Mia, de 2 años, dibuja una letra con el índice sobre la pantalla y cuando la computadora exclama “¡Fantástico!”, bate palmas junto con ella. Los niños de la guardería de la Escuela Internacional de Tanto, en el centro de Estocolmo, Suecia, se están familiarizando con las nuevas tabletas iPad. Hay una para dos infantes y el juego los vuelve locuaces.
“Les encanta jugar con esta aplicación. Es excelente para el aprendizaje de la pronunciación”, explica a la AFP la maestra, Helena Bergstrand. La educadora, al igual que el 90% de sus colegas consultados por el municipio, asegura que las tabletas ayudan a motivar a los niños.
“Las iPad en seguida crean interés (…) ¡Les encantan!”, afirma, mientras camina en torno a la mesa para ayudar a quienes lo precisen. “Son más interactivas”, explica.
Más contacto y comunicación
Petra Petersen, que prepara una tesis de ciencias de la educación en la Universidad de Upsala (este de Suecia), sigue con interés el proceso de adopción de las tabletas en las guarderías y ciclos preescolares.
“Los niños suelen formar grupos; es algo muy colaborativo, con mucho contacto físico y comunicación oral”, constata. Las nuevas tecnologías son muy atractivas para los pequeños, por su universo “de colores, sonidos y palabras pronunciadas”, y eso facilita “un aprendizaje que se realiza en gran parte como una diversión”, analiza.
Los niños suecos, al igual que los de muchos países occidentales, ya saben de qué van una tableta y una computadora mucho antes de entrar en primaria.
Según el Consejo Nacional de Medios, un 70% de suecos de 2 a 4 años se divierten con videojuegos y a los 2 años un 45% ya navegó por internet.
El ministerio de Educación se propuso entonces “colmar la brecha entre la escuela y el entorno cotidiano de los niños” y para ello compró miles de tabletas para equipar los parvularios públicos y privados, indicó Peter Kerlberg, especialista en informática del ministerio.
Muchos maestros, en cambio, se sintieron desbordados y uno de cada dos ha pedido una formación especial.
“Todavía un tabú”
Entre los entusiastas de la novedad figura Felix Gyllenstig Serrao, un maestro de Gotemburgo (oeste), que usa un juego de construcción, ‘Minecraft’, creado por un sueco, como técnica de aprendizaje con niños con problemas de comportamiento y concentración, incluidos el déficit de atención y el trastorno de Asperger.
“Minecraft” es una aplicación “abierta y creativa (…) La uso en general para hacer más vivaz un tema”, explica. También la utiliza con jóvenes de 12 a 15 años, dado que les permite visualizar de manera concreta los problemas de matemáticas o ilustrar las lecciones de historia.
El juego, llamado también “el lego digital”, “refuerza el aprendizaje, y cuando [los alumnos]repasan o se hallan frente a una pirámide o en la ciudad que hemos construido, se acuerdan de la lección”, asegura.
Pero Serrao piensa que Suecia tiene que vencer aún ciertas resistencias para explotar al máximo el potencial de la digitalización. “Todavía hay un tabú con los juegos. Cuando saco el tema con maestros más viejos (…) me dicen que los videojuegos no tienen nada que ver con el aprendizaje”, lamenta.
Ayudar al maestro, sin reemplazarlo
Jonas Linderoth, un investigador especialista en videojuegos de la Universidad de Gotemburgo, piensa en cambio que no se debe sobrestimar el valor educativo de los videojuegos y ve riesgos en poner tabletas entre las manos de niños tan pequeños.
“Esta tecnología todavía no estaba disponible hace tres años y ahora nos dicen que un jardín de infantes sin tableta es algo inimaginable”, afirma, y alerta: “La vida de un niño de tres años ya es bastante compleja” sin tanta tecnología. Además, prosigue, las pantallas reducen el tiempo de las demás actividades.
“La mayoría de los niños ya tienen acceso a la tecnología en sus casas (…) y cada vez hay menos padres que les leen cuentos. La educación preescolar tiene que compensar” esos cambios, señala. Linderoth lamenta igualmente las concepciones futuristas de un aprendizaje sin mucho esfuerzo gracias a las diversiones educativas.
“¡El verdadero aprendizaje exige trabajar duro!”, subraya. Mia, cuando se cansa de las letras, pincha en una aplicación que le permite crear marionetas, y ve su rostro en la pantalla.
La maestra le enseña a sacarse una foto y a superponerla sobre un personaje animado. “En el preescolar, los niños siempre juegan; no se sientan durante las lecciones. Y están muy atraídos por los iPads. Pienso que sería un grave error privarse de ellos”, sostiene Helena Bergstrand.
Pero una tableta es solo un complemento, aclara. “No puede reemplazar a un maestro, pero pueden sernos de una gran ayuda”, afirma.
Fuente: AFP