Las siete cosas que hay que superar

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Por Víctor M. Quintana S.

Pocas frases tan inútiles, tan injustas y tan presuntuosas como el “ya supéralo”. Se le espetan siempre a una persona que atravesó o atraviesa una situación traumática, difícil, de pérdida o de duelo. Es injusta porque se le dice a alguien en cuyos zapatos no estamos, de quien ignoramos cuánto le pesa la carga que trae porque nosotros mismos no la soportamos. Es presuntuosa porque es casi una orden emitida desde lo alto de quien se cree superior en temple, en fortaleza o en experiencia. Y es inútil, porque de nada le va a servir a quien se le receta si no es para cerrarse más ante la insensibilidad del interlocutor.

Por eso, todos estos epítetos son aplicables al inútil llamado hecho por el presidente Peña Nieto la semana pasado para “superar lo de Ayotzinapa”. Sobreviene además el agravante de que no puede llamar a superar las consecuencias de una situación quien ha sido parte –al menos por omisión- de las causalidades de dicha situación. En lugar de ese llamado bien podría iniciar como Jefe de Estado, una labor de autocrítica, de ubicación de los factores que desde el propio Estado están propiciando que se multipliquen los ayotzinapas, los igualas, los tatlayas y comprometerse eficazmente a erradicarlos.

Además, antes de echarle la pelota a la sociedad, Peña Nieto debe atender a una lista de lo que, sin aires de superioridad o exterioridad, sino como ciudadanos perjudicados por la acción de gobierno, le exigimos se supere en este país. Si a Peña le gusta presentar sus catálogos de buenas intenciones como decálogos, aquí nos conformamos con un “heptálogo”, es decir, siete exigencias esenciales:

1. Hay que superar la fabricación de candidatos a puestos de elección popular con base en costosas campañas  mediáticas y propagandísticas, favorecidas por el oligopolio de los medios electrónicos. Fabrican imágenes falsas maquillando defectos y errores y arrancan compromisos reales de gobierno a favor del puñado de patrocinadores.

2. Hay que superar la estrepitosamente fracasada política económica. Datos: en 2013, el primer año de EPN, la economía mexicana creció sólo 1.1%, colocándonos en lugar 19 de 20 países de América Latina y el Caribe, siete veces menos que el promedio de la región. Peña y su displicente Secretario de Hacienda, Videgaray, nos mantienen hasta ahora en la peor tasa de crecimiento económico de los últimos cinco sexenios.

3. Hay que superar el resultado inmediato de esta política económica: la insoportable desigualdad social. Somos uno de los tres países más inequitativos de Latinoamérica.

Y no es la pobreza en sí misma, sino la desigualdad lo que funciona como detonante de muchas formas de violencia.

4. Hay que superar la enorme violencia producida por esa desigualdad, por la estrategia de Estado para enfrentarla y por la imbricación fuerzas del orden-criminales. No hay que olvidar que hasta el mes de octubre la cifra de ejecuciones perpetradas en el país desde que tomó posesión EPN ascendía a 41,050, ya casi la mitad del total de ejecuciones en el sexenio de Calderón.

5. Hay que superar los privilegios y la arrogancia de la clase política. Llega a acuerdos como el fenecido Pacto por México que le atraen reflectores y más privilegios pero en nada contribuyen al mejoramiento de las condiciones de vida de las mayorías ni a la consolidación de la democracia en México.

Lo que urge construir es un nuevo y verdadero Pacto Social en el que los sectores de nuestra muy diversa sociedad le exijan a una hasta ahora sorda clase política compromisos muy concretos para instrumentar desde ya políticas en torno al pleno cumplimiento de todos los derechos para todos.

6. Hay que superar lo que está en la base de las violencias, de las revueltas, de los autoritarismos: la impunidad de los políticos y funcionarios públicos corruptos. Hay que comenzar por la falta de transparencia y enriquecimiento inexplicable del propio Titular del Ejecutivo, de su esposa, de su Secretario de Hacienda y de las empresas favorecidas por él. Toda la última frase es válida tanto para el Ejecutivo Federal como para el Ejecutivo Estatal de Chihuahua. Hay que superar el apoyo convenenciero –o el pago de favores electorales- que desde la Presidencia de la República se hace a gobernadores que sin escrúpulos saquearon el erario para apoyar su campaña electoral en 2012.

7. Hay que superar la criminalización de quienes protestan y se rebelan en este país por todo lo anterior, por todas las causas que tienen que ver con la violencia estructural, el autoritarismo, la corrupción, la impunidad, la exclusión, la desigualdad. Hay que superar esa mentalidad miope de que todo aquel que protesta en este país “es manipulado”, como declarara nuestro inefable Secretario de la Marina Armada; o la satanización que se lanza desde el poder a defensoras y defensores de derechos humanos. Hay que superar la fabricación de leyes hechas a la medida del miedo de la clase política, como la “ley de movilidad” del Congreso de la Unión o las nuevas y moralinas reformas al Código Municipal de Chihuahua llevadas a cabo por un Congreso del Estado que un día sí y otro también acuchilla lo que pudiera restar de la democracia chihuahuense.

Estas no son las Tablas de la Ley, pero sí las mínimas exigencias que ahora levanta la ciudadanía mexicana y chihuahuense. El que los gobernantes las lleven a la práctica no los hará ganar el cielo, pero sí recuperar la gobernabilidad perdida.

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