Por Salvador Camarena
En lo que ocurre o no la consulta popular sobre la apertura energética, hay una realidad que va mucho más allá de las respectivas deliberaciones ideológicas o políticas. Es el mundo de la fiebre petrolera, que ha comenzado ya, que podría suponer para México grandes oportunidades, pero también graves dolores de cabeza. ¿Qué tan listos estamos para ello?
A cualquiera que haya ido recientemente a Tabasco, por mencionar un estado donde la industria petrolera tiene enorme influencia, le sorprenderá la sorpresa de algunos ante la primera plana de ayer de La Jornada, diario que a ocho columnas tituló así su nota principal: “En manos de IP, control real de campos petroleros”.
Esa información no debería ser sorpresa ya que, según dicen algunos en Tabasco, lo que en otro tiempo era cosa de todos los días –ver a trabajadores de Pemex por doquier, portando orgullosos sus uniformes de la petrolera mexicana–, desde la reforma energética de 2008 se ha vuelto algo que ocurre cada vez menos. Esos mismos testimonios aseguran que es notable el aumento de mexicanos empleados en empresas de origen extranjero, así como de trabajadores petroleros no mexicanos.
Con ese antecedente, conviene recordar que la reforma energética de 2013 supone un enorme reto en al menos tres frentes: para Petróleos Mexicanos, para los empresarios y profesionales mexicanos, y para los reguladores y/o las autoridades.
De lo que podría pasar a Petróleos Mexicanos es de lo que más se ha hablado en los últimos meses, y sin dar por sentado que eso esté ya suficientemente discutido, vale la pena sin embargo revisar también lo que podría ocurrir en los otros dos frentes.
La revista Expansión que circula en estos días publica un reportaje muy útil para entender que, en efecto, la industria petrolera nacional no es, y desde hace mucho, exclusivamente de Pemex. Bajo el título “Las nuevas petroleras mexicanas”, la revista quincenal hace un listado de las empresas que están desde hace años, e incluso décadas, trabajando con y/o para Petróleos Mexicanos; son grupos empresariales que ante la apertura podrían incursionar en solitario en esta industria, bien porque hacen cosas que a las grandes petroleras no interesan, bien porque podrían convertirse en proveedoras de equipos o servicios para las mismas.
En el listado que Expansión elaboró están Grupo R, del tamaulipeco Ramiro Garza; CP Latina, Altos Hornos, de Alonso Ancira; Demar Instaladora y Constructora; Empresas Slim, de Carlos Slim; Monclova Pirineos Gas (MPG), con capital español y coahuilense; Cotemar; Oceanografía, Oro Negro, y Grupo México, entre otras empresas.
El común denominador de esas empresas es que han ido acumulando experiencia como proveedores de Pemex, o han trabajado en otros países y están listos para incursionar en México gracias a la nueva ley.
Esos son importantes jugadores que sin embargo necesitarán de mano de obra calificada de todo tipo, no sólo para maniobras o tareas de producción. Un ex funcionarios de Pemex comentaba hace unas semanas que en nuestro país no hemos caído en cuenta de la cantidad de abogados, actuarios, contadores, administradores e incluso periodistas especializados en temas energéticos que se necesitarán ante la llegada, o aumento de protagonismo, de estos nuevos entes en la industria petrolera mexicana.
Y lo mismo se puede decir para el otro frente, el de las autoridades que deberán regular la actividad de esas compañías.
En una entrevista con el diario El País, la especialista Miriam Grunstein, investigadora del CIDE y abogada petrolera, advertía que “estamos llegando al modelo (de apertura del sector energético) presuponiendo que la madurez institucional va a suceder en el curso de la implementación del modelo, lo cual es especulativo. (…) México tiene funcionarios públicos inteligentes, educados y cosmopolitas. Lo que no tenemos es funcionarios con amplia experiencia en mercados energéticos abiertos y las empresas petroleras y eléctricas son huesos duros de roer. Su objetivo no es ni el desarrollo del país, ni el bienestar social, ni el desarrollo económico, vienen a captar renta y a hacer lo que a ellos les convenga”.
(http://internacional.elpais.com/internacional/2014/01/20/actualidad/1390180074_667195.html)
Advertidos estamos pues de lo que podría suponer ese desembarco de tiburones internacionales con jueces, reguladores, inspectores, verificadores o simples administradores que no quieran o puedan aplicar la ley en beneficio de los mexicanos.
En los hechos la apertura energética ha comenzado ya. No por nada durante la discusión de la reforma energética se escuchó decir que se podía pensar en la nueva ley como una que venía a regular algo que en la realidad ya venía ocurriendo. Pemex tendrá que dar la batalla por su vida, pero qué estamos haciendo los demás sectores de la sociedad (incluidas las universidades y los medios de comunicación) para dotarnos de más herramientas ante esta nueva fiebre del oro, una que si no atendemos debidamente puede traducirse en grandes ganancias para unos cuantos y terribles pérdidas para otros muchos.
Fuente: Sin Embargo