Cambios metodológicos o mediciones sesgadas, lo mismo da. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) provocó una polémica con su encuesta Módulo de Condiciones Socioeconómicas 2015 en la cual la pobreza disminuye de manera sustantiva por arte de la estadística. Los resultados dados a conocer el viernes 15 enfrentan ya al Inegi con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social, organismo encargado de procesar los datos proporcionados por el instituto.
Por Mathieu Tourliere/Proceso
Contra lo que se sabía y contra lo que los especialistas habían documentado hasta ahora, México es hoy un país con menos pobreza y menos desigualdad. Y fue el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) el que obró el milagro estadístico.
De un plumazo la dependencia incrementó 37.2% los ingresos de los mexicanos más pobres —que pasaron de 5 mil 954 pesos en 2014 a 8 mil 169 pesos el año siguiente— y redujo de manera sustancial la desigualdad en el país.
Ese milagro es producto de un inédito y opaco cambio en la metodología que aplicó durante el levantamiento “en el terreno” de la encuesta Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS), entre agosto y noviembre de 2015, cuando el presidente del instituto era Eduardo Sojo. Al mes siguiente éste le dejó el cargo a Julio Santaella.
A Santaella le tocó ordenar la información recabada y difundir los controvertidos e insólitos resultados que retratan un país con menos pobreza y desigualdad… Pero sólo en el papel. La instrucción del Inegi a sus encuestadores fue convencer a los mexicanos más humildes para que reportaran ingresos mayores que los habituales, pero dejó intocada la subestimación de lo que obtienen los más ricos del país.
El cambio en la metodología provocó las críticas de académicos y del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el organismo encargado de procesar los datos proporcionados por el Inegi para medir la pobreza en el país.
Más aún, generó especulaciones sobre la posible intromisión del Poder Ejecutivo en la labor del instituto, lo que marcaría un precedente preocupante respecto de su autonomía, lograda en julio de 2008, luego de 25 años de su creación.
Consultados sobre los nuevos datos estadísticos, Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Coneval, y el economista Gerardo Esquivel, investigador de El Colegio de México especializado en pobreza y desigualdad, exponen a Proceso sus desacuerdos con la encuesta del Inegi.
El ingreso es un factor clave en la medición de la pobreza multidimensional que realiza de manera periódica el Coneval, recuerda Hernández Licona. La reducción de 3.5% en ese rubro durante los primeros dos años de la administración de Enrique Peña Nieto fue un detonante para que 2 millones de mexicanos más cayeran en pobreza, hasta alcanzar los 55.3 millones en 2014, según el informe que publicó el Coneval en julio de 2015.
Ahora, con el cambio de metodología, “ya no podemos saber si entre 2015 y 2014 o entre 2015 y 2012 la pobreza subió, bajó o se quedó igual”, comenta Hernández Licona. Insiste: la decisión del Inegi “sí rompe con 25 años de generación de la encuesta de ingresos y gastos de los hogares y con nuestra serie de medición de la pobreza, que lleva siete años”.
RESULTADOS INEXPLICABLES
En el MCS 2014, el ingreso promedio de los hogares a nivel nacional se elevó a 13 mil 304 pesos mensuales —equivalentes a 3 mil 645 pesos por persona, incluyendo niños—, con amplias variaciones según la clase social: Cada uno de los 11.7 millones de mexicanos más pobres del país obtuvo 543 pesos mensuales, mientras 10% de los más ricos ingresaron 13 mil 361 pesos, 24 veces más.
De acuerdo con la nueva medición, en 2015 los hogares mexicanos ingresaron un promedio de 15 mil 295 pesos mensuales —equivalentes a 4 mil 190 pesos por persona—, y cada uno de los 12 millones de mexicanos más pobres ingresó 746 pesos mensuales, mientras los 12 millones más ricos obtuvieron 14 mil 755 pesos, casi 19 veces más.
Si el cambio de metodología del Inegi fuese sistemático y riguroso, se observarían dinámicas similares en las dos encuestas. Pero en el MCS 2015 las variaciones del ingreso fueron totalmente disparejas según las entidades federativas: en unas el ingreso de los más pobres se incrementó mucho; en otras creció menos, en algunas disminuyó. Lo mismo ocurrió con el ingreso del decil superior de la población.En Coahuila, por ejemplo, el ingreso del 10% de los más pobres fue superior 37% al reportado en el MCS 2014, y el del 10% más rico fue inferior 13%. En Chihuahua, el del 10% más pobre fue superior 113%, y el de los más ricos fue mayor 73%.
Puebla fue el caso más disparatado: en comparación con la medición del año anterior, el ingreso del 10% más pobre se disparó 67%, mientras el ingreso del decil más rico disminuyó 26%. A su vez, esto redujo de manera drástica el índice de Gini, el que mide la desigualdad.
La proporción de hogares mexicanos que ingresaron menos de un salario mínimo disminuyó a la mitad entre la encuesta de 2014 y la de 2015, al contrario de los hogares que obtuvieron más de ocho salarios mínimos, cuya proporción creció 18.6%.
OPACIDAD ESTADÍSTICA
“No deja de llamar la atención que es un sesgo que tendería a favorecer, al parecer, a las autoridades en el gobierno y por lo tanto alimenta la sospecha”, sostiene Esquivel. Añade: “Mientras no sepamos qué hicieron y qué motivó estos cambios, se puede especular que hubo maquillaje de cifras. Quiero creer que no fue así”.
Debido al cambio de metodología, “no podremos ver si la Cruzada Contra el Hambre sirvió o no sirvió”, lamenta Esquivel, al observar que “hoy podemos decir con cierta certidumbre que en los 22 años que van de 1992 a 2014, la política social fue relativamente ineficiente para reducir la pobreza, ya que la de hoy es similar a la que teníamos entonces”.
Sin embargo, interrogado sobre si ve una intromisión política contra la autonomía del Inegi, Hernández Licona declara: “Espero que no haya sucedido. Implicaría que estaríamos dando un regreso de 30 años en las estadísticas nacionales”.
“Hay una parte que el Inegi siempre ha manejado de una manera un poco más libre, que es el operativo… El cuestionario no cambia, pero la forma con la que me acerco contigo, a preguntarte, sí puede variar; hay un manual del entrevistador, pero no hay ninguno que regule este trabajo de campo”.
Le sorprende la magnitud de los cambios metodológicos del instituto y los resultados de la encuesta, que simplemente no pueden compararse con los anteriores.
—¿El Inegi violó los convenios que tenía con el Coneval? —se le pregunta a Hernández Licona.
—Estamos viendo hasta donde sí, y hasta dónde no. Por primera vez tenemos que revisar este punto.
A Hernández Licona y Esquivel les llama la atención la forma en que el Inegi mostró que tiene protocolos para transitar de una metodología a otra, presuntamente sin dañar los resultados ni las series estadísticas.
Después de consultas públicas transparentes y reuniones con expertos, el instituto anunció en agosto de 2015 que cambiaría su metodología para medir la inflación; las modificaciones, dijo, se implementarán a partir del segundo semestre de 2016. En el caso de la medición de la pobreza no hubo proceso de consulta ni anuncio previo.
Fuente: Proceso