#Ladyprofeco: charola vs hashtag

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Por Jorge Zepeda Patterson

¿Qué le regalará Papi Profeco a su hija en el día del niño? se preguntaba este martes Manuel Clouthier en un tuit.

En un país donde impera la impunidad, y una Lady y un Mirrey en cada junior nos dio, no sorprende a nadie el desplante de Andrea Benítez en contra del restaurante Máximo Bistrot. Una joven capaz de repartir sellos de clausura de la Profeco a discreción en una noche de juerga es la última cuenta de un rosario interminable.

Nos es algo muy diferente a lo que intentó hacer con el alcoholímetro Emilio González, “El Niño Verde”, quien ha hecho infamias y fortunas sin más mérito que recibir de herencia un partido político. O la hija de Romero Deschamps quien convierte en mierda de perro los dineros del sindicato.

La lista de juniors prepotentes es tan larga como la estirpe de los gobernadores a todo lo largo del territorio nacional. Alguien dijo que la mayor virtud del paso de Felipe Calderón por Los Pinos es que por la edad de sus hijos nos ahorró el bochornoso espectáculo de juniors prepotentes y bodas con cargo al erario (claro que nadie nos salvó de los cuñados).

Los juniors no se inventaron ni ayer ni hoy. Hace siglos que los funcionarios y sus parientes han asumido que el poder público era un patrimonio personal y familiar. Lo que ha cambiado es el hecho de que antes podían actuar sin tener encima el enorme reflector que representan las redes sociales.

No habían comenzado a retirarse los inspectores de la Profeco en su intento por clausurar el Máximo Bistrot a petición de la hija de Benítez, molesta por no haber conseguido la mesa deseada, cuando los testigos y comensales ya habían subido a la blogosfera una descripción puntual del sainete.

En el pasado difícilmente esta nota habría llegado a los medios tradicionales; y mucho menos a las primeras planas de los diarios. Pero el hashtag #Ladyprofeco pudo más que la charola. El propio Peña Nieto tuvo que expresar su desagrado; el Secretario de Economía informó que el asunto sería investigado (obviamente lo dio a conocer por tuiter), el padre mismo de la joven tuiteó una disculpa pública aunque no se salvó de que el Senado le exigiera una comparecencia para explicar la tropelía. A

lgo extraño y fascinante está sucediendo en las relaciones entre el poder y la opinión pública. Y me parece que estamos comenzando. Alrededor de 45 millones de mexicanos tienen acceso a Internet y en agosto de 2012 se estimaba que existían 15 millones de tuiteros en el país, aunque esa cifra podría ser superior a 20 millones hoy en día (sólo en el primer semestre del año pasado la cifra creció de 10 a 15 millones). Según la organización Globalwebindex alrededor de 38 por ciento de los tuiteros en México son activos.

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En otras palabras, entre 8 y 9 millones de personas tuitean regularmente en nuestro país. Suficiente para hacer viral cualquier información que se propongan. Los medios tradicionales han tenido que abrevar de manera creciente en los hashtags y trending topics que genera toda esta comunidad.

Si bien buena parte del contenido de la blogosfera es sólo ruido aparente esto no significa que sea desdeñable, incluso aquello que no parece relevante para el interés público. La “minería de datos” comienza a mostrar que hay patrones y conductas sociales detrás de las ocurrencias y de las meras descripciones de vida cotidiana. Por ejemplo, las estadísticas de rupturas emocionales entre parejas siguen ciclos estacionales y están ligadas a patrones de consumo y de actitud frente a otros temas de trascendencia social. (A propósito, los picos de mayor número de rupturas entre parejas es justo antes de las vacaciones de primavera y antes de las vacaciones de diciembre: ¿deseo de quedar libre para viajar?).

Y cuando “el ruido” tiene que ver con temas de interés sobre la escena pública, los trending topics se convierten en el nuevo y severo tribunal contra la clase política. Desde luego que se trata de un tribunal caprichoso e incluso susceptible a manipulaciones. Pero un poderoso actor que está cambiando la conversación pública, que durante décadas había sido monopolizada por las élites.

Estoy convencido de que en este momento Peña Nieto y sus secretarios tienen más temor a un hashtag adverso que a cualquier marcha o protesta en contra. Tiemblen políticos y sus Ladys y Mireyes, esto apenas comienza.

@jorgezepedap

www.jorgezepeda.net

Fuente: Sin Embargo

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