Por Álvaro Alejandro Morales García
Es admirable y hay que reconocer la capacidad que ha tenido el gobierno federal para que, con solo unos cuantos meses y unas pocas reformas, puedan unir a México. Estas acciones han conseguido que el profesor de Oaxaca y el empresario del norte se unan. Han podido romper barreras entre el magnate refresquero y el pobre campesino azucarero. Han logrado que unan esfuerzos los férreos y reales izquierdistas con los derechistas conservadores.
Al amante de la comida chatarra y a quien siempre vive a dieta. A quienes luchan por el nacionalismo petrolero y a quienes creen en la apertura energética. Al empresario y al pobre trabajador que verá que su sueldo tendrá un menor poder adquisitivo. Al economista y al defensor de los animales. A todos.
En unos meses Peña Nieto, sus asesores y unos cuantos legisladores han podido hacer algo que se creía imposible, unir a México en un solo sentimiento: repudio total a las absurdas acciones del Gobierno Federal y de unos cuantos legisladores que han traicionado su conciencia y a su pueblo por mero interés personal y partidista.
México hoy es uno, con diferentes banderas, con diferentes razones de lucha, pero todos con un rechazo total a un gobierno que pretende dañarnos. Las batallas son diferentes en cada región, pero auguran un peligroso descontento social. En Baja California y Chihuahua se plantea una independencia a causa del aumento al IVA en la frontera, en Nuevo Laredo alzamos la voz mediante un desplegado y acciones que demuestren nuestra importancia comercial, pero desde Matamoros a Tijuana la frontera se ha unido en una sola voz que comienza a hacer mella: ¡No más IVA en la frontera!
No es pretencioso ni caprichoso abogar por no aumentar el IVA en la frontera, no se trata de un trato preferencial, se trata meramente de supervivencia, de necesidad, de competir contra los vecinos del norte que con sus precios e impuestos menores ponen en riesgo a los comercios locales, a familias, a empleos. No es que no queramos pagar igual que los demás, simplemente no podemos. Y no es lógico imponernos una medida que dañe una economía severamente lastimada como la nuestra.
Seamos sinceros, Nuevo Laredo no es la ciudad con mayor crecimiento que una vez fue, ni siquiera la décima, estamos luchando por salir adelante, abrir empresas, generar empleos. Tenemos serios problemas que nos han lastimado severamente, como la delincuencia, como la fuga de capitales, el éxodo de familias, los malos gobiernos que tuvimos. Entonces, ¿para qué lastimarnos más? ¿Qué ganan? ¿Acaso es mero capricho y despecho político?
Y no hablo sólo por mí, hablo por muchos que nos oponemos firmemente a la idiotez que llaman reforma. Nuevo Laredo está molesto, lo sé porque el sábado me bastaron unas cuantas llamadas de un par de minutos para reunir en un desplegado a los que creía imposible de unir. Allí estaban, sin preguntar, sin impugnar, los empresarios, los ciudadanos, los políticos, PAN, PRD, Morena. Todos atendieron el llamado: levantar la voz, juntos, por Nuevo Laredo.
Lo que sí me deja sorprendido, por la investidura que representa y no por la persona, es la reacción de nuestro Gobernador. Tamaulipas es el estado con mayor desempleo de todo el país, por quinta vez en el año. Entonces ¿en que está pensando el Gobernador al apoyar una Reforma que afecta a las maquiladoras, que resta competitividad, que daña a las agencias aduanales y al comercio, que genera desempleo? ¿Cómo puede declarar que Tamaulipas no se verá afectado? ¿Acaso los de la frontera no somos parte del Estado? Espero que sus declaraciones sean hechas por falta de información y no por intereses o mera incapacidad para gobernar. Lo mismo para los cinco diputados priistas que votaron a favor de dañar la frontera de su propio estado.
Lo cierto es que las reformas han cumplido su cometido, han unido a México en el descontento, en el rechazo y en el repudio. A menos de un año del gobierno de Peña Nieto no podemos negar que las cosas van mal, en lo social, en lo económico, en todo. Ha faltado talento, capacidad y, sobre todo, amor por este país. Las consecuencias ya son evidentes, las Afores de los trabajadores se han visto afectadas por el riesgo que existe en México en materia económica, maquiladoras han decidido recular en su asentamiento en ciudades fronterizas, grupos de autodefensa se han creado, manifestaciones que crecen, estados enteros amagan con independizarse.
Declaro mi profunda desilusión a Enrique Peña Nieto y a los legisladores cobardes que traicionaron a su pueblo faltando a su palabra en plena violación de sus promesas. Para mí ellos no valen nada. No merecen el más mínimo de mis respetos ni como personas ni como políticos. Qué lástima que porten esas investiduras que les quedan grandes y que mancillan con sus penosos actos que perjudican a México. Aunque, al final de cuentas, los felicito porque han logrado unir a México en su contra, y espero que estén preparados para asumir los costos políticos y sociales que su falta de capacidad para gobernar les traerán.
POSTDATA
Enrique Peña Nieto, ¿Cómo puede dormir tranquilo sabiendo le hace tanto daño a México? ¿Cuál es el precio de su conciencia?
* Álvaro Alejandro Morales García es subdirector editorial de El Mañana de Nuevo Laredo
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