A través de sus distintas diócesis en el país, el episcopado mexicano empieza a realizar protestas en contra de la reciente resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que dio su aval a los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Por Rodrigo Vera
El pasado 19 de junio la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) — que aglutina a los más de cien obispos del país– emitió un posicionamiento contra dicha resolución, señalando que atenta contra la familia y el matrimonio, ya que éste solo debe darse entre un hombre y una mujer para garantizar la “capacidad procreativa” de la sociedad.
Elaborado por el Consejo de Presidencia de la CEM, el pronunciamiento señala que “si bien valoramos que nadie deba ser objeto de discriminación, tal como lo consigna el artículo primero constitucional, esto no significa que deba modificarse la esencia del matrimonio”, que debe ser entre un hombre y una mujer.
Y agrega que este tipo de matrimonio “por su capacidad procreativa garantiza la supervivencia de la sociedad. De ahí que, por ser de eminente interés social, el derecho civil confiera a esta unión un reconocimiento institucional, que el Estado ha de promover y tutelar para el bien común”.
Por su parte, la arquidiócesis primada de México arremetió contra la SCJN al señalar que por “miopía” aprobó dicha resolución.
A través de una editorial publicada el pasado domingo 21 en su revista Desde la fe, la arquidiócesis afirma que, “por su miope visión”, los ministros de la Corte se “niegan a reconocer” que solo el matrimonio entre hombre y mujer tiene un alto sentido de “responsabilidad social”.
Titulada “Miopía de la Corte”, la editorial agrega que el “anarquismo” de los matrimonios gay –al que “neciamente” los ministros ahora equiparan con el “verdadero matrimonio”— se debe a que hay en ellos una “degradación de la libertad”.
Ese mismo día, durante su homilía en la Catedral Metropolitana, el titular de la arquidiócesis, el cardenal Norberto Rivera Carrera, dijo:
“Los obispos mexicanos somos juzgados por algunos como retrógradas y discriminadores sólo porque defendemos una institución sagrada: la familia”.
Y agregó que ahora a los obispos se les descalifica “porque expresamos nuestra convicción sobre el matrimonio a propósito del dictamen de la Suprema Corte, donde se opone a que el matrimonio sea considerado para la procreación y que se defina como el que se celebra entre un hombre y una mujer”.
Del mero discurso, la Iglesia católica mexicana empieza también realizar actos de protesta, como ocurrió este lunes ante el congreso de Chihuahua, cuando una docena de sacerdotes se apostaron frente al recinto para impedir la aprobación del “matrimonio igualitario”, como se tenía previsto en la agenda legislativa de ese día.
Acompañados por un nutrido grupo de laicos católicos –que entonaba alabanzas y rezos–, los sacerdotes lograron impedir que los legisladores abordaran ese espinoso tema.
Y el vocero de la arquidiócesis de Chihuahua, Miguel Ortega, señaló:
“Nos oponemos a que se llame matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo. Dios elevó a rango de sacramento la unión de un hombre y una mujer a través de la figura del matrimonio, por eso no se puede llamar matrimonio a la unión entre homosexuales”.
La doctrina de la Iglesia católica se opone tajantemente a las bodas gay, de ahí que, ante la resolución de la Corte, en los próximos días se esperan más manifestaciones de protesta en distintas diócesis.
Fuente: Proceso