchos republicanos, el presidente no tiene una cita inminente con las urnas. Y aunque los líderes de ésta revuelta gozan de amplio apoyo en sus distritos electorales para asegurarse la reelección en noviembre de 2014, mientras repudian la ley de salud, los electores no perdonarán al partido republicano en las presidenciales del 2016.
En otras palabras, la estrategia de los republicanos es pan para hoy y hambre para mañana. Por eso mismo, un creciente sector de republicanos moderados, hartos con la irresponsabilidad del “Tea Party”, han iniciado contactos con sus colegas demócratas con la esperanza de conseguir un cierre de filas que sea tan evidente que el liderazgo republicano no tenga más remedio que someter a voto la iniciativa presupuestaria que terminaría con el cierre del Gobierno antes del próximo 17 de octubre.
Las dudas de Boehner, quien padece síndrome de Estocolmo en medio de su secuestro, se han convertido sin embargo en la trinchera y en la tabla de salvación que podrían marcar el curso de la historia en los próximos días para bien, o para mal de la nación.
Mientras Boehner medita sus próximos movimientos, la capital del país se convertirá en escaparate de aquellas promesas incumplidas que se agolpan en medio de esta lucha entre Obama y los republicanos.
La esperanza de una reforma migratoria, que languidece en medio de ésta disputa, convocará la atención y energía de miles de personas que se han trasladado desde distintos puntos del país para participar en una marcha para exigir el fin de las prórrogas para sacar de una vez por todas una iniciativa de ley que permita legalizar a más de 11 millones de indocumentados.
Fuente: AP y Notimex