Por Pedro Echeverría V.*
1. Adriana Evangelina Cámara Bolio, casada con Juan Antonio Casares Cámara, pretenden apropiarse de las tierras del Centro Regional Universitario Península de Yucatán de la Universidad Autónoma de Chapingo, en esa codiciada zona de Mérida / El senador priísta Emilio Gamboa Patrón, involucrado en el intento de despojo. La falsa ejidataria de Temozón Norte en Mérida que pretende despojar a la Universidad de Chapingo (CRUPY) de sus tierras es Evangelina Cámara, casada con Antonio Casares Cámara, quien es cuñado de Eric Rubio Barthell, director general de la jefatura del Despacho del Gobernador de Yucatán. (Por Esto! 5/IV/14)
2. Con el mismo método, de convertirse en “socios de los ejidatarios” por dos semanas, miles de hectáreas de los antiguos ejidos de las haciendas henequeneras han pasado a manos de grandes propietarios dueños de empresas, de políticos, fraccionadotes y otros negociantes privados, sobre todo a raíz de que el funesto presidente Salinas decretó en 1992 la privatización de los ejidos colectivos. Si se compara la urbanización de Mérida de 1950 con la Mérida de 2014, se podría acusar un crecimiento territorial de 15 veces y en número de habitantes creció de 142.8 a un millón; además con la conurbanización de poblaciones como Kanasín, Umán, Cholul, Caucel.
3. En un libro que escribí: Las haciendas henequeneras a través de la historia, presento datos aportados por dos investigadores nacionales reconocidos que aportan datos sobre el número de haciendas henequeneras que se registraron en Mérida en la segunda mitad del siglo XIX: González Navarro señala que Mérida poseía 162 haciendas y Hunucmá 219; el investigador Suárez Molina escribe que Mérida tenía 269 y Motul 225. No importa las diferencias porque los límites territoriales no eran muy precisos, pero aquí lo importante es saber que Mérida era el municipio con mayor número de haciendas o por lo menos se colocaba en segundo lugar y los demás municipios que rodeaban a la Mérida en un radio de 50 kilómetros, poseían menor cantidad de las 1500 que eran.
4. Desde hace ya unos 10 años los ejidatarios de Hunucmá, Tetiz, Caucel, Umán, Kanasín, han venido exigiendo y luchando por la devolución de sus tierras ejidales o, por lo menos, por el pago justo de ellas. Compañeros del grupo El Rebelde y compañeros y abogados amigos, los hemos acompañado en sus luchas y las respuestas del gobierno han sido amenazar, reprimir, encarcelar o simplemente ignorar. El gobernador del PAN (2001-07) y los del PRI (Ivón Ortega y Rolando Zapata) –siempre aliados o parte de los miembros de la Casta Divina (alianza de hacendados y clero) no han hecho caso al justo clamor de los campesinos despojados. Parece que las denuncias del Por Esto! no tienen fuerza ni presencia en el país.
5. El hoy coordinador nacional de los diputados del PRI (antes coordinador de los senadores) es un personaje de la Casta Divina muy denunciado en Yucatán; pero su fortaleza política le viene desde que se convirtió en secretario privado o particular en 1982 del presidente Miguel de la Madrid y desde hace 32 años –con toda la comodidad y desfachatez del mundo- no ha dejado de brincar de un altísimo cargo a otro. Quizá debería reconocerse que durante todo ese tiempo ha sido el que más grande influencia ha tenido con los gobernadores en turno de Yucatán a cambio de que todos ellos beneficien a los sectores más ricos del estado. Ha sabido manejarse con bajo perfil en el estado, pero al fin se ha comenzado a sacar a la luz su basura política.
6. La realidad es que las 400 familias yucatecas, herederas de los grandes hacendados, sólo están recuperando las tierras que la reforma agraria cardenista les “arrebató” en 1937 cuando decretó que las dos terceras partes de las tierras de los hacendados pasaran a ser ejidos colectivos que no se podían vender ni enajenar. Pero los cascos de las haciendas y las maquinarias de desfibración del henequén no fueron tocados por Cárdenas por miedo, amiguismo, influencias. Cuando en 1955 se hace un balance se ve que los ejidatarios aportaron el 70 % de la producción anual y recibieron sólo el 20 de su valor y el 42 % del importe anual fue recibido por los dueños de las desfibradoras.
7. “Los recuperadores” o despojadores de tierras ejidales buscando hacer negocios, señalan que los exejidatarios no siembran esas tierras porque no tienen medios para hacerlas producir. El desplome de la producción henequenera se inició en los setentas por el surgimiento de la fibra sintética, por la caída de los mercados, pero principalmente por un profundo proceso de corrupción de los gobiernos federal, estatal, los bancos agrarios que contaminaron a líderes y empleados henequeneros. El henequén en Yucatán –del que vivieron 100 mil familias durante un siglo- ha pasado a la historia; pero con investigaciones e inversión de capitales pueden surgir fuentes de ocupación en aquellos campos abandonados. Esperamos que algún día los yucatecos despierten y recuperen los despojos sufridos.
Fuente: http://pedroecheverriav.wordpress.com