Por Camilo Katari*
Es indudable que Evo Morales inauguró una nueva forma de hacer política. Su liderazgo se acunó en la lucha sindical y supo proyectar la represión policial hacia los productores de coca a un nivel internacional, demostrando el carácter imperial de esta represión.
Hoy algunos autonombrados dirigentes indígenas, que pretenden imitar la estrategia de Morales, no pueden, pese a sus esfuerzos, lograr el efecto que buscaban y solamente les queda acudir al viejo arsenal de la política oligárquica, así reciben como aliados a los representantes del neoliberalismo que aún patalea para tener un espacio de poder en el nuevo Estado Plurinacional.
Difícilmente podrán calzar a la talla de un indígena que ha construido su liderazgo por su propia cuenta y sin intermediación de nadie, tal como lo hemos verificado de los dirigentes del TIPNIS que recurrieron a sus amos y patrones para que los “apoyen” con un paro cívico que no tuvo ninguna trascendencia.
Pero la actitud lastimera que utilizan estos quintacolumnistas de las políticas imperiales, llegan a los límites cuando piden ayuda de uno de los instrumentos más antiguos de la colonialidad: la Iglesia Católica. ¿Tendrá repercusión y eco ese pedido cuando los jerarcas de ésta parte de América Latina han dejado de ser referentes de una iglesia de los pobres? Todos sabemos que no.
Esta búsqueda de aliados no hace otra cosa que demostrar el carácter subalterno que mantienen estos coyunturales representantes de un pequeño movimiento que quiere aparecer como el paradigma de la resistencia indígena. Hoy se declaran perseguidos y acosados por el gobierno, cuando lo que corresponde es dar la cara a los órganos jurisdiccionales de la justicia y demostrar su inocencia.
Ya se agotó el tiempo del engaño, son pocos los que creen en aparecidos. Lo que pasa con este movimiento político de un grupo de indígenas debe ser analizado a la luz del espionaje en masa ejecutado por los EEUU, que ha sido develado a nivel mundial y su interés en “retomar” como patio trasero a los pueblos del Abya Yala.
Seguramente los fondos para solventar una nueva “marcha” ya se encuentran en alguna cuenta y las visitas al sur del país, nada casuales, de un ex gobernador, hoy convertido en protector de indígenas; tienen el mismo propósito: posicionar políticamente al instrumento neoliberal para las elecciones del 2015.
Lo curioso es que en este intento se trata de mezclar el agua y el aceite. Los viejos patrones terratenientes siempre verán en el indígena su peón a ese que le propinaba “una arrobita” cuando desobedecía sus órdenes.
Diremos para finalizar, que la tarea más difícil en la construcción de un nuevo Estado y de un hombre nuevo, como nos decía el Che, es romper con la pesada cadena invisible de la colonialidad.
* Camilo Katari. Escritor e historiador potosino
Fuente: Alainet.org