Una mujer china de 40 años completa sus exiguos ingresos como limpiadora pasándose horas por la noche frente a la pantalla del ordenador escrutando miles de fotografías en busca de cualquier rastro de pornografía.
Wang Shuwei, originaria de la provincia de Henan y ahora en Guangdong, tiene una jornada laboral intensa, según el portal de noticias Chinanews. Trabaja todo el día limpiando un edificio residencial de 32 plantas hasta que a las siete de la tarde se encamina a la oficina para conectarse al ordenador con las célebres aplicaciones para conocer gente y examinar sus fotos. Empezó tres semanas atrás por el consejo de un amigo y cuenta que el primer día se volvió colorada por lo que vio.
“Antes de empezar a trabajar aquí, nunca me había imaginado cómo de serio era el problema del porno en internet”, señala. Cuenta que en una ocasión la invadió la ira al ver la fotografía de un niño. “Entonces me di cuenta de lo importante que es la tarea de los censores del porno”, asegura.
Las fotos muestran a Wang frente a decenas de fotos aparentemente inocuas en la pantalla de su ordenador. Su labor es clasificarlas en tres grados diferentes de gravedad.
Wang se ha visto empujada por las dificultades económicas a sus tareas censoras, que no ha desvelado a su esposo.
Ambos viven en un cuchitril de apenas veinte metros cuadrados con unos ingresos conjuntos mensuales de 7.000 yuanes (1.120 dólares), claramente insuficientes para mantener a sus padres y dos hijos que viven en Henan.
Unas 4,000 personas atraídas por un sueldo anual de 200,000 yuanes (32,000 dólares) se apuntaron al reclutamiento de censores sexuales el pasado año después de que el Gobierno acentuara su campaña “limpiar el amarillo” de internet, el color que se asocia en China al contenido pornográfico.
Las pruebas, abiertas a hombres y mujeres de entre 20 y 35 años, exigían una identificación rápida de los contenidos considerados obscenos.
El test escrito examinaba sus conocimientos sobre películas para adultos. No es la primera vez que la prensa local ofrece un vistazo a la censura china.
Dos años atrás fue entrevistado por la televisión de Hunan un hombre de 70 años que, junto a otras tres personas de su equipo, tenía que visionar las 700 películas confiscadas en una reciente operación policial en apenas una semana. Tocaban a 35 películas diarias por cabeza.
Todas las grandes compañías que ofrecen servicios de Internet tienen desde 2004 la obligación legal de censurar sus contenidos si quieren evitar ser multados.
Los programas informáticos, basándose en formas y colores que sugieren cuerpos desnudos, son el primer filtro.
Allí donde no llega la tecnología, aparece la vigilancia artesanal.
La pornografía está prohibida en China y su producción o venta acarrea penas de hasta tres años de cárcel, pero es tan ubicua como la también prohibida prostitución.
No es raro que los vendedores ambulantes se acerquen a la salida de un centro comercial pequinés ofreciendo calcetines y, ya al oído, susurren “DVD sex”.
Pekín se esfuerza en erradicar el porno de Internet para dar a su juventud un ecosistema “saludable”.
La fiebre censora obligó a cancelar temporalmente en televisión una superproducción histórica por lo que la Administración Estatal de Prensa, Publicación, Radio, Cine y Televisión calificó de “imágenes poco aptas”.
La serie “La emperatriz de China”, protagonizada por la estrella Fan Bingbing, desapareció de las pantallas en diciembre sólo una semana después de empezar a emitirse.
La producción regresó días después, con primeros planos de los rostros de las actrices sustituyendo los encuadres que antes mostraban sus pronunciados escotes.
Fuente: Sputnik