Por Ángel Otero Calderón
Hace un año, por estas horas, las encuestas auguraban una clara e inatajable ventaja de hasta 20 puntos a favor del candidato priista Enrique Peña Nieto, que finalmente se redujo en los conteos a unos siete puntos. “Medimos bien pero nos equivocamos en la predicción”, ha dicho Mr. Mitofsky, también conocido como Roy Campos, en lo que sin duda es una justificación algo cínica.
Doce meses más tarde, otro Enrique, Serrano de apellido y también candidato a la presidencia pero a escala municipal, aparece con una ventaja de 22 puntos de acuerdo con una encuesta de Confirme contratada por El Diario que la ha publicado este lunes, lo que constituye, a querer y no, un aval implícito a los números que maneja esta firma encuestadora de incierto prestigio.
Vale preguntar si habrá de repetirse aquí en Juárez el bochornoso episodio de la evidente manipulación de las encuestas de preferencias electorales utilizadas no como herramientas de análisis para el desarrollo de las campañas sino como, lo que en verdad son desde hace rato, instrumentos de inducción del voto puestas al servicio del mejor postor.
Parafraseando a La Maestra: Y usted, ¿le cree a las encuestas?
El punto aquí no estriba en discutir si, en efecto, don Enrique Serrano se encuentra al frente de la intención del voto juarense. Lo evidente no requiere de demostración. Lo intrigante es, sabiendo lo que todo México sabe ya de las encuestas y en vista del brutal desprestigio de tales ejercicios de medición de la opinión ciudadana, por qué El Diario se juega una apuesta tan riesgosa.
Cierto es que el PAN no se levanta ni con una dosis extra de Viagra, gracias a la malhadada guerra de Felipe Calderón que dejó la ciudad destruida en todos los órdenes y a su partido hecho garras en las querencias de esta resentida comunidad fronteriza. Si, para completar el cuadro, le sumamos las reyertas intestinas que corroen al blanquiazul, resulta lógico que Acción Nacional no las traiga todas consigo de cara a la escenificación democrática del próximo 7 de julio.
Ello puede ayudar a explicar por qué María Antonieta Pérez, la retadora de Serrano, se ofrece como una virtual candidata ciudadana y busca hacer suyos los reclamos de la gente del desierto fronterizo que también alberga agravios insatisfechos por el caprichoso desempeño del gobierno de la ciudad. Echa mano de la crítica y la regañan. ¿Qué otra cosa puede hacer?
Habrá que advertir, no obstante, que El Diario está apostando doble contra sencillo a que don Enrique gana por algo así como unos 20 puntos, una ventaja que, si no me equivoco, el PRI no ha obtenido aquí en las últimas tres décadas de elecciones municipales, por lo menos. Y por lo demás, ello significaría qua ya es imposible que el PAN pueda alcanzarle, haga lo que haga.
Como el otro Enrique de hace apenas 12 meses, este Enrique ya ganó. Eso dicen tales números. No hay vuelta de hoja.
Es cierto, faltan dos encuestas, según ha anunciado el rotativo, y los resultados pueden variar, pero abrir tan alto supone correr riesgos. Y es que si bajan las preferencias, así sea en apenas cinco puntos, se abonará la percepción de que María Antonieta está avanzando en la intención de voto. O lo que es lo mismo: que Serrano se va cayendo.
Sería algo así como el caso del compadre torpe que se mete a ayudar.
En descargo del periódico más importante de la frontera, habrá que admitir que de no acertar el resultado a El Diario siempre le quedará la posibilidad de demandar a la encuestadora Confirme, tal como ocurrió en la ciudad de Chihuahua en que hubo de interponer una denuncia contra la firma contratada, Berumen y Asociados.
En 2004, la candidata a la alcaldía capitalina era Martha Laguette, quien de acuerdo con las encuestas de El Diario habría de ganarle con relativa facilidad al panista Juan Blanco. No ocurrió así. El traspié se repitió tres años más tarde cuando el panista Carlos Borruel se impuso a Alejandro Caso, así sea por miserables 3000 votos, y pasó a perjudicar las predicciones.
No quedó entonces más que denunciar a Berumen y Asociados por la estafa con sus encuestas excesivamente generosas hacia el PRI.
El Diario ya se había hecho antes de los servicios de Confirme para medir la opinión de los juarenses sobre la presencia del Ejército en las calles, lo que generó una muy ríspida confrontación con el general Felipe de Jesús Espitia, cuyo detalles no viene al caso regurgitar aquí.
Y, ¿por qué me parece desmesurada la ventaja de 22 puntos que Confirme le adjudica a Serrano sobre María Antonieta?
Porque, como diría una vez El Peje, yo tengo otros números.
A finales de mes abril, quienes manejan las campañas del PRI al más alto nivel se sorprendieron por unos números que les hicieron llegar. De inmediato se encendieron los focos rojos. Su propia encuesta mostraba que la ventaja de Don Enrique sobre María Antonieta era de cinco puntos porcentuales.
Fue esa una de las razones de que, a principios de mayo, el PRI hiciera ajustes en algunas candidaturas en Ciudad Juárez para reforzar la campaña de Serrano desde los otros encargos de elección popular y eliminar de paso riesgos innecesarios. Estaban seguros de ganar, pero no querían exponerse.
A finales de mayo, cuando se hallaban por arrancar las campañas, justo en los días en que se hizo el levantamiento de la encuesta de Confirme para El Diario, los números del PRI mejoraron significativamente con una ventaja para su candidato a la alcaldía ya de ocho puntos. María Antonieta no pudo levantar más, sobre todo por el extraño mes de veda electoral impuesto por el Instituto Estatal Electoral que le atajó le inercia que traía.
Tres distintas fuentes consultadas por separado advierten que esa era la ventaja real del candidato priista al arranque de las campañas, la semana pasada. Ocho puntos porcentuales no es poca cosa por cierto y bastan para ganar una elección, a menos de que ocurra una hecatombe imprevisible.
Aunque, hay que decirlo, en las cosas del clima como en las de la política, no hay pronóstico escrito en piedra.
Es lo que hay por ahora.
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